Una vez asistí a un seminario con el guionista Scott Alexander coautor de los libretos de Ed Wood y El escándalo de Larry Flint, dos grandes biopics. En esos momentos se encontraba trabajando en el guión de un biopic sobre los Hermanos Marx que nunca llegó a realizarse. Alexander comentó que lo más difícil era que ni Wood ni Flint eran personajes que moralmente mereciesen una biografía, mientras que los Marx eran tan grandes que su esencia era casi inabarcable. Esta historia de abuelo cebolleta encaja a la perfección con lo que acaba siendo JOBS, una película tan correcta como prescindible.
En JOBS nos encontramos la historia del Santo Job desde su época en la universidad, a la que no asiste, hasta que empieza a trabajar con Sir Jonathan Ive en el diseño del iMac. Por el camino, asistiremos a cómo Jobs se comporta como un capullo porque tiene una visión que de antemano sabemos que terminará triunfando. He aquí el primer problema de JOBS: al centrarse en los hechos nada más no hay emoción en los logros que consigue con su tesón. No es JOBS una película centrada en desarrollar el aspecto personal o psicológico del personaje y sólo consigue que el tipo nos parezca una especie de demente con una grave carencia en las relaciones sociales y afectivas.
A diferencia de La red social donde un tipo tan antipático como Mark Zuckerberg soportaba brillantemente la película, en JOBS Ashton Kutcher no pasa más allá de ser una estupenda percha a un personaje que lo mismo está dando discursos motivacionales que mandando al carajo al primero que pilla. Estoy seguro de que los autores de la película con esto han querido reflejar que Steve Jobs era una persona difícil, que probablemente lo era, pero lo que consiguen es que parezca un esquizofrénico insoportable.
Si a esto añadimos la confusión narrativa a la hora de abordar el tema tecnológico nos cuesta mucho ver los méritos del Steve Jobs real en JOBS. Para el que no conozca un poco la historia de Apple o sea un nerd de la informática nunca se llega a entender cuál es el verdadero mérito de construir un ordenador con un teclado más allá de la confianza de Steve en el producto. Por no hablar del escaso recorrido dramático que aporta la película en aspectos personales como el hecho de que fuese un hijo adoptivo o su relación con sus hijos.
JOBS no es en definitiva la película que un personaje de la magnitud de Steve Jobs merece: sólo parece hecha para los que ya conocen su historia y quieren ver reflejados ciertos acontecimientos que, supuestamente, son el summun de la superación personal y la lucha por las ideas propias. Vamos, que la TV Movie aquella de Piratas en Silicon Valley era mucho más entretenida e incluso didáctica a la hora de presentarnos la vida de Steve Jobs.