John Carter, la nueva superproducción de Disney se estrena en nuestras pantallas mañana viernes 9 de marzo, ofreciéndonos el mundo extraterrestre imaginado por Edgar Rice Burroughs plagado de extrañas criaturas, ciudades pulp y humanos en guerra mientras centramos la historia en un viajero interespacial (Taylor Kitsch) que será un jinete de la guerra de secesión americana que cual Superman llegará sin nada que perder y algunos superpoderes de los que fardar.
Disney llevaba tiempo detrás de esta adaptación. Tanto tiempo llevaba intentándolo y no consiguiéndolo que se tenía por película maldita antes de ver la luz. Nombres como Jon Favreau o Robert Rodríguez se barajaban para intentar dirigir las historias de John Carter no solo por ser una obra de aventuras fascinantes, sino también por las evidentes referencias del mundo de Burroughs en sagas como Star Wars o pelis como Tarzán. Andrew Stanton (Buscando a Nemo, WALL-E) se la quiso jugar con este filme, y pidió a Disney que comprara de nuevo los derechos de John Carter. 250 millones ha sido el montante invertido en esta adaptación, y sin embargo, el resultado no es todo lo bueno que se le podía achacar para los recursos de los que disponía.Fuertemente inspirada en “La princesa de Marte”, nuestro protagonista es trasladado por un aparato extraterrestre al planeta Barsoom (Marte), donde toda su vida anterior ha perdido valor y encara el crearse una vida desde cero en terreno desconocido en un planeta poblado por criaturas hechas por CGI que tienen más carisma que sus homónimos de carne y hueso. Hay batallas épicas, armatostes voladores extraños, guerras interraciales, princesas más que hermosas (poderosa Lynn Collins) y saltos de diez metros. Es decir, todo lo que prometía el trailer. El problema llega en cuanto dos o más personajes del film tienen que interactuar entre sí, dejando una sensación de pobreza narrativa que más que culpa de los guionistas en por el intento fallido de brear encerrando todas las claves de una historia difícil de abarcar en algo más de dos horas.
Una película de fotografía luminosa (algo que se agradece mucho) pero con un tono dramático del que más le habría valido desprenderse en favor de más y mejores carcajadas. Mucho que ver con esto tiene que ver la tendencia (menos estimables casos como Iron Man) de las superproducciones sobre superhéroes en las que parece que cuanto más serias y lúgubres sean las aventuras mayor respeto les conferiremos.
Viendo John Carter también es imposible no acordarse de Avatar(de la que esta es heredera de sus historias y no el revés), por todo lo que tienen en común (también con Bailando con lobos), no tanto en clave de argumento como de experiencia buscada en su visionado. Y el resultado es el mismo: la espectacularidad se colma sin problemas, pero esta historia, por mal contada, no te permite imbuírte en un mundo que tal vez de otra manera (menos detallista) hubiese sido más gratificante . Eso sí, a los niños les encantará.
Gritos Wilheim = 2. Enemigo que cuentan el plan antes de matar al protagonista = Sí. Vergüenza ajena en piel de mujer = Un poco.