Revista Diario

John (Juan Carlos) Galliano

Por Juliobravo
John (Juan Carlos) GallianoLa polémica que ha desatado estos días John Galliano, y que ha concluido con su fulminante despido por parte de los responsables de Dior me ha hecho recordar el día en que lo conocí, y me parece una anécdota curiosa que me apetece compartir con vosotros. Fue hace ya unos cuantos años, posiblemente en 1997 o 1998. Joaquín Cortés celebraba su cumpleaños (22 de febrero) en un local de la Cava Baja llamado La Soleá. Por aquel entonces salía con Naomí Campbell, que ya por la tarde había estado en el estudio donde Joaquín Cortés ensayaba (en la calle Soria, junto al Conservatorio), protagonizando una escena digna de un vodevil. Por aquel entonces Joaquín y yo teníamos una relación bastante estrecha, así que me invitó a la fiesta. Puntual como soy, llegué de los primeros. Unos minutos después, entró en la cueva un hombre al que identifiqué enseguida como John Galliano. Venía acompañado de dos o tres modelos espectaculares, despampanantes, que le sacaban (a él y a mí) más de una cabeza. Me acerqué a él para saludarle (las modelos se desperdigaron) y me presenté: "Hello! This is Julio", le dije en inglés. "¿Qué tal? Soy Juan Carlos", me contestó en español. Sorprendido, le dije: "¿Pero usted no es John Galliano?" "Sí -rió-. Pero es que soy llanito; nací en Gibraltar y mi verdadero nombre es Juan Carlos".
Lo pasé muy bien en aquella fiesta, prácticamente todo el tiempo como observador. Naomí Campbell no podía estar más guapa, envuelta en un mantón de manila de tonos rojos; llegó con otras modelos y al poco tiempo sacó del bolso un estuche con cd's y estuvo un rato largo poniendo música en el pequeño equipo que tenía el local. Habló con sus amigas, con Cristóbal Reyes, el tío de Joaquín, que hablaba inglés, y bailó con Joaquín. La verdad es que estaba fascinada con él, o al menos lo parecía.
Y cuento una anécdota más. La Soleá está enfrente de Lucio, y a alguien se le ocurrió ir a encargar unos huevos estrellados para que los probara Naomí. El propio Lucio, enterado seguramente de para quién eran, vino a traerlos con un camarero. Le presentó la bandeja a la modelo, pero ella no tuvo el detalle siquiera de probarlos. Así que Lucio se volvió con las orejas gachas y los demás dieron buena cuenta de los huevos estrellados. Si no recuerdo mal, hasta Galliano comió.

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