Muy pocos músicos pueden llegar a llevar una amplia carrera de 50 años, y aunque sigan con su misma forma de inscribir y estructurar sus nuevas canciones, vuelven a sorprender. Vuelven a escribir su nombre en letras de oro tras las composiciones que llegan a dar en sus nuevos trabajos. John Mclaughlin es de esa cepa de sabiduría que lleva consigo el arte de seguir recreando su estilo, haciendo que sea una nueva lección de inconformidad, de la búsqueda de nuevos sonidos dentro de su larga trayectoria. Ahora a sus 74 años, llega con su Black light, un disco de Jazz fusión, donde deja claro que el sigue siendo uno de los más grandes que ha dado este estilo, en toda su historia. Ya sea con la Mahavishnu Orchestra, grupo que se cogio el nombre por un apodo que le pusieron a el flamante guitarrista, o en colaboración con otros grandes músicos del Jazz, que estarían abriendo sus miras musicales al de la innovación antes que la muerte, como puede ser el maestro Miles Davis, Al di Meola, o en el plan hispánico, el añorado guitarrista Paco de Lucía. Black light suena vertiginosamente virtuoso, y como lo que ha estado mostrando en su haber, inconformista en la búsqueda de nuevas sensaciones musicales, sin llegar a dilapidar ese legado que dejo con la fusión de los años setenta.
Black light está formado por ocho canciones, dirigidas para homenajear a todos los amigos de carretera, a todos los músicos que han sido parte del recorrido de su vida musical. Haciendo una notable aportación y mención hacia el batería Kiki. Así mismo, hace un álbum lleno de la sabiduría que él solo sabe hacer en un estudio de grabación o en un directo.