Revista Cultura y Ocio

Johnny

Publicado el 03 enero 2016 por Charo
JOHNNY
   Recuerdo la primera vez que lo vi de cerca. Yo estaba con Manolo, el que iba a 1º C, sí hombre, al que llamábamos Manolo con un huevo solo. Bueno, pues como te decía estábamos los dos apoyados en la pared del polideportivo comiéndonos un dónut cuando lo vimos dirigirse hacia nosotros. Venía todo vestido de cuero negro con los pantalones llenos de tachuelas a los lados y su pelo engominado hacia atrás,  estilo John Travolta en Grease.  A mí casi se me atraganta el dónut cuando le hizo una seña a Manolo para que se pirara. Por mi mente empezaron a pasar imágenes en las que yo acababa hecho polvo en un hospital.-¿Tú eres el hermano de Susi, no?, me dijo con esa voz tan aguda que no pegaba nada con su aspecto de tipo duro.-Sí, contesté un poco aliviado aunque todavía a la expectativa.   Te voy a proponer un trato, me dijo sin más preámbulos. A mí me gusta mucho tu hermana pero he intentado salir con ella y siempre me rechaza. Quiero que consigas que yo le guste, que le hables bien de mí y que acceda a salir conmigo. A cambio los demás te respetarán y nadie volverá a molestarte o se las verá conmigo. Ya te diré lo que tienes que hacer. Y se marchó con el mismo aire de chulería con el que había llegado.    Al día siguiente, a la salida del instituto, estaba esperándome en la puerta con su moto. Él solía pirarse la mayoría de las clases si no lo expulsaban. Me hizo una seña para que me sentara en el asiento de atrás. Mis amigos se miraron extrañados entre ellos y se quedaron con la boca abierta. Al llegar a mi casa, me entregó una caja en papel de regalo con un lazo. Dásela a tu hermana y dile que son de mi parte, me dijo, son bombones.   En el momento en que se los entregué a mi hermana y le dije que me los había dado Johnny para ella, miró la caja con desprecio y me dijo: devuélveselos, no quiero nada que venga de ese macarra.    Debería habérselos devuelto al día siguiente cuando de nuevo me recogió con su moto, en cambio le dije que le habían gustado mucho, pero que mi hermana era muy cabezota, que tendría que insistir y camelársela poco a poco y que estaba seguro de que al final saldría con él. No vi sus ojos escondidos detrás de las gafas de sol con espejo pero en su boca se formó una sonrisa tontorrona. Yo no podía creer que un tío como él pudiera hacer el idiota de esa manera.   Me gustaba tenerlo como amigo, me daba una sensación de importancia que nunca había tenido, nadie se burlaba ya de mí y veía cierta envidia en las caras de mis  colegas. Johnny despertaba en los demás dos reacciones bien diferentes. La mayoría lo rechazaba por su actitud de chulo aunque otros lo envidiaban por su rebeldía constante ante el poder de los profesores. Sus notas le daban igual y cuando se aburría en una clase simplemente se levantaba y se iba. Cada día se contaban batallitas sobre su comportamiento  en tal o cual clase. Le gustaba ir solo con su moto aunque a veces se juntaba con un grupo que no era del instituto. Una vez me llevó con ellos a un local en las afueras de la ciudad. Se notaba que él era el líder del grupo.   A mi hermana le mandaba poemas de amor cursis que yo no llegaba a entregarle, pero que siempre leía. Le decía a Johnny que le diera tiempo, que estaba empezando a conocerlo a través de sus poemas y que poco a poco lo vería de otra  manera y se enamoraría de él. Johnny estaba cada vez más ilusionado y cada día me daba nuevos regalos para ella que yo me encargaba de revender. Llegué incluso a darle una fotografía suya. Sentía que estaba jugando con fuego, pero no sabía salir de la situación. En alguna ocasión en que intenté hablarle a mi hermana de Johnny me dejó bien claro que ni muerta saldría con él.   Entonces Johnny desapareció. En el instituto se rumoreaba que lo habían internado en un correccional pero nadie lo sabía a ciencia cierta. El caso es que dejé de verlo durante un largo tiempo. Yo volví a ser el chico mediocre al que todo el mundo ignoraba y mi hermana la chica más popular del instituto. Yo pensaba que mi hermana llegaría a ser algo en la vida porque sacaba muy buenas notas y mi padre decía que era muy responsable, sin embargo, algo sucedió que lo trastornó todo. Fue  mientras estudiaba  COU. Yo había repetido segundo dos veces e iba camino de la tercera.   Desde las escaleras empecé a oír voces. Por encima de todas resonaba el vozarrón de mi padre diciéndole a mi hermana que era una desgraciada, que había arruinado su vida y la de toda la familia, que todo el mundo los señalaría con el dedo, que nunca se lo hubiera esperado de ella y que era una puta. Por debajo de los gritos, se escuchaba el llanto de mi madre. Yo no sabía qué hacer y decidí quedarme detrás de la puerta para enterarme de lo que pasaba. Mi hermana estaba embarazada.    En aquellos tiempos, para un padre como el nuestro, era lo peor que le podía pasar con una hija. El aborto no estaba legalizado en ningún caso, además nunca lo hubiera permitido y la única solución era casarse o exponerse a la vergüenza, como decía mi padre.   Dos meses  después Johnny me estaba esperando a la salida del instituto. Mi hermana estaba de cuatro meses y aunque apenas tenía barriga, ya no iba a clase. La boda se había preparado a toda prisa y se iba a celebrar el sábado siguiente. Se lo tuve que decir. Él había oído algún rumor y me lo preguntó sin rodeos.    -Es una puta, dijo en voz muy baja, como todas.    Yo tenía que haber defendido a mi hermana, pero en ese momento comprendí la reacción de Johnny. Yo le había dado a entender con mis mentiras, de las que mi hermana nunca llegó a sospechar, que se enamoraría de él algún día. Además yo quería recuperar mi influencia sobre él, que todos supieran que era su amigo. En mi forma de ver las cosas, que Johnny hubiera estado en un reformatorio le daba todavía más prestigio.
   Lo vi todo a cámara lenta. Mi hermana y su ya marido salían de la iglesia. Cuando cesó la lluvia de arroz, todos empezaron a darle la enhorabuena. Mi hermana parecía feliz. Lo vi de espaldas, sin embargo, supe que era él y supe lo que iba a pasar. Se acercó a ella para darle dos besos. Intenté advertirla pero mi voz no se oyó entre los vivan los novios de la gente. Nadie se dio cuenta hasta que fue demasiado tarde. Mi hermana cayó al suelo muy despacio, con una mueca de estupor en la boca y una gran rosa roja en el pecho que poco a poco manchaba su vestido blanco. Johnny soltó la navaja que rebotó en el suelo y cayó llorando sobre el cuerpo inerte de mi hermana. Puedes imaginarte lo demás. 

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