¿Alguien se lo había pedido?
Vale, si, la primera tenía algunos golpes de humor rescatables, sobre todo con un John Malkovich afrancesado y totalmente desatado, pero no le veo demasiado sentido a una secuela 8 años después más allá de poder disfrutar del trabajo de Rowan Atkinson, eterno Mr. Bean. ¿Y esa era Scully? Si amigos, tras gastarse todos los royalties de Expediente-X en botox, Gillian Anderson no desentonaría en el harén misógino de su ex-compañero en Californication.