
Resumen: Estaba fundamentado. Estaba muy fundamentado. Ahora os doy detalles (si no sabéis nada de nada es probable que disfrutéis más la película, así que aunque no pienso poner spoilers puede que queráis considerar dejar de leer).
Para los que sí queréis saber más:
Joker es una ventanita a través de la cual podemos observar la evolución -de víctima al borde del colapso a líder activista un poco por accidente-, de Arthur Fleck (Joaquin Phoenix), un payaso que lleva una vida tremendamente deprimente y cuya salud mental hace pensar que igual Tylor Durden era un tío bastante normal después de todo.

Solo Phoenix, al que supongo que ya le habrán enviado el Oscar por correo, es razón suficiente para que os mande a todos a comprar palomitas ahora mismo; pero es que al margen de la interpretación estas dos horas de metraje tienen tantas cosas que molan que no os las cuento todas porque estaríamos aquí todo el día. La construcción del personaje es impecable, la ambientación es maravillosamente convincente -la fotografía, la iluminación, la música-, cada personaje secundario añade piezas al carácter del protagonista, y Joker provoca casi tanto miedo como Arthur empatía, dando una explicación limpia y convincente a los orígenes de un villano que está como unas auténticas maracas.

Los únicos aspectos mejorables que he podido encontrar son la utilización de algún cliché muy manido y el que hay ratos en los que se hace un poco lenta, pero en la composición total éstos son detalles mínimos que apenas empeoran la experiencia. Desde mi punto de vista, Joker es una de las películas del año, si no de la década, y tengo todas las razones del mundo para recomendarla. Si eres de ésas personas que van al cine dos veces al año, éste es el momento de utilizar una.
Se acabó el festival pero aún tengo críticas por escribir, así que volveré pronto.