Jonathan Sacks es rabino de las Congregaciones Hebreas Unidas de la Commonwealth y miembro de la Cámara británica de los Lores.
Hoy publica en L'Osservatore Romano el siguiente artículo editorial firmado, a propósito de la crisis financiera europea, aquí traducido del italiano con rapidez:
Los líderes europeos se reúnen para salvar el euro y la Unión Europea. Lo mismo deberían hacer los líderes religiosos. Por esta razón vengo a Roma, para discutir nuestras preocupaciones comunes en la audiencia con el Papa y en las conversaciones en la Universidad Gregoriana.
La idea puede parecer absurda. ¿Qué tiene que ver la religión con la economía o la espiritualidad con las instituciones financieras? La respuesta es que la economía de mercado tiene raíces religiosas. Es algo que, de hecho, surgió en Europa, impregnada de los valores judeo-cristiano.
Como ha evidenciado el economista de Harvard, David Landes, hasta el siglo XV, China estaba muy por delante de Occidente en una amplia gama de tecnologías. Sin embargo, China no ha creado una economía de mercado, no ha visto el nacimiento de la ciencia moderna ni la revolución industrial. Como Landes dice, China no tenía el conjunto de valores que el judaísmo y el cristianismo dieron a Europa.
La economía de mercado es profundamente coherente con los valores presentados en la Biblia hebrea. La prosperidad material es una bendición divina. La pobreza aplasta el espíritu y el cuerpo y remediarla es una tarea sagrada. El trabajo es una vocación noble. "Vivirás - recita el Salmo - del trabajo de tus manos, serás feliz, y gozarás de todo tipo de bienes."
(…) Además, Landes dice, la Biblia presenta el concepto de tiempo lineal, rechazando la idea de que el tiempo es un ciclo en el que, en definitiva, nada cambia.
Los primeros instrumentos financieros del capitalismo moderno se desarrollaron en el siglo XIV por las bancas de las ciudades cristianas de Florencia, Pisa, Génova y Venecia. Max Weber ha trazado la conexión entre la ética protestante y el espíritu del capitalismo moderno. Michael Novak ha hecho lo mismo para el catolicismo. Los Judíos, aunque sólo son el 0,2 por ciento de la población mundial, han recibido más del 30% de los premios Nobel de economía. Cuando le pregunté al economista experto en desarrollo Jeffrey Sachs qué era lo que motivaba su trabajo, él respondió sin vacilar "tikkun olam", el imperativo judío de "sanar un mundo roto". El nacimiento de la economía moderna es inseparable de sus raíces judeo-cristianas.
(…)
Los instrumentos financieros que están en el centro de la actual crisis, los préstamos subprime y la titularización de riesgo, son tan complejos que los gobiernos, las autoridades reguladoras y, en ocasiones, ni siquiera los mismos banqueros son capaces de comprender en su extrema vulnerabilidad. Quienes han alentado a la gente a asumir hipotecas que no eran capaces de pagar, son culpables de lo que la Biblia llama poner "tropiezos delante de un ciego."
La creación de una deuda personal y colectiva en los Estados Unidos y Europa debería haber enviado las señales de advertencia a cualquiera que esté familiarizado con las instituciones de los años sabáticos y jubilares, organizados precisamente ante el peligro de que las personas quedaran atrapadas por la deuda.
Estos son síntomas de un error, un fracaso más amplio: tratar el mercado como un fin y no como un medio. La Biblia nos ofrece una vívida imagen de lo que sucede cuando la gente deja de ver el oro como un medio de intercambio y empieza a considerarlo un objeto de culto. Llame a esto el becerro de oro. Su antídoto es el sábado, un día a la semana en el que no se trabaja ni se hace trabajar, ni se vende ni se compra. Es un tiempo dedicado a las cosas que tienen un valor, no un precio: la familia, la comunidad y el gracias a Dios por lo que tenemos en lugar de preocuparse por lo que nos falta. No es casualidad que en Gran Bretaña, tanto el domingo como los mercados financieros han sido desregulados más o menos al mismo tiempo.
Estabilizar el euro es una cosa, sanear la cultura que lo rodea es otra distinta. Un mundo donde los valores materiales son todo y los valores espirituales no son nada, ni genera un Estado estable, ni tampoco una buena sociedad. Ya es hora de redescubrir la ética judeo-cristiana de la dignidad humana, a imagen de Dios. La humanidad no fue creada para servir a los mercados. Los mercados fueron creados para servir a la humanidad.
[Cursivas y negritas son mías]