Brilla el sol y el hambre hace su aparición debido a la avanzada hora del mediodía (en realidad tenía hambre casi antes de comenzar la película). El autobús sube por la Castellana rumbo a Plaza de Castilla (En Madrid para los foráneos) y las marquesinas que pasan ante mis ojos anuncian una tras otra dos o tres películas repetitivamente. ‘El Chico del Periódico’, ‘Spring Breakers’ y ‘Los Amantes Pasajeros’. Caras conocidas y familiares como la Javier Cámara y compañía; adolescentes semidesnudas; Nicole ‘mi droga es el botox’ Kidman… En esos momentos pienso en lo grande y diverso que es el cine. Sólo quince minutos antes y en una pequeña sala destinada a proyecciones de la Fundación Aisge, cerca del edificio de La Bolsa de Madrid (cerca del Prado qué coño, la bolsa para hacer la compra), he podido disfrutar de una pequeña y humilde producción que jamás será anunciada en una marquesina de la Castellana. ¿Es menos cine por ello? Por supuesto que no.
Me refiero al documental ‘Jordi Dauder, La Revolución Pendiente’, película dirigida por Antoni Verdaguer, quien junto al equipo de producción, me reciben muy amablemente al entrar en la sala. Pienso en lo lejos que está esta cinta de ‘The Paperboy’ y al mismo tiempo las similitudes que poseen. En esta pequeña sala habrá unas diez personas como mucho, todos miramos una pantalla en una habitación a oscuras, con el mismo fin que los fans de Zac Efron, disfrutar del cine.
Jordi Dauder junto al director Antoni Verdaguer durante el rodaje.
La cinta que nos ocupa gira en torno a la figura del actor Jordi Dauder, secundario muchas veces en la sombra de nuestro cine, quien además desarrolló otras facetas artísticas siempre a la par de su fuerte idealismo político, que lo acompañó hasta el último de sus días. El documental nos acerca al ser humano sin pretender nada más, o quizás sí.
La amistad que unió al director con el actor se hace latente a lo largo de la entrevista sobre la que gira el grueso del metraje. Ésta se realizó tres meses antes del fallecimiento del artista a causa del cáncer y sin embargo, como luego me comentó el propio director, nunca perdió la vitalidad inconformista y reivindicativa que le acompañó ya desde joven, en el exilio; más tarde en la clandestinidad durante la dictadura, y en los últimos tiempos cerca del 15M… ¿Es el documental un panfleto político? Sin duda, las fuertes convicciones políticas de Dauder son inevitables a lo largo de la película, pero aquí no se trata de convencer a nadie de nada.
Dauder recibiendo el Goya por la película ‘Camino’ en 2008
Dauder habla desde su experiencia, a través de la integridad, por la que dice le gustaría ser recordado en un momento de la entrevista. En mi opinión, más allá de los ideales y del carácter histórico-biográfico que posee el metraje, su mayor valía es mostrar a un hombre, que resultó ser actor, escritor, doblador, activista…y que más allá de todo ello, siempre encontró en su convicción humana una manera de vivir en pro de un mundo más justo, aunque, como él mismo dice, no siempre se cumplan esos ideales que tanto defiendes, pues como humanos, erramos y nos contradecimos constantemente.
Al final, y por encima de todo, la calidez que desprende la amistad entre dos amigos que conversan, el uno sin mucho tiempo por delante; el otro consciente de ello, traspase los ojos del espectador dando lugar a la reflexión sobre las cosas que son realmente importantes en nuestras vidas a medida que avanza el metraje. Jordi Dauder lo tenía claro. Para él, la amistad perduraba sobre todas las cosas; Antoni Verdaguer inmortaliza con sumo respeto y admiración el mayor ideal del artista catalán.