Jorge D’Alessandro
La Sociedad Deportiva Huesca, un año más, se encuentra en las fechas navideñas en una situación crítica que ha obligado a la dirigencia a tomar cartas en el asunto. Antonio Calderón, que se hizo cargo del banquillo azulgrana a finales de la pretemporada veraniega, fue cesado hace unas semanas y mientras tanto y con carácter de interinidad se ha hecho cargo de la dirección técnica Ángel Royo. Se da la circunstancia de que este mismo entrenador ya fue cesado la temporada pasada tras disputarse sólamente 6 jornadas.
Este comportamiento errático acaba de vivir otro episodio más, el día de Navidad se confirmaba la contratación de un nuevo entrenador, el colaborador de Punto Pelota Jorge D’Alessandro dejando a Royo como segundo entrenador. Queda así configurado el nuevo organigrama que intentará conseguir el objetivo de la temporada, la permanencia en la Liga Adelante. Para ello tiene una plantilla bastante veterana, con experiencia en la categoría, muy renovada año tras año, a la que le ha costado sobremanera dar el salto suficiente como para no pasar apuros una temporada.
Como golpe de efecto, la contratación del técnico argentino parece satisfactoria. Tiene fama de motivador y conoce perfectamente la categoría. A nivel mediático también es importante, seguro que la cuota televisiva del equipo oscense crece, por el mero hecho de tener al técnico que tiene, esto puede ser un arma de doble filo, sería otro hecho a analizar.
Repasando rápidamente su trayectoria, se puede ver que ha sido un habitual en los partidos españoles de los últimos 20 años. Tras una larga carrera como portero, principalmente en el Salamanca, su primera experiencia en la categoría de plata fue con el Figueres, al que llevó a pelear por la promoción para subir a primera división. Menos suerte tuvo con el Betis, se mantuvo en la mitad de la tabla hasta que fue cesado al estar lejos de los puestos de ascenso. De la mano de Jesús Gil debutó en Primera, en el Atlético de Madrid, consiguiendo salvar al equipo del descenso a Segunda. La temporada siguiente fue nuevamente llamado de urgencia al Calderón pero no pudo concluir su trabajo y se le cesó antes de acabar la temporada.
En la temporada 1995/1996 unió su destino a mitad de temporada al equipo de su vida como jugador, la Unión Deportiva Salamanca, a la que no consiguió salvar del descenso a Segunda pese a experimentar una notable mejoría en cuanto a juego y resultados. La temporada siguiente ascendió al Mérida a la máxima categoría del fútbol español, manteniéndose una temporada en la cumbre.
Comenzó el siglo XIX como apagafuegos del Elche, al que mantuvo en Segunda. Al año siguiente fue nuevamente llamado para la misma misión pero fue cesado antes del fín de temporada. Volvió al Salamanca, también empezada la temporada, para situarlo en la zona templada antes de recalar en el Rayo Vallecano en el que estuvo poco tiempo.
Estaría una larga temporada sin entrenar hasta que en 2010 es nuevamente contratado por la Unión Deportiva Salamanca, logra una milagrosa permanencia y decide dejar de entrenar, promesa que incumple la temporada pasada al aceptar la oferta del Gimnastic de Tarragona, que se encontraba hundido en la tabla de la Liga Adelante. Hace una buena campaña pero no puede mantener al equipo.