Jorge Drexler (Montevideo, 1964) está de vuelta con Salvavidas de hielo (Warner Music, 2017), un nuevo disco en el que todos los sonidos que dan forma a sus once canciones están obtenidos de la guitarra como único instrumento, utilizado en esta ocasión con su amplísimo abanico de posibilidades.
"La única fuente de sonido que tiene son guitarras", recalca a Mercadeo Pop el uruguayo, quien explica que es "un ejercicio de austeridad para ir a lo profundo de un instrumento en vez de conocer superficialmente miles" de elementos. "Todos los sonidos del disco están obtenidos por nosotros mismos, aunque luego los usemos para los loops", apostilla.
Y aún añade sobre este proceso, asentado sobre tan peculiar premisa: "Con la capacidad de procesamiento de software que tienes hoy, con un chasquido puedes hacer un bombo. Y como sabíamos que eso iba a generar dudas, tenemos registrado todo el proceso, que fue fascinante desde un punto de vista sonoro".
El resultado es de una riqueza rítmica que sorprendió al propio Drexler, pues tal y como recuerda, "a partir de una idea de un disco con guitarras tocadas al estilo tradicional" empezaron a "añadir algunos golpecitos para hacer algunas bases".
"Y como si fueran un germinador, los dejábamos una noche y a la mañana siguiente habían crecido y veíamos más posibilidades. Llamamos a percusionistas y les dimos guitarras para que tocaran sobre ellas, por lo que nos odiaron durante un rato", recuerda entre risas.
Eso sí, antes de someterlas al proceso de producción en el estudio, aclara Jorge Drexler que todas las canciones fueron escritas "en un sofá con una guitarra y un cuaderno", para que ante todo "fueran autónomas en su formato de canción" desde su nacimiento en Madrid, antes de partir hasta Ciudad de México para la grabación.
La primera de las canciones que terminó para este disco, su regreso después de tres años, lleva por título Quimera y es, según explica, "una declaración de intenciones". "Es el momento en el que después de tiempo sin componer me siento con la guitarra, inseguro, para ver si van a surgir canciones o no", admite.
Y se detiene un instante a reflexionar sobre esa inseguridad porque, a su juicio, "si hay algo que tiene" el trabajo de ser músico es "que no tienes ninguna garantía de que vayan a surgir canciones. Hay muchos ejemplos de gente que ha escrito canciones maravillosas pero un día se sientan a ello y no hay más. Ese miedo lo tenemos todos los compositores, al menos los que yo conozco", confiesa.
"Si hablas de lo que te pasa, puede haber un momento en el que haya un cortocircuito entre tu vida y tu creatividad, por lo que tengas que escribir de oficio o bien no decir nada más", prosigue, para terminar sentenciando: "En esa canción escribo sobre el acto de salir a buscar. ¿Pero el qué? ¿Algo concreto? No, una quimera que puede perfectamente no aparecer".
Llegados a este punto, tras un breve instante de reflexión, remacha que "la inspiración es una quimera que o está o no está, aunque en realidad no sabes... A veces la tienes y otras no la tienes, porque no se puede encapsular".
Siempre detrás de esa quimera, escribe Drexler sobre la vida cotidiana porque es lo que le "sale", incluyendo en esta ocasión temas como el la telefonía o la necesidad del silencio, que trata en dos canciones "antagónicas".
"La realidad la percibo mejor con dos puntos de vista. Las comunicaciones te permiten en casos como el terremoto de México hablar con tus amigos para verificar que están bien o generar redes de solidaridad, pero al mismo tiempo llega un momento en el que uno requiere un poco de veda telefónica", explica.
Tratando de encontrar las palabras precisas, destaca Drexler que en la actualidad "tenemos síndrome de abstinencia físico de los teléfonos", y relata que recientemente apagó su móvil y se fue con sus hijos al Retiro: "Y no fue fácil, por lo que quedé contento y preocupado. Pero no me importa tener contradicciones, ya que son una dinamo para el aprendizaje".
En Salvavidas de hielo cuenta además el músico con la colaboración de Julieta Venegas, Natalia Lafourcade y Mon Laferte, que aportan mucha fuerza al resultado final a través de tres canciones de línea más romántica, con sus aristas. "Vinieron con una personalidad muy poderosa y con mucha carga emocional. Le dieron un filo emocional al disco, que es lo que a mi más me cuesta conseguir", apunta.
Incluso hay hueco para un homenaje a Joaquín Sabina en el tema Pongamos que hablo de Martínez, en el que sin citarle directamente, recuerda la noche del "10 de diciembre de 1994 en Montevideo", cuando le aconsejó venir a España y le "cambió verdaderamente la vida". "La hice en apenas tres horas, se la mandé por Whatsapp y me respondió muy emocionado con todo el cariño y su inoperancia telefónica", bromea.
La gira de presentación del álbum comenzó los días 4 y 5 de octubre con dos recitales en Montevideo precedidos por una gran expectación, como él mismo señala: "Siempre me he sentido muy querido y muy esperado por el público en las dimensiones en las que me he movido, porque a veces me he sentido así en locales de setenta personas".
"Realmente lo que importa es esa sensación de que el amor está adecuado al contenido. Si estás haciendo teatros como el Gran Rex de Buenos Aires con 3.600 butacas cuatro noches, es maravilloso. La gira por el cono sur estaba casi sold out sin el disco a la venta, y eso es todo un acto de fe por parte de la gente", recalca.
Con semejante horizonte, destaca Jorge Drexler que para él el éxito, en cualquier caso, "sigue siendo el privilegio enorme de estar orgulloso de lo que uno hace". "Y de que haciendo lo que uno quiere hacer, la gente lo reciba en las dimensiones en las que sean", añade contestándose a sí mismo.
Aprovecha incluso para citar a Antonio Escohotado, quien dijo que "el merecimiento no trae siempre necesariamente el éxito, pero sí trae el amor propio y el respeto por uno mismo". A partir de esa cita, afirma que "haber hecho los méritos para recibir algo puede que sea reconocido o no, pero desde dentro surge una convicción de estar contento con uno mismo".
Y zanja: "No hay más que eso. Esa pequeña epifanía momentánea son esos salvavidas de hielo efímeros de los que hablamos, de agua flotando sobre agua. No aspirar a la eternidad sino a pequeños momentos de estar orgulloso de lo que uno hace".
Jorge Drexler acaba de regresar a los escenarios con recitales en Montevideo y Concepción (10 de octubre). Luego será turno para Santiago de Chile (12 y 13 de octubre), Frutillar (14 y 15 de octubre) y Buenos Aires (cuatro noches del 19 al 22 de octubre), antes de presentarse en suelo español el 28 de estemismo mes en Girona.
Después continuará durante noviembre y diciembre por ciudades como Bilbao, Castellón, Palma de Mallorca, Valencia o Madrid (13 y 14 de diciembre en el Teatro Nuevo Apolo, con la primera fecha ya agotada). El 27 de enero de 2018 la cita será en el Gran Teatro del Liceo de Barcelona.
Pero habrá y de hecho hay más citas, como la que protagonizará el 30 de noviembre junto a Depedro en la Sala Galileo de Madrid centro del ciclo de los Conciertos Cómplices de Mahou. Siempre viviendo en canciones, recorriendo escenarios, persiguiendo quimeras.
ENTREVISTA PUBLICADA ORIGINALMENTE POR David Gallardo EN EUROPA PRESS