Christina Perri - A thousand years
Vía WhatsApp acabo de descubrir la estupenda filosofía de vida del asturiano Jorge Egocheaga (Oviedo, 1966), médico y el quinto alpinista español en ascender los catorce "ochomiles". Perdió a su mujer y a su mejor amigo en la montaña. Ha creado una ONG y lo que se recaude con la venta del libro " Quizá vivir sea esto" (Penguin Random House)irá destinado a la creación de becas de ayuda a la educación de los niños sin recursos del valle del Makalu, en Nepal. Es de esas personas que enseña mucho a los demás contando sus titánicas experiencias. Buscando un poco en Google me he encontrado con estas joyas de frases fruto de un diálogo interior que da para pensar y repensar sobre lo que realmente importa:
El covid nos ha cambiado la vida, bueno. Pero es que vivimos instalados en la cultura de la queja y eso no nos hace ningún favor. ¡No vivimos en la realidad del mundo, sino en una burbuja! Deberíamos dar gracias, para empezar, por haber nacido en la parte del mundo en que hemos nacido, porque hay gran parte de la población mundial que no tiene nada. Tendría que estar prohibido quejarse.
Somos tremendamente débiles. Cada vez más. Se premia la falta de carácter y de esfuerzo. El sacrificio cuenta poco. Por eso tenemos muy poca resistencia ante todo.
Si algo enseña la vida, y también la montaña, es que todo puede cambiar de repente.
Haber conocido a mi mujer es más significativo que haberla perdido.
En el día a día no hacemos más que complicarnos la existencia con tonterías. Si no tenemos problemas, nos los buscamos, así somos las personas. Si algo he aprendido es que lo que quiero es una vida simple. Sí, simple, que es la mejor.
Por desgracia he visto morir a muchas personas. Pero todos vamos a morir. Esta sociedad carece de la conciencia de la impermanencia y es esencial tenerla para ser feliz, para amar la vida. Prefiero morir intentando cumplir mis sueños.
Ahora doy importancia a muy pocas cosas. Importa lo simple: estar bien de salud, no tener dolores, estar con tus seres queridos. Es decir, todo eso que tenemos a nuestro alcance la mayoría de personas en esta sociedad y no le damos valor. Ser más o menos rico, tener reconocimiento, poder, no tiene ninguna importancia, es todo mentira, marketing.
Tengo pequeños momentos de felicidad que valen por una vida. Bajar de una cumbre y compartirlo. Beber un vaso de agua fresca un día de calor. Hay muchísimos y son muy baratos y sencillos. Tenemos la felicidad en nuestras manos, pero la despreciamos. El problema es que la buscamos fuera, cuando está dentro.
A mí me encantaría pasar desapercibido, ser invisible. No quiero estar expuesto. Toda esa gente que pasa la vida luchando de malas maneras por ser recordados, ricos y reconocidos lo serán como mucho por dos generaciones.
Aquí somos muy afortunados. Esta sociedad de la queja debería de ser la sociedad de las gracias, aunque solo sea por la educación y la sanidad que tenemos. Un porcentaje muy alto de la población en el mundo vive una realidad muy distinta a la nuestra, más verdadera.
En la vida hay más sufrimiento que disfrute y hay que aceptarlo si no quieres vivir en la frustración permanente.
Creo que el sentido de la vida es ayudar a los demás y vivir tranquilo, con pocas cosas. Tener una vida simple, sin más. Si deseas poco estás mejor.
Las pequeñas cosas