Jorge M. Reverte. El vuelo de los buitres. El desastre de Annual y la guerra del Rif.En colaboración con Sonia Ramos y M’hamed Chafih.Galaxia Gutenberg. Barcelona, 2021.
En 1921, Silvestre tenía sus propios planes: haciendo de Annual la base de operaciones de sus contingentes, preveía lanzar sus tropas sobre el frente temsamaní, cortar en dos la línea del río Amekrán y, con un avance múltiple, plantarse en la desembocadura de otro río, el Nekor. Desde allí, tenía al alcance de su mano el sueño de todos los generales españoles que habían guerreado en la zona: Alhucemas, la inviolada. No le salió bien.
Y eso a pesar de que estaba apoyado por una potencia europea. Renqueante, pero potencia, con una población que llegaba a más de veinte millones, y un PIB enormemente superior al del Rif. Por muy mal que estuviera España, sus diferencias con esta agreste pero pequeña región de Marruecos eran enormes.
Mejor le salió, en cambio, a Mohamed Abd el-Krim, que se puso al frente de un casi imposible aglomerado de tribus, que sumaban unos pocos cientos de miles de habitantes, a los que convenció para que se unieran a su idea de «guerra total», del pueblo en armas en pos de la que él veía como República del Rif. Un sueño contra otro.
Un guerrillero moderno anticolonialista luchó contra el Ejército de una potencia europea. Y venció.
Este libro es la historia de ese enfrentamiento que duró pocos meses, pero se fraguó durante años, porque empezó en lugares como Fez mucho tiempo antes. Un combate que se resolvió con una escandalosa derrota provisional de las tropas coloniales españolas en un lugar llamado Annual, aunque siguió en otros sitios, como Nador, Zeluán o, sobre todo, Monte Arruit. Entre ocho y trece mil soldados españoles perdieron la vida en aquellos días. Algunos a manos de los rifeños y otros a causa de la sed, el hambre, el paludismo, el agotamiento...
Las responsabilidades sobre aquellos hechos quedaron bastante aclaradas por la instrucción impecable del general Picasso. Su expediente, con cientos de declaraciones de los supervivientes, constituye, sin duda, una fuente inestimable para todo aquel que pretenda reconstruir la historia del desastre de Annual.
Son algunos párrafos de la Introducción de Jorge M. Reverte a su libro, ya póstumo, El vuelo de los buitres. El desastre de Annual y la guerra del Rif, que publica Galaxia Gutenberg.
Escrita en colaboración con Sonia Ramos y M’hamed Chafih, es una documentada narración y un riguroso análisis de aquella catástrofe bélica que en quince días dejó más de diez mil muertos entre los soldados españoles, la mayoría de reemplazo y todos con una muy deficiente instrucción en el uso de las armas y en las tácticas de combate.
La torpeza estratégica, el desconocimiento del terreno, la falta de vías de vías de comunicación y la irresponsabilidad impulsiva de los mandos, desbordados en una sucesión de órdenes y contraórdenes, crearon un caos que culminó en menos de tres semanas, entre el 22 de julio y el 9 de agosto de 1921, en el descalabro de Annual y Monte Arruit. Todo había empezado unos meses antes, en abril, con el bombardeo naval y aéreo de Axdir, el núcleo de la rebelión de las tribus rifeñas.
Izzumar, Ben Tieb, Dar Drius, Abarrán, Igueriben, Nador, Zeluán, Cheif, Dar Quebdani o Monte Arruit son algunos de los topónimos ligados a aquel desastre, capítulos de una tragedia de asedios y desbandadas, traiciones, torturas masivas y matanzas salvajes que conmovió los cimientos de la política y la sociedad española y que fue la consecuencia terrible de una mezcla explosiva de incompetencia militar y crueldad rifeña, representada por los generales Fernández Silvestre y Felipe Navarro y el cabecilla rifeño Abd el-Krim, antiguo funcionario al servicio de la administración española, un astuto estratega capaz de derrotar, aunque fuera provisionalmente, con sus harkas tribales a un ejército regular que carecía de control de aquel terreno agreste y sobre todo de la escasísima agua.
Annual, con sus precedentes y sus consecuencias, suscitó desde muy pronto un interés que se refleja en el enorme volumen de ensayos que se ocuparon de describir y explicar el desastre, que tuvo también una vertiente narrativa en La forja de un rebelde, de Arturo Barea; en El blocao, de Díaz Fernández; en Imán, de Sender, o más recientemente en El nombre de los nuestros, de Lorenzo Silva.
A esa ingente bibliografía viene a sumarse este libro que tiene como novedad su voluntad de recoger una mirada desde los dos bandos, porque esa es una de sus aportaciones fundamentales: la incorporación de la visión marroquí de los hechos a través de M’hamed Chafih.
Escrita con la fuerza documental de una trepidante crónica de guerra, Jorge M. Reverte no llegó a verla impresa, pues murió semanas antes de su publicación. De alguna manera, esta espléndida obra es también su testamento como escritor.
Santos Domínguez