Revista Insólito
El 9 de Abril de 2003, a los 94 años, fallecía Jorge Oteiza. El Centro de Estudios del Museo Oteiza recoge datos y documentos de aquellas personas que tuvieron contacto con el escultor, y que puedan dar testimonio verbal o documental sobre él. Este programa ha recibido el nombre de Memoria de Oteiza. Pero nosotros, volvemos a recordarle aquí con un poema, escrito tras la muerte de su esposa, en diciembre de 1991, y donde reflexiona sobre la muerte como pudiera hacerlo un niño.
He visto morir a Itziar, no he podido hacer nada.Me acerco, lloro junto al árbol, miramos los dos al cielo.Seguramente no estás ya en ninguna parte, solamente aquí, en mí, conmigo.Le ha besado la muerte. Baja en su rostro, lentamente, de Dios, una lágrima de sufriente, infinita dulzura.Me acerco a Dios. En lo alto de una colina lo veo desaparecer. Le seguían a distancia unos campesinos con alas.Entro y salgo en la palabra. Entro en el muro y salgo. Entro en mi cuerpo y salgo.No es tan incompleto mi cuerpo, mi país. Entro en mi país y salgo.Entro en la palabra. Me quedo. Os digo que no estoy. Estamos en el fin. A ninguna parte hemos llegado.Ponedme en la mano tierra, tierra alrededor. Ya no queda tierra para uno, pronto.La tierra es para todos. A mí, acostadme de un lado. Que sea del derecho. Es como duermo.Y no me toquéis. No quiero nada encima, sólo hierba. Que pueda sentir una vaca que pasea.Que la meada de la vaca o un pollino me llegue hasta el costado izquierdo. Tierra a la vista.Llego un poco tarde, perdonadme. Ya estamos todos. Podeis mezclar nuestros huesos.
Imagen: Biblioteca del Instituto Internacional