(JCR)
Durante las dos ultimas semanas, todos los días a las ocho de la mañana veo a unos doscientos niños y jóvenes que se reúnen en la gran explanada del centro Salesiano de Boscolac, en Goma (R D Congo) con la ilusión de quienes saben que durante las próximas horas jugaran, harán deporte, cantarán y escucharán palabras de consuelo y esperanza tomadas del Evangelio que les darán fuerzas para seguir adelante en familias donde comen una vez al día y habitan casas construidas con latas viejas. Sus monitores son nueve chicos y chicas que, con una gran generosidad, dedican la mitad del día a hacer felices a estos niños. Cuando los chavales vuelven a sus casas, los nueve animadores se reúnen para evaluar la jornada, rezar y programar el trabajo del día siguiente. ¿Creen ustedes que jóvenes africanos como estos estarán presentes en la Jornada Mundial de la Juventud?
La pregunta sobra. Claro que no. En Goma, como en cualquier ciudad o pueblecito de los más de 50 países africanos, hay parroquias o a grupos ligados a congregaciones religiosas donde uno se encuentra con grupos que bullen con cientos de jóvenes. A diferencia de Europa, donde uno entra en iglesias vacías de jóvenes y donde los párrocos se devanan los sesos para encontrar la manera de atraer a los jóvenes, en África hay masas de jóvenes que acuden a parroquias y conventos para pedir a sacerdotes y religiosas que organicen o que les dejen organizar actividades que les hagan sentirse miembros de la Iglesia. Los coros están animados por jóvenes, las salas parroquiales se quedan pequeñas para acoger a los numerosos grupos de oración donde abundan los jóvenes, y los grupos de acción social caritativa a menudo no dan abasto para acoger a tanto joven que desea colaborar de forma desinteresada.
Pero, insisto, aquí en Goma no son estos los jóvenes que irán a la Jornada Mundial de la Juventud, en la que por otra parte la presencia de jóvenes africanos sera insignificante porque el precio de un billete de avión esta fuera de las posibilidades de cualquier joven, a no ser que sea el hijo de un ministro o de algún comerciante rico. A Madrid irán los Kikos presentes en esta diócesis, movimiento que desde hace pocos años tiene una gran influencia en Goma. Y si buceo en otro caso que también tengo mas cercano, el de Uganda, por lo que he podido ver hace poco tampoco acudirán los lideres juveniles más activos en sus parroquias, sino los de movimientos como el Opus Dei o Comunión y Liberación. Se trata de grupos que tienen buenas conexiones, ademas de dinero que reciben de otros miembros con más posibilidades que viven en otros países y que comprensiblemente intentan ayudar a sus hermanos de movimiento. Cuando se hagan presentes en Madrid el próximo mes de agosto, darán la impresión de que son estos movimientos los que de verdad son el futuro de la Iglesia aquí, pero la realidad es otra : hay muchos otros grupos juveniles que llevan décadas batiéndose el cobre en lugares difíciles de África, pero que no tienen ni dinero ni conexiones con el poder para poder acudir a la JMJ de Madrid, y que permanecen invisibles en los grandes eventos con proyección hacia los medios de comunicación.
Porque, ocurre, ademas, que en el caso del Congo al final quien corta el bacalao de presentar las listas para que les den el visado es un sacerdote bien situado (cuyo nombre prefiero omitir) que realiza las cribas convenientes para que a la JMJ acudan los jóvenes de grupos afines a él, entre los que – como no – hay bastantes de su propia familia. Y como ademas el reverendo padre tiene buenas conexiones con el poder, ha conseguido que el presidente Kabila done una generosa cantidad del dinero para fletar aviones que lleven a Madrid a quienes él decida que deben ir. No me estoy inventando nada. Es un caso que en la iglesia de la R D Congo ha levantado ampollas y ha creado un enorme malestar, y por lo que pude recoger hace pocas semanas en Uganda allí ocurre tres cuartos de lo mismo y ha creado grandes divisiones en bastantes diócesis.
Personalmente, creo que es una excelente iniciativa realizar una Jornada Mundial liderada por el Papa para dirigirse a jóvenes venidos de todo el mundo, y más en estos tiempos en los que los jóvenes necesitan orientaciones serias y ser animados por la Iglesia. No estoy, por supuesto, en contra de la JMJ ni mucho menos. Pero para que de verdad se tratara de una jornada « Mundial » habría que poner los medios para que de África acudieran muchos mas de los aproximadamente 8.000 jóvenes que vendrán. Dicen que en Madrid se espera un millón de jóvenes. Me encantaría que así fuera y espero que incluso sean más. Pero entre un millón, 8.000 jóvenes representan un numero insignificante. Y sobre todo habría que dar muchas mas oportunidades a los jóvenes africanos más activos en sus parroquias, que muchas veces proceden de familias muy pobres, y que la selección de quienes acudan a este evento no se realice con criterios basados en la riqueza y las conexiones con el poder que poco tienen que ver con una manera evangélica de organizar las cosas.