Jorobado, sordo y abandonado

Pues no, el titular no invita al optimismo. Y es que el libro Nuestra Señora de París, escrito por Victor Hugo en 1831, y que al parecer creó tras la separación de su mujer, se aleja bastante del concepto de la historia de Esmeralda y Quasimodo que nos contó a muchos Disney. Leyendo la novela (una maravilla por cierto) resulta sorprendente que Disney fuera capaz de sacar un cuento edulcorado y con final feliz en su película de dibujos animados El jorobado de Notre Dame, claro que si pensamos en que también lo consiguió con la sirenita (de dramático final en su versión original escrita) no debe extrañarnos. Nuestra Señora de París narra la historia de un campanero de la hermosa catedral de Notre Dame en el siglo XV y de la joven gitana Esmeralda, pero es también una crítica a la religión, al Rey, a las desigualdades sociales y a las modas que, en concreto en el ámbito de la arquitectura, han acabado con grandes obras de arte en Francia, según Víctor Hugo, quien no tiene pudor alguno en detener, durante capítulos enteros, la narración para soltar sapos y culebras sobre diferentes arquitectos y autoridades de la época y de tiempos anteriores. Si se ha visitado París es imposible no sentirse trasportado a la Ciudad de la Luz, aunque en la capital francesa actual o no existe o es de imposible acceso para el turista, la picaresca de la llamada Corte de los Milagros, donde los truhanes vivían para inventar nuevos delitos y formas de estafa para sus conciudadanos. El drama de Quasimodo, abandonado por sus padres, jorobado y sordo, no es el único de la novela, pues cada personaje, a su manera y con la aplicación de irónicos correctivos por parte de su autor, sufre las inclemencias de la sociedad, la política o de la propia y contradictoria personalidad. Destaca por su crudeza la historia de la madre de Esmeralda y ahí me quedo, no les desvelo nada más. A falta de ver las películas, tituladas ambas Nuestra Señora de París, protagonizadas por Anthony Quinn y Gina Lollobrigida, en 1956, y por Anthony Hopkins y Derek Jacobi en 1982, les recomiendo que borren de su mente, si acaso la vieron, la versión de Disney y se lancen a leer el libro, a ser posible con una buena tabla de quesos y un vasito de vino cerca.

Nuestra Señora de París, novela de Víctor Hugo.