Revista Cultura y Ocio
Antes de leer José García no tenía la más remota idea de qué escondía el libro tras la cubierta. Un mes antes había leído El gladiador silenciado y me había dejado muy buen sabor de boca. En dicho poemario, Corominas se convierte en un Buñuel contemporáneo que en vez de convertir sus textos en imágenes los convierte en performances. Como digo, lo único que conocía de la novela de Corominas era su título, un título muy atractivo y muy enigmático, pues al tratarse de un nombre común, muchas eran las historias que podían encontrarse detrás. Debido a la reciente lectura de su poemario, a esa atracción que provoca el título, a que mantengo correspondencia ocasional con el autor y a que me gusta estar al día de las novedades de narrativa contemporánea que van saliendo, adquirí la novela de Corominas. Y he de decir que ni mucho menos me arrepiento.
José García es, probablemente, el nombre más común de España. Por eso, de forma ciertamente inteligente, Jordi Corominas no se centra en la historia de un tal José García, de un individuo llamado José García, sino de varios, de muchos, incluso más de los que aparecen en el libro, pues en el marco donde se ambienta la obra, la ciudad de Barcelona, se deja entrever que detrás de esos Josés se esconden muchos más. Para dejarlo claro, utiliza el autor el muy manido recurso de la fragmentación. Pero, ni lo hace de forma gratuita, ni lo hace para desestructurar la forma clásica de la novela; lo hace para crear un tablero, una cuadrícula donde esos Josés, esos personajes sencillos, comunes, puedan confluir como piezas de un juego. La historia arranca en una Barcelona desierta el día de la final de la Champions League entre el Barça y el Arsenal, en el año 2006. Por las calles del barrio de Gracia pulula un hombre llamado José García que, por circunstancias, confluirá, chocará (además literalmente), con otro José García. En los siguientes capítulos aparecen nuevos personajes que, gracias a la pericia narrativa del autor, irán relacionándose sutilmente con los personajes anteriores hasta consolidar sus enlaces de manera menos azarosa de lo que parece, pues nada en esta novela resulta gratuito.
Otro aspecto destacado de la novela es la voz narrativa, una voz que va variando según los capítulos, pero que nunca pierde la frescura propia de alguien que, además de tener voz, tiene personalidad, tanta que todas las voces se convierten en una hasta crear un sello propio. Sin embargo, y como única crítica, diré que en el pecado lleva la penitencia, pues es este tipo de voz, por momentos alocada e incluso surrealista (y esto me ha recordado al Corominas poeta), la que a veces, en momentos determinados, lleva al narrador a aportar excesiva información o a contar anécdotas que conducen al lector a perder, aunque sólo sea durante un instante, el hilo de la lectura. No obstante, resulta divertido dejarse llevar por el juego de matrioskas rusas gracias al cual Corominas inserta historias dentro de las propias historias, como cuando nos cuenta el caso de Aldo Moro y las Brigadas Rojas.
José García es un libro sobre los personajes anónimos que pueblan las grandes ciudades españolas, es la historia de las historias que se esconden detrás de cada uno de nosotros, es la historia de nuestros secretos, nuestras fechorías, nuestros experimentos vitales, nuestras vidas; pequeñas líneas rectas que se unen con otras para formar el trazado espiritual de las ciudades. José García es, en resumen, una novela original y personal que me ha llevado no sólo a saber qué se esconde dentro de ella, sino también a saber qué se esconde tras los corazones de todas esas personas sencillas, anónimas, que dan vida y color a las grandes ciudades.
José García, de Jordi Corominas. Barataria, 2012.