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José María Narváez, descubridor del Estrecho de Georgia

Por Manu Perez @revistadehisto

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José María Narváez, descubridor del Estrecho de Georgia

El Estrecho de Georgia en la costa occidental de América del Norte separa la Isla de Vancouver de la parte continental de la Columbia Británica (Canadá) y al igual que la propia isla debe su nombre al explorador británico George Vancouver, pero lo cierto es que el intrépido marino de Norfolk no fue el primero en llegar a tales lugares sino dos españoles que han sido injustamente desterrados al anonimato por la Historia; la isla fue avistada y pisada por primera vez por el español Juan Francisco Bodega e incluso llegó a recibir el nombre de éste junto al de Vancouver en la Convención de Nutka (1790-1794) hispanobritánica para ser posteriormente relegado de forma paulatina. El Estrecho, por su parte, fue descubierto por José María Narváez, un marino español casi olvidado pero rescatado recientemente por el historiador canadiense Jim McDowell en su libro “José Narváez: el explorador olvidado”.

Nacido en Cádiz a mediados del siglo XVIII, Narváez ingresó en la Armada a los 16 años y tras participar en algunos combates con británicos fue destinado a La Habana como tercer piloto, sirviendo desde allí durante tres años a bordo de naves de suministro en viajes a puertos españoles del Golfo de México hasta que en  1787 fue habilitado de segundo piloto y destinado al puerto  mexicano de San Blas en el Pacífico, base española de las expediciones hacia Alaska.

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Alaska y los rusos

Como consecuencia de la creciente actividad de Rusia en Alaska, el gobierno español  había comenzado a enviar buques para verificar la situación y hacer valer su soberanía, y así en marzo de 1788 zarpó de San Blas una expedición de reconocimiento formada por dos barcos: el Princesa, al mando de Esteban José Martínez  y el San Carlos, comandado por Gonzalo López de Haro con Narváez como piloto de. Los barcos llegaron en mayo al Prince William Sound, en la costa sur de la actual Alaska, y pronto descubrieron evidencias de la actividad rusa en el comercio de pieles.  Desde allí el San Carlos puso rumbo Oeste  hasta la isla de Kodiak , donde los españoles comerciaron con un grupo de nativos que se acercaron a la nave en  canoas, llevando pedazos de papel con escritura rusa (al parecer documentos  de pago) que Haro adquirió por intercambio para tener pruebas irrefutables de la actividad rusa en la región.

Días más tarde Haro envió a Narváez en un bote a investigar un posible puesto ruso en la bahía de Tres Santos de la isla de Kodiak. Narváez lo encontró y se convirtió de esa forma en el primer español en entrar en contacto amistoso con los rusos, al punto que su comandante, Evstrat Delarov, acompañó a Narváez al San Carlos, donde le dieron un barril de vino y otros regalos. Haro y Delarov conversaron largamente y Delarov le informó de que había siete puestos rusos con un total de unos 500 hombres en la costa entre Unalaska y el Prince William Sound. También le proporcionó un mapa ruso con la localización de los mismos y las costas de esa zona y le contó que un barco ruso iba hacia el sur a lo largo de la costa cada año, hasta alcanzar el Nutka Sound, en la costa occidental de la isla de Vancouver, y de que al año siguiente intentarían ocuparlo. Después Narváez llevó de regreso a Delarov a su puesto  y regresaron a San Blas, no sin que previamente Narváez cartografiara parte de las islas Aleutianas.

El Estrecho de Georgia

El año siguiente y  con la información obtenida, Narváez partió en otra expedición al mando de Esteban José Martínez para tomar posesión de la isla de Nutka, en cuyo puerto  se apoderaron de un barco británico, el Northwest America, al que rebautizaron como Santa Saturnina y en el que se envió a Narváez a explorar el Estrecho de Juan de Fuca, regresando éste tras navegar unas cien millas con la única información de la existencia de un buen puerto para recalar en el actual Port Renfrew.

Pero todo esto debió parecer insuficiente al Conde de Revillagigedo, a la sazón virrey de Nueva España y en 1789 envió una nueva expedición con  varias embarcaciones al mando de Francisco de Eliza para hacer nuevas exploraciones y ocupar de nuevo Nutka Sound. Narváez participó nuevamente como piloto de la la fragata Princesa al mando de Jacinto Caamaño.

Durante esta expedición y por orden de Eliza, Narváez, nuevamente a bordo de la goleta Santa Saturnina, exploró varios canales en el Estrecho de Juan de Fuca, entre ellos Barkley Sound, y levantó mapas de la zona visitada e informó sobre varios poblados nativos. A mediados de junio de ese año, navegó hasta la isla Pender y entró en el canal del estrecho de Georgia, que los españoles bautizaron como Nuestra Señora del Rosario la Marinera, siendo, por tanto, los primeros europeos en explorarlo. Reconocieron varias islas y ensenadas, como las de Bellinghan (Seno Gastón) y la de Chuckanaut (Puerto Socorro) y siguieron viaje hasta la punta Roberts, entrando en el río Fraser y  fondeando en Punta Grey, donde la embarcación fue visitada por nativos musqueam intercambiando alimentos por objetos de metal, tras lo cual Narváez continuó viaje por la zona actual del puerto de Vancouver rumbo Norte hasta el puerto de Nanaimo, navegando cerca de las islas Galiano y Valdés, pero tuvo que regresar el 22 de julio de ese año al puerto Discovery por falta de alimentos. Eliza quedó muy complacido con los informes recogidos por Narváez en su navegación por el estrecho de Georgia y confiaba continuar con aquella labor, pero al tener a gran parte de la tripulación enferma se vio obligado a abandonar y regresar a Nutka.

El final

Sin más reconocimiento que el de la propia armada española, Narváez continuó sirviendo en San Blas donde le sorprendió la guerra de independencia mexicana, permaneciendo fiel a las fuerzas realistas. Aún tendría tiempo de prestar más servicios a la Corona  como el de navegar a Filipinas para llevar la Constitución de Cádiz. Murió en Guadalajara (México) en 1828 a los 62 años.

Autor: Ignacio del Pozo Gutiérrez para revistadehistoria.es

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Bibliografía:

Jim McDowell, “José Narváez : the forgotten explorer : including his narrative of an voyage on the northwest coast in 1788”  Editor:The Arthur H. Clark Company, 1988

Jim McDowell, “Narváez: por aguas inexploradas”, Ediciones del Viento, 2018

Gabriel Agraz García de Alba, Un gaditano insigne en América, don José María Narváez, explorador y cartógrafo de Alaska, de California y del primer mapa de Jalisco, México, Real Academia Hispanoamericana de Ciencias, Artes y Letras,  México 1979

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