Revista Opinión
La rebelión de las masas (1929) del filósofo español y diputado republicano José Ortega y Gasset, obra que durante años había generado en mí grandes expectativas, ha resultado ser una vez leída, dejando para otra ocasión lo que considero algunos aciertos parciales, abiertamente eurocéntrica, etnocéntrica, apologista de la civilización y del Progreso, historicista, contrarrevolucionaria, liberal, burguesa, capitalista, antidemócrata, elitista, aristócrata, estatalista, nacionalista, imperialista, belicista, militarista e incluso esclavista (véanse aquí algunos fragmentos seleccionados). Cada vez me resulta más evidente que los filósofos de los que tan bien nos han hablado en las escuelas, en los institutos y en las universidades (casi siempre hombres europeos, como Platón, Maquiavelo, Hobbes, Locke, Nietzsche, Kant, Marx, etc.) no son sino los filósofos de la dominación, como lo son también, en esencia, las propias instituciones académicas donde estos son estudiados acríticamente. De tal palo tal astilla, y viceversa. Puede que salvo Bertrand Russell y alguno más de los currículos oficiales, el resto están más con el Poder que con las personas. El grueso del lenguaje y del conocimiento siempre ha estado, al menos en nuestras sociedades fuertemente estratificadas, al servicio de los que mandan, al servicio de las "minorías superiores".