Revista Opinión

José Vicente Rangel alertando de golpe de estado en Venezuela

Publicado el 18 julio 2013 por Norelys @norelysmorales
José Vicente Rangel alertando de golpe de estado en Venezuela Anatomía de un golpe (anunciado)
El 11-A de 2002 fueron civiles, políticos, empresarios, jerarcas de la Iglesia católica y medios los que crearon el clima que decidió a una parte del Alto Mando castrense a insurgir contra la Constitución
1.Comenté en su oportunidad el impacto que me produjo la versión novelada de Javier Cercas sobre el golpe fascista de Antonio Tejero en España, Anatomía de un instante. Instante que resume el proceso, gestado por civiles y militares, en contra de la democracia española. Por estos días releí el libro con motivo de la situación en Venezuela y opté por asumir, parcialmente, el título para esta columna. El episodio estuvo a punto de desencadenar una tragedia. Fue producto de la trama urdida por poderosos factores de poder a base de engaño, simulando defender la Constitución y promoviendo el odio contra cualquier expresión democrática. El parecido con lo que sucede en Venezuela es evidente.
Empezando por el disimulo. Afirmar, una y otra vez, que se transita la vía constitucional; que en los planes de la oposición no está derrocar el gobierno de Maduro, es el mismo cuento de la aventura de Tejero, y de hace 11 años cuando la arremetida contra el gobierno legítimo de Chávez, recurriendo a un lenguaje ambiguo que disfrazaba la verdadera intención. Ahora, el país está ante la misma situación, ya que en el fondo se trata de una oposición reincidente, movida por un revanchismo irracional. Su coartada consiste en mostrarse como una oposición respetuosa de la legalidad mientras, por debajo de cuerda, mina el terreno. Y la razón reside en que, lamentablemente, la venezolana es una oposición forajida. Que actúa con nocturnidad y escalamiento.
2. Lo digo cuantas veces sea necesario. Tengo el deber de informar al país. Mi experiencia en los años del oprobio -2002/2003-, de subversión tanto abierta como solapada, me lleva a recomendar que no hay que bajar la guardia. A alertar la calle por cualquier canal, apelando a la movilización, a la denuncia y al poder legal del Estado. Para advertir sobre lo que la oposición planifica y al mismo tiempo niega. Porque en esa conducta doble, de estar y no estar en el golpe, de estimular la subversión y, simultáneamente, tomar distancia de ella en un escenario velado por la falsedad, está el peligro. El huevo de la serpiente. Igual fue en los días que precedieron el 11-A y, con posterioridad, cuando el golpe petrolero -acompañado de terrorismo, guarimba y plaza Altamira-. ¿Acaso no hay memoria histórica? ¿Es que el recuerdo no cuenta cuando se trata de los mismos personajes que condujeron a Venezuela al borde del abismo; que secuestraron un presidente, violaron la Constitución, borraron los Poderes Públicos y provocaron la muerte de centenares de compatriotas? ¿Hay que olvidar la participación de la Misión Militar de EEUU en los acontecimientos y echarle paletadas de tierra a todo cuanto pasó, permitiendo que lo que la derecha prepara pase desapercibido?
3. Lo afirmo con plena responsabilidad: se gesta un golpe contra el orden constitucional. Esta rotunda afirmación se sustenta en la experiencia acumulada y en informaciones provenientes de fuentes confiables. Toda la alharaca en torno a la "ilegitimidad" de Maduro; la forma como se aborda el tema de la Fanb para despertar reacciones en su seno que conduzcan a un levantamiento militar; la descalificación de las instituciones, la campaña contra el sufragio y el ente rector; la desaforada explotación de conflictos sociales; la grotesca manipulación de la situación universitaria, se inscribe en una hoja de ruta confeccionada al detalle, en la cual la conexión internacional es básica.
4. ¿Qué les queda por hacer a los golpistas? En términos criollos, tirar la parada. Actuar. Hubo muchos intentos frustrados entre el 11-A y el presente. Ahora, la modalidad consiste en conectar la subversión a los procesos electorales. La última experiencia la vivimos el 14-A. La reacción ante el triunfo de Maduro lo confirma. En el mensaje subversivo de Capriles la noche en que el CNE proclamó al aspirante chavista, está la clave. Desató la violencia que cobró la vida de 11 venezolanos y 70 heridos. Horas después, Maduro abortó el golpe en marcha, inscrito en el esquema abrileño, al prohibir la marcha convocada por el candidato derrotado. Pero la serpiente sigue con vida y, día tras día, crece la amenaza. Grabaciones delatoras y llamados a resolver la situación con ocasión de los comicios municipales de diciembre, confirman que la conspiración no cesa en su empeño por retornar al pasado que, en el fondo, es lo que está planteado.
Eduardo Galeano tiene autoridad para denunciar lo que él llama "poner en evidencia algunas falsedades". A propósito del 40° aniversario del golpe de Estado en Uruguay, dijo: "Todos los golpes en la región fueron cívico-militares, o sea, apoyados y estimulados por el poder civil, sobre todo de políticos que convocaron implícita o explícitamente a los militares para que vinieran a limpiarles la casa de todas esas presencias incómodas que eran las energías de cambio que se manifestaban de diversas maneras, no siempre por la violencia. Eran energías de cambio que estaban vivas en el movimiento estudiantil, en el sindical, y que inquietaban a los dueños del poder. Corrió mucha sangre, hubo dolor en esta operación de limpieza que afectó a toda la población. Todos la sufrimos de un modo directo o indirecto, incluso los que tuvimos que marchar al exilio"…
Esta cita de Galeano explica lo sucedido en Chile con el derrocamiento de Allende. El trabajo sucio lo hizo la Fuerza Armada, pero los instigadores del golpe y la cruenta represión que siguió al 11/9/1973 fueron dirigentes civiles de la Democracia Cristiana. Lo mismo en Uruguay, Brasil y hoy en Venezuela. Basta con observar cómo se mueven los líderes opositores. Su mensaje sedicioso, la descalificación de instituciones y las insinuaciones al sector militar confirman las palabras del escritor uruguayo. El 11-A de 2002 fueron civiles, políticos, empresarios, jerarcas de la Iglesia católica y medios los que crearon el clima que decidió a una parte del Alto Mando castrense a insurgir contra la Constitución. Esos personajes -más otros- se mueven otra vez con igual intención. ¡Que nadie se engañe!...
Un lector de esta columna escribe y señala lo siguiente: "Capriles dice que en el resultado electoral del 14-A hubo fraude con la complicidad del CNE. Pero incurre en una contradicción cuando, pese a estar consciente de ello, llama a participar en las elecciones municipales del 8-D. ¿Usted -pregunta el lector- jugaría en un casino donde sabe que hacen trampa?". El amigo concluye: "Habría que ser pendejo"…
El golpe en Egipto desnudó la intención de la oposición venezolana: esta montó la rumba en seguida con mensajes de júbilo, reveladores del deseo de que la actitud de los militares egipcios que derrocaron a Mursi, presidente elegido por el pueblo, se repita aquí -con masacre y todo-. A la "internacional golpista" se le ve el bojote…
La falta de preparación de Capriles para tratar temas importantes es patética. Lo demostró su reacción ante un tema de Estado, los ascensos militares, que obliga a un tratamiento responsable. Pero el personaje lo banalizó e incurrió en la ridiculez de decir que Maduro hizo un toque en Cuba -regresando de Europa- para que Raúl Castro aprobara la lista. ¡Qué pobre visión de un asunto tan serio! ¿No se le ocurre que con semejante actitud ofende a más de 200 oficiales promovidos al rango superior, hecho que degrada cuando lo calificar de espurio, producto de una intervención extranjera? ¡Qué riñones!...
Hasta la oposición admitió el acierto de Maduro en los ascensos militares y con la designación de la almirante en jefe Carmen Meléndez como ministra de Defensa. Las especulaciones se evaporaron de inmediato y la tranquilidad avanzó en el país.
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