Josep M. de Sagarra (1894-1961) fue un escritor, poeta, dramaturgo y periodista catalán de notable éxito. También fue traductor de Dante, La divina comedia, de Shakespeare, Moliere o Gogol. Entre 1929 y 1936 publicó semanalmente unos artículos en el semanario Mirador con el titulo L’aperitui (El aperitivo) en donde escribía sobre temas de actualidad, llegando a publicar más de 360.
Como él mismo definió posteriormente era: “un comentario de tema libre, redactado en un estilo que participaba de la columna periodística y del poema en prosa“. En el año 2004 editaron 186 de dichos artículos en un libro titulado El perfum del dies (El perfume de los días) del que he traducido como buenamente he podido (la prosa de Sagarra es burbujeante, brillante y complicada) un articulo publicado el 6 de marzo de 1930.
GRETA GARBO Y EL EXPRESIONISMO. Hace cosa de diez o doce años que en Alemania inventaron el expresionismus. En definitiva no era ningún invento extraordinario, ni se trataba tampoco de un arte nuevo, ni de un ismus o de un ismo para abusar del esnob. El expresionismo su buscaba tanto en las figuras faraónicas, en el arte polinesio o los griegos arcaicos, como se iba a buscar también en una pintura de Marc Chagall, en un muñeco del señor Arxipenko [Alexander, escultor ruso], o en un retrato de un notario barrigón y con patillas hecho con un trozo de pan, cuatro aceitunas y tres puntas de cigarrillo. El expresionismo venia a ser una intervención brutalmente fisiológica en el campo de las artes. Se iba a buscar “la expresión”, tanto si era noble como baja, pero se quería la expresión descarnada, sin piel y chorreando un liquido rojizo como los bistecs a la brasa. Por esto en el arte primario, en todas las ingenuas y monstruosas gaucheries, podían hacer adeptos para el rebaño expresionístico. Esta manera de ver la vida tendía fatalmente a la deformación, se puso de moda, entró en el campo del anuncio y del teatro, se industrializó y se le saco toda la punta que se pudo. Hasta llegaron a hacer películas expresionistas (recuerden El gabinete del doctor Caligari) y cajas de jabón de lujo completamente expresionistas.
Recuerdo que vivía en Berlín en la época en que estas cosas eran lo ultimo. Entendí profundamente lo que querían los expresionistas; su manera de ver las cosas no estaba falta de lógica, pero yo no se por qué, en todas las manifestaciones de esta forma de arte realizadas por los alemanes, se veía siempre una falta de gracia, un olor demasiado concentrado de formol o de ácido fénico. La idea era excelente, pero el expresionismo se decantaba siempre hacia lo monstruoso y hacia la clínica.
Hoy día, después de unos cuantos años, he descubierto una forma de expresionismo amable y tan graciosa como se quiera. Me refiero a una actriz expresionista (tal y como la entiende esta palabra la escuela alemana), quizás es la única actriz que se puede calificar con este nombre, y no me extrañaría nada que alguien se acelere cuando yo diga que esta actriz, pura y simplemente expresionista, es la famosa Greta Garbo, que ha triunfado absolutamente entre lo hombres y ha fracasado estrepitosamente entre las mujeres.
Greta Garbo, sin proponérselo, sin que nadie le haya enseñado, cae de lleno dentro del canon expresionístico, como caen de lleno sin saberlo las pinturas de Giotto, las figuras creto-micénicas, y los muslos (nada más que los muslos) de Josefine Baker.
Naturalmente que esto necesita una explicación, y yo intentaré darla. Expresionismo, como la misma palabra indica, consiste en dar la máxima intensidad de expresión en la mínima cantidad de tiempo y de espacio. Esto, aplicado a la pintura, la escultura, o al arte dramático, se manifiesta en una tendencia de todos los elementos de una obra para producir un núcleo de expresión determinada con la mayor simplicidad posible.
Citaré, por ejemplo, aquella pintura de Giotto que hay en la basílica de Asís representando el lloro de las monjas de santa Clara sobre el cuerpo de san Francisco. Hay una monja que con su mejilla toca la mejilla del muerto [Sagarra se equivoca, lo que toca con la mejilla la monja es la mano del santo]; recuerdo perfectamente que esta figura esta toda ella construida para demostrar un dolor intensísimo y una tristeza sin remedio; el pintor, con esta figura de mujer, se ha olvidado de todas las otras gracias y todas las otras facultades para así resaltar su gran sentimiento de dolor. Es una obra simplísima, formidable, que no deja de tener, pero, su desequilibrio y su monstruosidad.
Ahora bien, un arte así no se sabe muy bien porque impresiona, y es posible que la impresión venga de aquello que tiene de desesperantemente fisiológico, de brutalmente vivo. Y ahora permitidme que vuelva a Greta Garbo. Es evidente que esta mujer ataca el sistema nervioso como una droga de más potencia que las otras famosas stars más o menos impúdicas que los adolescentes suelen recortar de las revistas ilustradas y suelen colgar con cuatro chinchetas encima del cabezal de la cama. Muchas veces me he preguntado el por qué del poder de Greta Garbo, y después de contemplar algunas películas de esta señora creo que he encontrado la solución.
Creo que Greta Garbo da tanto rendimiento porque su arte es de un expresionismo rabioso. Lo que otra actriz hace con una cantidad 25 de tiempo y de espacio, ella lo hace con una cantidad 2. una señora ha de representar la sorpresa o el miedo o el deseo; para representar estas cosas más o menos recomendables, esta señora utilizará doce recursos o los que crea conveniente, invertirá si se quiere un minuto de reloj; Greta Garbo solo utilizara un recurso y solo invertirá ocho segundos; pero, simplificando las cosas, el expresionismo se vuelve más agudo, se vuelve más aguda la intención y no hace falta decir que se vuelve muchísimo más aguda la fisiología. Observad el trabajo de esta artista y verán como me dan la razón. Recuerdo aquella época en la cual íbamos a ver a Zacconi, y no sacábamos los prismáticos del rostro cuando hacia las escenas culminantes de Ottelo. Zacconi era un académico, un preciosista, daba la expresión de los sentimientos a fuerza de detalles y de acumular detalles y de espaciar las cosas, con una frialdad y una genial maestría, pero completamente cínica. Era el actor anti-expresionista por excelencia. Greta Garbo es todo los contrario, en su ultimo film, Orquídeas salvajes, solo con una dilatación del pecho, una mueca ligerísima, da el máximo de expresión, en una forma imprevista, como si todo su sistema nervioso estuviese condensado en un pliegue de su boca o en el músculo que se dilata.
No se si algún profesor alemán ha acogido Greta Garbo por su cuenta; pero, si esto llega a pasar, tengo la seguridad que dará unas razones terribles por demostrar lo que yo digo, que naturalmente no tiene otra pretensión que entretener el vago rato del aperitivo.
El perfum dels dies. Edició de Narcís Garollera.
Quaderns Crema 2004