Existen varias imágenes en Internet de Joseph Merrick desnudo, sentado ante la cámara, de su esqueleto,… en las que podemos hacernos una idea bastante exacta de su tara física. Sin embargo, he preferido no poner ninguna de ellas aquí; no quisiera- él no quería- que lo único que recordásemos de él fuese su deformidad.
Joseph Merrick (1862-1890) era más que eso. Su enfermedad era monstruosa pero él no; él era un hombre dulce, amable, sensible, educado y agradecido. Debajo de su apariencia monstruosa y deformada se ocultaba todo un caballero. Merrick hablaba con voz cultivada, afable y pausada. Tenía una educación que nadie hubiese esperado en un londinense de clase baja de aquella época. Disfrutaba de una extraordinaria imaginación y se notaba a la primera frase que uno estaba en presencia de una persona inteligente, de extenso vocabulario y que además sabía leer y escribía con estilo y corrección. Pocos de los hombres considerados normales podían presumir de lo mismo en el miserable Londres victoriano.
Y fue uno de los seres humanos más desafortunados de la historia.
La fotografía corresponde a la preciosa maqueta de cartón de la catedral de Mainz realizada por Merrick en el hospital de Londres en el que permaneció los últimos años 0hasta su muerte. La maqueta no la construyó el monstruo, El Hombre Elefante, la construyó con tesón y paciencia el hombre sensible que estaba recluido en ese cuerpo.
Y este que sigue es el único poema conservado de la pluma de Merrick. Qué menos que cumplir su deseo, ¿no creéis?
"'Tis true my form is something odd,-0-
But blaming me is blaming God;
Could I create myself anew
I would not fail in pleasing you.
If I could reach from pole to pole
Or grasp the ocean with a span,
I would be measured by the soul;
The mind's the standard of the man."
"Es cierto que mi forma es muy extraña,
pero culparme por ello es culpar a Dios;
si yo pudiese crearme a mí mismo de nuevo
procuraría no fallar en complacerte.
Si yo fuera tan alto¡Gracias por la visita!¡Gracias por compartir!
que pudiese alcanzar el polo
o abarcar el océano con mis brazos,
pediría que se me midiese por mi alma,
porque la verdadera medida del hombre es su mente."