Autor del artículo: Carlos Fresneda,
El Mundo, 28 de octubre de 2016
Paul tiene 54 años y lleva cinco viviendo a cielo abierto. Fue mecánico en Yorkshire, lo perdió todo en Escocia y acabó durmiendo en las aceras del Strand de Londres. La dureza de la calle ha hecho mella en su rostro, pero no ha logrado borrar su contagiosa sonrisa. Las greñas enredadas y la barba blanca le dan un aspecto tirando a estrafalario. ¡Está pidiendo a gritos un corte de pelo! Y en esto llega Joshua Coombes, con su gorra calada, su mochila y sus tijeras. Después de una amigable charla, le convence para que se deje rasurar la barba y recortar la cabellera. Sin cobrarle una libra, por amor al arte. "Déjalo en mis manos, yo sé lo que te conviene". Y en un abrir y cerrar de ojos aquí está el otro Paul, con un corte moderno y como si se hubiera quitado 10 años de encima, mirándose al espejo y con una cara de sorpresa que lo dice todo: "¿Ese soy yo?"."El corte le devolvió la dignidad, la autoestima y la confianza", recuerda Josh Coombes, el peluquero de los homeless en las calles de Londres. "Paul pudo reconocer en el espejo al hombre que fue antes de que las cosas empezaran a torcerse. Pero tan importante o más fue la otra mitad: la conexión humana que se estableció en ese momento y que quizás pueda devolverle la esperanza en una vida mejor".Un corte de pelo puede cambiar una vida. Cientos de cortes de pelo -gratuitos y a quienes más lo necesitan- puede lograr algo más y convertirse quizás en un movimiento global de gestos altruistas. Eso es lo que pretende Josh Coombes con #DoSometingForNothing, con la ayuda de Matt Spracklen en la cámara fotográfica y Dave Burt en el canal de Instragram que ha dado una dimensión inusitada a la idea.Josh, 29 años, rockero antes que peluquero, se siente deudor de Mark Bustos, el estilista neoyorquino que empezó a cortar el pelo a los homeless de la Gran Manzana. En Australia, Nasir Sobhani (el barbero de la calle) ha recogido también el testigo. Y en España tenemos a Jonathan Martín, Cristina Media y Ana Cuenca, adalides de la peluquería solidaria, que recorren Madrid para adecentar a los que piden en la calle, con el lema "Un corte, una historia"."Somos ya unos cuantos peluqueros intentando marcar la diferencia, pero nuestra idea es ir más allá e involucrar a toda la gente posible en la llamada de #DoSomethingforNothing en las redes sociales", advierte Josh. "Haz algo sin esperar nada a cambio... Cocina por nada, enseña por nada, llévale comida a quien lo necesita o una taza de café caliente. Sal a la calle y pasa a la acción. Si quieres cambiar el mundo, empieza cambiando algo a la vuelta de la esquina...".Josh Coombes arrancó su singular periplo con las tijeras en Exeter, hace algo más de un año. Se trasladó hace meses a Brixton, al sur de Londres, y habla un buen español gracias a su novia, Irene, natural de Alicante. Trabaja a tiempo parcial en un café y se gana la vida cortando el pelo a domicilio, aunque lo que de verdad le apasiona son sus incursiones esporádicas con las tijeras en lugares tan dispares como el túnel de Charing Cross en Londres o la Plaza de la Victoria en Atenas."Ha sido el viaje más gratificante de mi vida. Levanté la peluquería en mitad de la plaza y los refugiados entendieron enseguida. Estuve cortando el pelo sin parar desde el mediodía hasta que se hizo de noche. Recuerdo los rostros de todos y cada uno de ellos. Refugiados de Afganistán y Siria. Niños como Ali o Mo... En cuanto rompes las barreras, brota la chispa de la empatía. Descubres la conexión con otros, da igual de donde procedan, recuperas la fe en la condición humana".