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Jouni Ensio Valijarvi: "En Finlandia, la educación es un servicio público"
Publicado el 12 abril 2013 por LilikEl país escandinavo lidera todas las mediciones mundiales de calidad educativa. La capacitación docente y la idea de igualdad de oportunidades que toda la sociedad comparte son los pilares de un sistema tan exitoso.
Por Analía Roffo
A Finlandia todas las evaluaciones de calidad educativa le dan muy bien. Sin ir más lejos, la de la UNESCO y la OCDE del 2003 revela que los adolescentes de 15 años son los mejores del mundo en comprensión de textos, ciencia y matemática. ¿Cómo lo lograron?
—Es una alegría estar adelante. De los tres rubros, el mejor es siempre comprensión de textos. Las razones de estos logros son muchas, pero la más importante se asienta en los maestros y en su capacitación. En Finlandia, la profesión docente es muy popular. Cuando se presentan estudiantes para hacer la carrera, podemos elegir a los mejores. Son muchos los postulantes, pero sólo seleccionamos al 10%.
¿Es una carrera tan popular porque está bien paga?
—Tiene enorme prestigio. En la tradición finlandesa la profesión docente siempre fue muy valorada. En cuanto a los salarios, están en el promedio del resto de los países de la OCDE, no entre los más altos: entre 25 y 30 mil dólares al año. En Suiza ganan más o menos el doble. Pero lo cierto es que en Finlandia se hace una encuesta periódica para ver cómo evalúan los jóvenes las profesiones, y siempre los maestros están en el mismo nivel de prestigio que los profesores universitarios, los médicos y los abogados. Es que nuestros maestros también tienen formación universitaria y obtienen su grado luego de cursar cinco años. En definitiva, creo que tenemos mejores alumnos porque cuentan con maestros con muy buena capacitación universitaria que disfrutan del prestigio de su profesión.
¿Cómo trabajan esos maestros dentro del aula? ¿Con qué contenidos y con qué margen de libertad?
—En el tramo de los tres primeros años de escuela se concentran en la alfabetización y en la lectura, porque nos parece que la lectura es la habilidad básica para todas las demás. Luego viene matemática. El programa nacional de Finlandia da mucha libertad a los maestros y los contenidos han aumentado en los últimos 15 años considerablemente. Creemos que si los maestros tienen la posibilidad de planificar y seleccionar los contenidos, usarán sus conocimientos y se sentirán motivados para dar lo mejor. Sabemos, por algunos estudios internacionales, que los maestros finlandeses tienen objetivos más exigentes que los de Dinamarca, por ejemplo. O sea que piensan que sus alumnos pueden alcanzar niveles más altos.
¿Si se confía en ellos y se les pide más esfuerzo los chicos rinden más?
—Confianza en los chicos y libertad dentro del aula es una excelente ecuación. Y a eso súmele respeto: nuestros alumnos descuentan que sus maestros pueden realmente enseñar y saben muchas cosas.
¿Cuál es la cantidad promedio de alumnos por curso?
—En el nivel primario hay de 22 a 25 chicos por aula. Pero en el nivel secundario inferior —hablamos de séptimo a noveno grado en la escuela polivalente—, entre 18 y 19, según las materias.
¿Qué porcentaje del PBI se destina a educación?
—El 6%, lo usual en los países de la OCDE.
En la década del 90, toda América latina reformó su educación. ¿Finlandia entró en un proceso parecido en esos años?
—Nuestra última reforma ocurrió en los años 70. En realidad, ya antes de la Segunda Guerra Mundial se discutía cómo debía ser una escuela polivalente (general, para todos) y la sociedad compartía certezas básicas acerca de la equidad, es decir, que todos los chicos debían tener las mismas oportunidades. En los 70 hubo decisiones políticas fuertes, acompañadas por un gran consenso social, para hacer cambios importantes en la enseñanza.
¿Por qué?
—Porque después de cuarto grado, a los diez años, los chicos debían decidir si iban a la escuela media o si continuaban la escuela de nivel inferior. Era el mismo sistema que tienen hoy en Alemania. Pero en Finlandia veíamos que eso no funcionaba. Es que somos un país pequeño y no podemos darnos el lujo de dejar a nadie afuera: hay que aprovechar todo el potencial que hay en los niños. Y los partidos políticos entendieron esto.
¿Las reformas que ustedes hicieron fueron motorizadas por el Banco Mundial, por ejemplo, como ocurrió en América latina?
—No. Dudo que el Banco Mundial sea eficaz en esos temas. Nuestra reforma fue muy nacional, en el sentido de que surgió de debates típicamente nuestros. Si alguien viene de afuera y dice lo que hay que hacer, las reformas no funcionan. Porque los padres no las aceptan si no creen en ellas.
¿Eso significa que aunque el gobierno cambie, las políticas educativas permanecen?
—Sí. La educación no varía según la política. Pero debo reconocer que en este momento el debate está más politizado, porque estamos discutiendo algún eventual sistema de tarifas en la universidad. Por ahora, toda la enseñanza es gratuita.
¿Y qué cree la gente sobre la posibilidad de arancelar la universidad?
—La gran mayoría de la gente cree que, aun en la educación superior, las posibilidades de acceso tienen que ser iguales para todos los estudiantes. Nuestra educación es casi totalmente pública. Hay pocas escuelas privadas, pero son financiadas principalmente por el Estado o con dinero público. En el pensamiento finlandés siempre ha sido claro que la educación es un servicio público y que el Estado debe garantizar que todas las personas tengan las mismas posibilidades para educarse.
¿Por qué están discutiendo entonces el arancelamiento?
—Porque, al parecer, el tiempo que los jóvenes permanecen en la universidad es cada vez más prolongado. Comparado con otros países, cuando nuestros alumnos se reciben son muy grandes. Por eso la idea de arancelar: para lograr más eficacia en la formación y en la entrada al mundo del trabajo. Pero insisto en que esto no es muy popular y no creo que se implemente.
¿La propuesta es del Estado o de algún partido político que no está en el gobierno ahora?
—Del Ministerio de Hacienda, que presiona mucho para bajar el nivel de los impuestos. El nivel impositivo de Finlandia es uno de los más altos de la Unión Europea.
¿Qué pasa cuando la economía avanza sobre la educación?
—Tradicionalmente nuestro Ministerio de Hacienda no decía nada sobre el tema. Porque hasta los 90, la financiación de la educación estaba en la legislación: determinada escuela, con determinado número de alumnos, recibía tanto dinero. Por eso, no habría que permitir que Hacienda incrementara su poder, especialmente cuando hablamos de igualdad de oportunidades y pedagogía.