Lunes 15 de agosto, 23:30 horas. Altxerri Jazz & Bar, San Sebastián. Quincena Musical: Cuarteto Donostia. De Mozart a los Beatles...
Musikene es una auténtica fábrica de talentos en todos los campos, y el departamento de cuerda una cantera increíble. De él han salido los componentes de este cuarteto de cuerda: el irunés Jonathan Mesonero y la parisina Marie Daniel al violín, el madrileño Alberto Rodríguez a la viola y la bilbaína Alba Hernández al violonchelo conforman este grupo, que actualmente cursa estudios de postgrado en Berlín. La idea de programar otras músicas en escenarios no habituales la tuvo el director de la Quincena Musical, Patrick Alfaya quien "quería acercar a la gente un grupo de dos violines, una viola y un violonchelo, que en un principio puede echar para atrás a cierta gente", explicaba en la prensa Carlos Benito, responsable de la asociación Donostia Musika.
Y en tres pubs ¡el mismo día! llenaron con un repertorio que combinó clásicos de siempre, curiosamente más "cercanos" a Mozart o Haydn que a Los Beatles en el terreno interpretativo, si bien estos veinteañeros lo dieron todo sin reparos y con una buena conjunción, mejor cuando los arreglos tenían calidad, reconociendo cierta bisoñez en los propios y/o adaptaciones de ellos mismos, aunque les reconozca el trabajo emprendido.
El éxito entre los asistentes fue para los clásicos "ligeros del siglo XX", mayor que los del XVIII (personalmente lo mejor y más trabajado, en especial el Presto del Divertimento K. 136 de Mozart) desde el excelente Por una cabeza de Gardel al archiconocido Hallelujah de Rufus Wainright o el Stand by me popularizado por Ben E. King y atribuído en su autoría (realmente de Jerry Leiber y Mike Stoller) a Lennon, en esa confusión entre intérprete y autor, quien sí firmó con McCartney el resto de los temas más la primera propina, When I'm sixty-four, en versiones algo desiguales pero siempre agradecidas, lo que no sucedió con el Don't worry be happy de McFerrin, muy flojo en todos los aspectos si bien lo equilibraron con el entusiasmo de todos los temas. De tercer y último regalo bisaron el tango gardeliano que abría y cerraba este peculiar concierto en un pub habitual del jazz donostiarra, un cuarteto que espero no se disgregue por los estudios de sus componentes. La música de cámara sigue siendo fuente formativa de intérpretes y público, que bien enfocado puede llegar a tener hueco en múltiples eventos como el programado en Donosti. El ejemplo del Turtle String Quartet puede ser el modelo a seguir desde el norte español...