Dicen que la juventud se golpea contra una pared cuando intenta emprender. Por eso, ellos mismos han decidido celebrar un encuentro para conectar emprendedores con posibles inversores. El único requisito es que los proyectos respondan a valores ambientales y sociales. Y para que no haya duda, han acudido a una herramienta global: los ODS.
En una de las primeras puertas que golpearon les dijeron que no. Que eso no iba a poder hacerse. Que era difícil. Podrían haber salido de allí con la cabeza gacha; desmoralizados. Sin embargo, se envalentonaron. Y se dispusieron a demostrar que al mundo hay que cambiarlo. Y que son ellos, los jóvenes, quienes van a hacerlo. Porque han entendido que en la apuesta por la sostenibilidad se están jugando su futuro. Porque cuando ellos hablan del cambio climático, del deterioro de los ecosistemas, de la desigualdad y de la pobreza, saben que el tiempo se agota. Que no hay minuto que perder. Mañana se llevará a cabo una jornada de trabajo compartido que ha sido denominada “Emprender Tucumán”, y cuyo objetivo es conectar a aquellas personas con ideas creativas y valores ambientales y sociales con otras personas, con los mismos valores pero con las posibilidades -fundamentalmente- de desarrollar esas ideas.
Se oye sencillo. Tan sencillo, que cuando Augusto González Bonorino chateó con su amigo Facundo Iñaki Guerrero para contarle lo que tenía en mente, la respuesta inmediata fue un emoji de un pulgar arriba. De ahí en adelante se sucedieron los pulgares. Luego vinieron las reuniones. Y al cabo de dos semanas, un grupo de 10 chicos de entre 17 y 19 años había organizado un concurso de ideas que ya tiene más de 30 inscriptos, además de mentores, jurados y patrocinadores. Se hará en el Hotel Tucumán Center, desde las 8.30 de mañana hasta las 21.
Puede que en este punto el lector se esté preguntando cómo hicieron un adolescente y sus amigos para costearse un salón y reunir tanta gente.
“La idea es buena”, simplifica González Bonorino. Y enseguida explica que algunos padrinos hicieron sus aportes para rentar la sala; otros los ayudarán a servir un picnic; algunos más aportarán los premios… Pueden participar jóvenes de entre 17 y 30 años que tengan un proyecto y necesiten ayuda para hacerlo realidad. Esa iniciativa deberá cumplir con dos requisitos esenciales: mejorar la economía local y concientizar sobre el uso del ambiente. “No se trata de ganar dinero, simplemente. Se trata de ganar dinero y hacer algo por los demás”, añade.
“En nuestro país, la oferta académica de las universidades es bastante específica. Nos falta ese ‘ir por más’… Los jóvenes queremos vivir nuestra propia vida; no soñamos con conseguirnos un trabajo en una empresa y quedarnos ahí hasta que nos llegue la jubilación. Soñamos con nuestros proyectos. Soñamos con hacer cosas innovadoras”, apunta Guerrero.
Nube de palabras
Términos como emprendedurismo, conexión, cambio, impulso, solución, determinación y decisión son pronunciados por los muchachos, varias veces, durante la charla. Y hablan -también y de modo recurrente- de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS, según sus siglas). Es que han decidido tomar esta herramienta global para que sea la guía rectora. Es decir que las propuestas deberán cumplir con uno, al menos, de los objetivos de las Naciones Unidas, que ya están demostrando su valor como palanca para impulsar reformas en ciertas regiones, especialmente en Europa.
Los ODS son 17 objetivos, que a su vez se disgregan en 169 metas, acordados en 2015 por los 193 estados miembros de la ONU. Abordan el calentamiento global, la pérdida de la biodiversidad, la transición energética, la desigualdad, el modelo productivo, la calidad del empleo, básicamente. Se supone que, si se cumplen en tiempo y de forma universal, sería lo mejor que podría pasarle a este mundo.
González Bonorino lo sabe. Desde hace un año estudia Ciencias Económicas y estudios ambientales en el College of Charleston, en Carolina del Sur (Estados Unidos). De hecho, de esa universidad estadounidense arribó, en estas vacaciones, con el plan de unir ideólogos con sus probables socios, después de que él mismo participara allí de una experiencia similar. Además de él y de Guerrero -estudiante de Ciencias Políticas- el equipo se completa con Pablo Martínez Zuccardi, estudiante de Contabilidad; Agustín Landa y Lucía Anadón, estudiantes de Medicina; Juan Martín Paz Pastorino y Félix Romero, alumnos de Ingeniería; y Martina Cagna, Josefina Mirande y Sofía Rodríguez, del colegio Boisdron, en Yerba Buena.
Liliana Abascal es doctora en Geología y máster en Gestión del Agua. Ha sido propuesta como coordinadora de mentores, entre los que figuran la empresaria Lucía Norma Ross, miembro de la mesa directiva de “Pacto Global Argentina”, una iniciativa que reúne a empresas con agencias de Naciones Unidas. El político José María Canelada; el administrador de empresas César Pastorino; el conferencista Alfredo Sierra Gordillo; la fundadora de FocoNoa, Fabiana Urueña; el empresario Carlos Alberto Ríos y el ingeniero Gustavo Bellagamba se han anotado en esa lista. Ellos tendrán a su cargo la tarea de ayudar a los participantes en el proceso de incubación y de inversión. Luego será el turno de los jueces, quienes elegirán los proyectos ganadores.
Finalmente, habrá charlas para que los participantes aprendan qué se necesita para empezar una empresa. Por informes e inscripciones, hay que ingresar a emprendertucuman.com.