Hoy os traigo una historia muy especial que me ha sucedido esta semana. El pasado martes vino a nuestra Joyería de Plata Paula, una conocida de mi madre desde hace muchos años, como dicen ellas, de toda la vida. Nos trajo un collar para enfilar. Resulta que es una de las pocas cosas que conserva de su madre. Como en muchas familias, cuando los padres mueren y hay que repartir la herencia, los problemas entre hermanos se acentúan.
En el caso de Paula, al parecer, había poco que repartir. Su madre, Rosario, falleció hace unos 10 años. Estaba viuda desde hacía bastante así que el piso, los ahorros y las joyas se dividieron entre los tres hermanos. El piso lo vendieron, ya veis, hace 10 años, antes de la crisis que se vendía todo!! Los ahorros eran fáciles de repartir. En cambio las joyas… eran recuerdos y no querían deshacerse de ellas. Después de varias trifulcas, Paula se quedó con un collar de ónix negro degradado y otras joyas de plata y de oro.
La historia del collar de ónix comenzó en los años 20. La abuela de Paula cantaba en un cabaret de una ciudad francesa, no supo decirme cuál. En las películas siempre nos enseñan los collares de perlas larguísimos que lucían en sus danzas, pero al parecer, el ónix y otros minerales también se llevaban como complementos al vestido de flecos y las plumas. Me enseñó unas fotos preciosas de su abuela guapísima con su collar negro en aquella época.El collar pasó a Rosario en los años 60 y después a Paula. Según me cuenta, el collar de ónix se ha roto varias veces en todos estos años. Su madre se encargaba de enfilarlo y después ella misma aprendió a repararlo. Hasta que, el fin de semana pasado, el nieto de Paula se encargó de volver a desperdigar bola a bola el collar de la abuela… Se llevó un buen disgusto porque ya no se encuentra con fuerzas ni ánimos ni vista para enfilar el collar de 1.20cm de longitud. Quizá con la tendencia DIY más de una os habéis animado a hacer vuestros propios collares, si es así, sabréis lo que cuesta este trabajo, el esfuerzo de vista que requiere y la maña con la aguja. Además, en este caso, también le tuvimos que cambiar el broche por una reasa marinera de plata.
Cuando vino a recogerlo estaba tan emocionada de tener de nuevo el collar de su abuela que se le saltaron las lágrimas. Fue entonces cuando nos relató la historia y le pedí permiso para compartirla con vosotros.
Gracias, Paula.
Collar de ónix negro degradado de 1.20cm – Joyería de Plata Online