Haider no tiene trabajo. Se queda en casa con su cuñada cuidando de los hijos de esta y de su padre mientras su mujer trabaja como maquilladora. Pero todo va a cambiar porque Haider ha conseguido trabajo en un teatro... como bailarín.
Joyland trata el tema de la mujer invisible y las mujeres trans en Pakistán. Y lo hace con una delicadeza y belleza que se mete de lleno en el corazón. Ver como Mumtaz, la mujer de Haider, se va apagando apagando es terrible. Y como Haider, su marido, intenta cuidarla y hace más que muchos de los hombres bajo el patriarcado, pero es insuficiente y no acaba viéndola.
El personaje de Biba también es maravilloso. Reivindicando el derecho de las mujeres trans, de sentirse mujeres en su vida laboral y social y también en sus relaciones sexuales. Y como esto es difícil de entender incluso por Haider, que es un personaje al que no puedes odiar a pesar de que está subyugado al patriarcado. Intenta ser de otra forma pero su educación y la cultura social son difíciles de cambiar y luchar contra ellas.
Una película para la reflexión y no solo en Pakistán también en nuestras sociedades. Hay que escuchar y mirar con cariño y empatía.