No es fácil encontrar personas con las que la colaboración fluya sin apenas esfuerzo, con las que el trabajo se construya haciendo más énfasis en la contribución que en la discusión. Juan Antonio Bermúdez era una de esas personas. Periodista, crítico de cine, poeta y un ser excepcionalmente humano, se ha ido demasiado pronto dejando publicadas sus reflexiones sobre el cine y su especial mirada poética, desplegando siempre una filosofía de vida que seguía al pie de la letra: "La alegría, defender y procurar la alegría propia y la de los demás, es una de las formas más eficaces de subversión", decía cuando hablaba sobre su libro de poemas Compañero enemigo (2007, Ed. Libros de la Herida), en cuyo título ya se encontraba esa calidez que generosamente dedicaba incluso al antagonista.
Aunque sin llegar a tener una relación personal muy estrecha, nuestra coincidencia en la Junta Directiva de la Asociación de Escritores Cinematográficos de Andalucía (ASECAN) me dio la oportunidad de compartir momentos de conversación e intercambio de opiniones sobre cine, literatura, cultura y, en definitiva, vida, que es lo que al fin y al cabo las artes representan. La admiración por su trabajo, por su esfuerzo y su dedicación siempre ha permanecido, aunque no hayamos tenido una relación continuada. Pero a pesar de las elipsis en nuestro contacto personal, siempre surgía alguna posibilidad de colaborar en algún proyecto, que nacía sobre todo de una admiración recíproca, bien por solicitud suya o bien porque Bermúdez era uno de los primeros nombres de una lista de posibles colaboradores que siempre estaba seguro de que iba a participar con entusiasmo y un profundo conocimiento.
Esa dedicación a procurar el bienestar de los demás le condujo a la docencia y, sobre todo, a una notable labor en la promoción del cine hecho en Andalucía, a través de su faceta como programador en el Festival de Cortometrajes "Por caracoles" en la sala El Cachorro y de su trabajo como coordinador de la Sección Panorama Andaluz en el Festival de Sevilla desde hace diez años. Siempre atento a los proyectos cinematográficos que nacían en Andalucía, posiblemente era uno de los que mejor conocía lo que los más jóvenes y los más veteranos cineastas andaluces estaban haciendo. Y seguramente guardaba muchos proyectos que estaban relacionados con la escritura y con sus alientos poéticos, pero sobre todo, y principalmente, con una vida que le ha sido arrebatada demasiado pronto, a pesar del título de uno de sus poemas, El tiempo de la vida no se rinde ante el tiempo de la furia. Hay personas como Juan Antonio Bermúdez que han reivindicado continuamente el ser y el estar, y que por ello son, como él mismo escribía, "bienaventurados":
Porque esta tierra es hosca y tiene espinosque hilvanan con alambre las desgracias, porque en invierno hay trampas y cartones en los labios del metro y en las curvas, porque hay graves bocinas que nos riñen, porque hay relojes sucios muy roedores, porque hay ceniza fría que fue carne, porque a veces el suelo se cuartea, saldemos los diplomas y los ídolos en el umbral del templo más lujoso y bienaventurados los errantes, los que viajan sin mapa, sin destino, los que aman sin urgir el estertor, los que brindan su paz y hacen ofrendas sin esperar a cambio el paraíso.Bienaventurados los errantesCompañero enemigoJuan Antonio BermúdezJerez de los Caballeros, 1970-Sevilla, 2022