Revista Cultura y Ocio

Juan carlos elijas

Por Acalvogalan
JUAN CARLOS ELIJAS

(Foto: Carme Esteve)

Mencionado por:

Annabel Martínez Zamora

Menciona a:

Juan González Soto,

José Ángel Hernández,

Javier Peñas Navarro,

Víctor Rodríguez Núñez,

Manuel Camacho Higareda,

Iván Carvajal,

Teresa Domingo,

Tomás Camacho Molina,

Iván Díaz Sancho,

Damián Herrera,

Jorge Acebo.

Bio-bibliografía

Tarraco, 1966. Vida escasamente emocionante. Nació a doscientos metros de donde trabaja y si cruza la calle descubre a diario su plaza, su sala de teatro, su bar, sus ruinas y su casa de comidas. A veces viaja y, cuando El Poema decide, escribe versos e inventa formas en ocasiones esperpentaculares para declamarlos. Es más de mar que de montaña y, con la edad que tiene, no promete nada.

Vers.o.s. atávicos (Tarragona, Cuadernos de la Perra Gorda, 1998), La tribu brama libre (Tarragona, Cuadernos de la Perra Gorda, 2003), Versus inclusive (Tarragona, Zarppa’s Entertainment, 2004), Camino de Extremadura (Zaragoza, Gobierno de Aragón, 2005), Talkin’ heads (Varese, Italia, La torre degli arabeschi, 2006) -edición de arte-, Al alimón –con Manuel Camacho- (Puebla, México, Ala Impar/UAP, 2006), Talking Heads (Tarragona, Silva Editorial, 2007), Delfos, me has vencido (Barcelona, El Bardo, 2009), Cuaderno de Pompeya (Zaragoza, PUZ, 2009).

http://elpayaso-talkingheads.blogspot.com/

Poética

Cuando conoció la poesía de El Fakir se le cayeron los cuatro palos del sombrajo desastrosamente apuntalados y aún andan por el suelo. Siempre en mitad del camino: ya sólo la elegía, ya la épica. También Frank Zappa.

Poemas


LA DIRECCIÓN DEL INCENDIO

¿Creéis acaso que quien hoy llama a la puerta

no es el náufrago que fuisteis, el arquitecto

de lo que sois ahora?

¿Acaso no reconocéis vuestro propio aliento

ante el umbral o ante el azogue sin aristas,

ante los riscos de un corazón de grito interminable,

ante los perfiles de un aire impuro o tornadizo?

¿Creéis acaso que ese rostro que os mira del ayer

tiene otro nombre que no sea el vuestro,

el que asumisteis como un caracol o una hiedra,

como un pórtico que indicara la dirección del incendio?

De Cuaderno de Pompeya (2009)

POESÍA REQUEMADA

Hasta el fondo de tu cántaro, hasta el fondo, erógeno, del Gran Cántaro de barro de las escolopendras.

Afrodita, la espuma del esperma contra la hoz mientras dormía, la que vino del mar para mis aguas interiores en una concha, en un telar de símbolos lingüísticos donde escribió su nombre, su tiempo genital y su mañana.

Poesía requemada, en Hefesto, en la fragua de los cuerpos indolentes que siempre acaban derramados en ósculos prohibidos, exhaustos como el emisario de Maratón.

Afrodita, la que mira con las saetas del deseo y los labios preparados, la que asume la noche como una negra sábana de tauromaquia y músculo.

Acaricio con el dorso de mis manos tu blanca cara mientras una música de liras y vihuelas conduce los dedos hacia el cuello. Yo jamás toqué el arpa.

Separo las sedas de los pechos y olvido mi nombre ante tu boca, dominas el cielo de beso en beso, caigo con la rodilla en el légamo de tu mirada.

Y ése es el poema, tizón o ceniza, el abismo de la rosa de nadie, el canto apalabrado que regresa desde el amor, el que tiene como forma última el polvo, las palabras que lamen la desintegración, el brusco alud de los verbos ya descompuestos, final o silencio, grano de voz, beso próximo al Gran Cántaro, a las escolopendras que apuran el bálano desfallecido, la destrucción efímera, la saliva urgente de su abundante nada.

De Delfos, me has vencido (2009)

8

La fábula se encarga ya de las imágenes.

Porque venimos de esa raza de pastores de majada y hierbabuena, porque venimos de una estirpe de campesinos, de enterradores con un farol de frío en las carretas y una barca y una súplica, siempre suplicando, siempre dando gracias.

Por eso vinimos aquí, desde Berlín, del adoquín a la losa, del muro al tajo, a la arquería mudéjar, al adobe o al acueducto romano.

Porque ardió nuestra casa, la quemamos para no volver jamás, para podar la nostalgia al primer brote y desafiar así a la melancolía.

Y vinimos aquí a comprobar si nuestra infancia tenía un rostro conocido o si todo estaba en su sitio, tal y como lo dejamos en el último verano azul de las leyendas.

Ya han muerto casi todos. Algún tío lejano que vigila. Fue prenderle fuego y marchar. Fue oler esta tierra y supimos tanto sobre nosotros, que nunca nombraremos el gozo, por no ofrecer a los fantasmas del todo la nuca, ni la respuesta, ni la pregunta, ni la nobleza.

¿Qué será de esta tierra, pensamos, sin nosotros, sin esa voz de hierro? ¿Tan sólo la fatiga que provoca el ascenso, la coz de vientre contra vientre y marea?

He aquí la mansedumbre en torno a una presencia fugaz tras los montes, los bueyes del llamazar en su círculo como el guante de la edad en nuestro rostro, el duelo eterno de la nieve y su memoria, el desafío de la Historia y el Poema, etcétera, etcétera y etcétera.

De Camino de Extremadura (2005)


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