Revista Opinión

Juan Carlos Monedero desea la muerte a Christine Lagarde

Publicado el 17 marzo 2015 por Alba Chaparro @Alba_Chaparro

Hay una función de los medios que es clave a la hora de comunicar: la (des)contextualización de las noticias. El ejemplo más próximo se encuentra en los titulares que están copando las informaciones de hoy: Juan Carlos Monedero le ha dicho a Christine Lagarde, directora del FMI, "danos ejemplo y muérete tú". Si nos quedamos en esta única oración se puede afirmar que las opiniones del número tres de Podemos son bastante graves. Sin embargo, ES NECESARIO CONTEXTUALIZAR.

Es necesario aclarar que esta declaración no es un ataque, sino una respuesta. El FMI publicó un informe en 2012 en el que trataba la necesidad de recortar las pensiones y retrasar la edad de jubilación ante "el riesgo de que la gente viva más de lo esperado". Es decir, que después de 35 años (en el mejor de los casos) engordando las arcas públicas para que estos tecnócratas vivan del cuento, el FMI propone recortar lo que nos hemos ganado con el sudor de nuestra frente porque nuestra longevidad supone un riesgo para las finanzas estatales. Hay que ser sinvergüenza y descarado.

Hay que tener más cara que espalda. Christine Lagarde, directora del FMI, lo primero que hizo al llegar a este organismo fue incrementar su salario. Ni más ni menos que un 11%, hasta alcanzar los 380.000 euros anuales. Eso significa que Lagarde cobra más de 30.000 euros al mes y cree que es conveniente recortar las pensiones para que el sistema sea sostenible, no vaya a ser que los trabajadores que contribuyen a pagarle el sueldo acaben viviendo más de la cuenta.

El FMI, todo sea dicho, goza de dudosa reputación. Parece que por llevar en sus siglas las palabras "Monteratio" e "Internacional" es un organismo reputado y fiable, pero nada más lejos de la realidad. Se supone que esta organización se creó para " facilitar la expansión y el crecimiento equilibrado del comercio internacional", pero ¿el crecimiento de quién? Sus mayores prestatarios, a día de hoy -a los que, por cierto, tiene condenados a la recesión y disminución del Estado de Bienestar- son los rescatados Grecia, Irlanda y Portugal. Queda muy bonito decir que se potencia el crecimiento cuando en realidad se actúa como un banco cualquiera que solo persigue el pago de sus intereses. El cuarto prestatario del FMI en la actualidad es Ucrania, y es realmente sencillo encontrar conexiones entre esta relación económica y la guerra civil que se está desarrollando en el país balcánico -aunque esas conexiones se tilden de conspiranoicas-.

El FMI no solo está dirigido por una mujer que exige la reducción de las pensiones y el incremento de la edad de jubilación mientras cobra más de 30.000 euros al mes, sino que está dirigido por una mujer imputada en un caso de corrupción. Lo que se investiga, en resumidas cuentas, es una adjudicación de más de 400 millones de euros al empresario Bernard Tapie que, supuestamente, realizó Lagarde como ministra de Economía del gobierno de Sarkozy. Por lo visto, Tapie -que es amigo de Sarkozy- compró la empresa Adidas, después la vendió, perdió dinero con la transacción y el Gobierno francés le dio 400 millones de euros para reparar las pérdidas. Y la persona -supuestamente- encargada de realizar esa operación dirige hoy el FMI.

No es de extrañar algo así, teniendo en cuenta los grandes dirigentes que ha tenido este organismo. El antecesor de Lagarde es Dominique Strauss-Kahn, actualmente imputado por proxenetismo. Cabe recordar que Strauss-Kahn tuvo que renunciar al cargo de director del FMI por un escándalo sexual en el que una camarera de un hotel neoyorquino le acusó de intento de violación. Cabe recordar, también, que tuvo que dimitir como ministro de Economía del francés Lionel Jospin tras ser acusado de cobrar 100.000 euros por funciones que nunca realizó. Por último, cabe recordar que el antecesor de Strauss-Kahn en la dirección del FMI fue Rodrigo Rato, del que huelga añadir dato alguno. Vaya personas fiables y honradas acaban a la cabeza de la organización encargada de "facilitar la expansión y el crecimiento equilibrado del comercio internacional".

A día de hoy es muy políticamente incorrecto desear la muerte, o desear el mal, a cualquier persona. Parece que todo se puede justificar menos la violencia y los anhelos perversos, a no ser que esa violencia sea institucional y se profiera con buenas palabras, alegando el "mantenimiento del sistema". El FMI, al querer reducir las pensiones y retrasar la edad de jubilación lo que pretende es matar en vida a los trabajadores, y es exactamente igual de amoral que desearle la muerte a quien dirige tal entidad. La diferencia entre ambas posturas reside en quién ataca primero: no hay más que atenerse a la tercera Ley de Newton: acción-reacción. Así pues, contextualicemos antes de valorar lo impío de algunas declaraciones, porque quizás las afirmaciones más bochornosas vengan de quienes se supone velan por nuestro "crecimiento equilibrado" mientras huyen de los tribunales acusados de corrupción.


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