Juan de la Cruz, rostro humano del misterio

En este 28 de noviembre, memoria de aquella primera fundación masculina en Duruelo en 1568 y Juan de la Cruz estrenó la vida descalza con una radicalidad que todavía interpela, presentamos esta biografía suya.

Una biografía para entrar en los centenarios sanjuanistas de 2026

La preparación de los centenarios sanjuanistas de 2026 —el III de la canonización y el I de su proclamación como doctor de la Iglesia— merecía un libro a la altura: cercano, sólido y capaz de acompañar espiritualmente a quienes quieran adentrarse de nuevo (o por primera vez) en el mundo interior del Santo.

La Provincia Ibérica de los Carmelitas Descalzos encargó expresamente esta obra a Emilio José Martínez González, ocd. El resultado, publicado por Fonte Editorial, es Juan de la Cruz, rostro humano del misterio: una biografía breve, muy cuidada en lo histórico, y escrita con la calidez de quien no solo ha estudiado al fraile, sino que lo ha escuchado en la oración.

El libro no pretende competir con las grandes biografías críticas. Su objetivo es otro: hacer cercano lo esencial, acercar al lector a un Juan real, con límites y con grandeza, sin envolverlo ni en brumas piadosas ni en erudición excesiva.

A lo largo de sus capítulos desfilan:

• el niño pobre de Fontiveros que crece entre hambre, pérdidas y una madre que sostiene lo insostenible;
• el joven inquieto formado en los doctrinos y los jesuitas de Medina, donde descubre la hondura de la Escritura;
• el fraile que entra en el Carmelo buscando soledad y encuentra una llamada más honda al cruzarse con santa Teresa;
• el místico que atraviesa cárceles, noches y despojos sin perder la ternura ni la libertad interior;
• el poeta que abre con su lenguaje un resquicio por donde se cuela lo inefable.

El libro está trenzado con pequeñas escenas históricas precisas, pero también con intuiciones espirituales que brotan de la convivencia larga del autor con el Santo: la humanidad de Juan aparece sin edulcorantes, y su misterio, sin artificio.

Para quienes preparan encuentros, retiros o simples lecturas personales de cara a estos centenarios, es una obra ideal: es breve, se lee con fluidez, no sacrifica la profundidad ni la exactitud, y ofrece, al final, una pequeña antología poética que permite dejar que el propio Juan hable.

Es un libro que invita —como señala su prólogo— a “dejarse tomar de la mano y comenzar la aventura”.

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