Juan Francisco de la Paz, un valor de mi pueblo

Jesús Diaz Loyola
TAL VEZ uno de los últimos homenajes que organizara en el pueblo desde su suspicacia de gran promotor cultural, fue el que en diciembre último mereció allá en Caibarién, un rincón cubano junto al mar, Quirino Hernández, periodista local que fue gloria y figura en el siglo pasado.
Y tuvo que ser diciembre para que la muerte con su paso inusitado nos arrebatara a quien mejor llevaba el homenaje a los mitos del pueblo.
Se fue Juan Francisco de la Paz Pérez, hombre de letras y buena cátedra, que se dejó toda su sapiencia en la cultura de su pueblo: Caibarién.
Y la vida no se lo tuvo en cuenta, porque Juan o Frank, como solían llamarlo, joven se fue, con 58 años.
Hoy leí la noticia insospechada de la muerte de Juan, desde la crónica justa y exacta de Raisa Guevara García, un joven talento del pueblo (DEP Juan Francisco)
Conocí a Juan Francisco como muchos desperdigados. Aprendí de él, bebí en su sabía. Y diría más, Juan fue, junto a Manolito Barreiro, de los primeros que me animaron en mis afanes provincianos por el periodismo. Y eso, no se olvida nunca.
Como siempre la muerte arrebatadora e inoportuna se lleva a otro valioso de nuestro tiempo. Y nos estremece.
Lo recordaré siempre en sus años más vitales, cuando en los 80 y los 90, Juan no paraba con el manojo de textos literarios bajo el brazo, y de vez en cuando, yo le robaba una apreciación certera en el arte de escribir y decir.
Manuel Barreiro, fue el primer gran testigo de la entrega de Juan a la cultura de mi pueblo, cuando lo ensalzaba como el íntegro asesor de literatura que tenía en la Sectorial.
Lo recordarán toda la vida José Lamadrid, Pedro González (El Psicólogo), Ramon Rodríguez Bouben, Rogelio Menéndez Gallo y hasta Elvirita Jover, cuando ella era un idilio en el piano de la Academia y Juan Francisco adoraba la música que hacía.
La diáspora también le llora. Inocencio Bertolí, otro apasionado por la cultura y por su pueblo, mi maestro más cercano, no menos tocado quedo en Las Palmas de Gran Canarias, estremecido como yo, a la hora de la noticia infausta que nos arrebató a un gran valor.
Hoy nos vuelve a martillar el poeta: "Son buenas gentes que viven, laboran, pasan y sueñan, y en un día como tantos, descansan bajo la tierra".
Tal parece que invocara a Juan Francisco, como si de un elogio a lo cotidiano se tratara, a la gente sencilla, que pasa desapercibida y por quienes pasa el tiempo rápidamente, sin dejar huella, hasta la muerte.
Tal vez una de las últimas conversaciones que tuvo Quirino Hernández hace más de diez años, la sostuvo con Juan Francisco. El la recordó toda la vida: "Aún queda en mis sentidos el olor a jazmines del patio cercano, la persistente campanita del heladero y la mirada risueña con la frase habitual de la despedida: Yo me apuré mucho en nacer…"
Ahora, tú te adelantas en morir, Juan Francisco, pero lo haces como si el gran Antonio Machado estuviera allí, dibujándote en la sien: "Nunca, si llegan a un sitio, preguntan adónde llegan. Cuando caminan, cabalgan a lomos de mula vieja,
y no conocen la prisa
ni aun en los días de fiesta".
D.E.P. Juan Francisco de la Paz, maestro y también amigo.
Lea en este enlace, la crónica que Raisa Guevara García escribió este diciembre que nos enluteció la Villa por la muerte temprana de Juan Francisco.
http://www.radiocaibarien.cu/leyendas-costumbres-tradiciones-horizontalup-70/5367-juan-francisco-de-la-paz-inadvertido-y-genial-desconocido-y-puro.html
•••En las fotos que siguen, dos perfiles de Juan Francisco en los ochenta, Quirino Hernández (con gafas) uno de los personajes que rastreó en su fecundo quehacer por la historia de Caibarién, la Villa Blanca•••