Es el apodo del profesor Albert Osterhaus, celebradísimo y respetadísimo especialista en virología que cuenta entre sus logros científicos la detección –entre otros– del virus de la gripe aviar y últimamente el de la gripe H1N1 o gripe A. Ha alertado infatigablemente acerca de los peligros de la última y su equipo hasta preparó a esos efectos un videojuego en el que se recuerda la pavorosa “gripe española” que segó la vida de 40 millones de personas en 1918. Consejero eminente de la Organización Mundial de la Salud (OMS), habría contribuido a que el organismo de las Naciones Unidas estableciera que el virus H1N1 había desatado una pandemia con la consiguiente ola de temor que recorrió el planeta. El prestigio del Dr. Gripe padece hoy una declinación abrupta: se lo investigó por corrupción.
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¿Y el papel de la OMS en todo esto? El número de muertos que el virus H1N1 produjo no alcanza el nivel de una pandemia y Engdahl cita las declaraciones que el epistemólogo Tom Jefferson formuló en una entrevista concedida a Der Spiegel (21-7-09). La OMS dio a conocer en abril del 2009 una nueva definición de “pandemia” de la que habían desaparecido conceptos anteriores: “La vieja definición –indicó Jefferson– remitía a un virus nuevo, de rápida propagación para el que no existe inmunidad y que provoca una alta tasa de enfermos y de muertes. Hoy estos dos últimos parámetros sobre las tasas de infección han sido suprimidos y fue así cómo la gripe A entró en la categoría de las pandemias”.
Engdahl propone una explicación del oportuno corte: en virtud de las alianzas entre sectores públicos y privados que la OMS ha alentado en la última década, el organismo recibe de las empresas privadas, además de los fondos proporcionados por los gobiernos de los países miembros de la ONU, “cerca del doble del presupuesto que habitualmente le destina la ONU, en forma de becas y de ayudas financieras. Esos fondos proceden de los mismos fabricantes de vacunas que se benefician con decisiones oficiales como la adoptada en junio de 2009 sobre la urgencia endémica del virus H1N1”. Si así fuere, la OMS habría ayudado al Dr. Gripe a mantener en vilo al mundo entero para las ganancias multimillonarias de unos pocos.
(*) Juán Gelman