Juan José Hoyos Naranjo:mientras caen las flores de los guayacanes
Por Carlos Mario Correa Soto
Como el mejor cronista colombiano de los años 80 fue catalogado Juan José Hoyos por el reconocido periodista Germán Castro Caycedo. Perfil sobre este cultor e investigador del periodismo narrativo.Es muy probable que ahora que se jubiló el profesor Juan José Hoyos Naranjo esté dedicado de tiempo completo a ver caer las flores de los guayacanes amarillos como cuando era un niño y “parecía que alumbraban en la noche”, y vivía en Aranjuez.
En esta barriada del oriente de Medellín, donde nació en 1953, su alma quedó tatuada por las cosas y los sucesos que definieron su vocación de periodista y su sensibilidad para ser escritor de crónicas y de novelas, y docente universitario.
También quedó marcado por la escuela popular donde aprendió a leer y a escribir a instancias de un maestro que había sido arriero, por la belleza sin maquillaje de las muchachas en flor, por los parques, los cafés, las heladerías, el cine, el bolero, el tango y la balada; por los avatares de su padre, músico de pueblo e inspector de policía, quien lo llevó a recorrer Guayaquil y lo engolosinó con los periódicos que llevaba a la casa en el bolsillo; y por la muerte por enfermedad de una hermana de 18 años y la muerte por riña cantinera… por el olor del jazmín…
La televisión colombiana realizó la telenovela Tuyo es mi corazón, basada en el libro del mismo nombre escrito por Juan José Hoyos.
Crecí jugando fútbol en las canchas de Aranjuez y Santa Cruz. ¡Qué días tan felices!” En 1959, cuando la señorita Inés le hizo el examen para que lo recibieran en primero de primaria en la escuela San Agustín, Juan José “recitaba con la misma propiedad el catecismo del padre Astete y la alineación del DIM”, un equipo que fue “de perdedores” en esos, y en otros tiempos. “Qué bueno ser hincha de un equipo pequeño como el DIM. ¡No humillamos a nadie y siempre vamos por la vida de derrota en derrota hasta la victoria final!”
En sus años de adolescente, Juan José, que para entonces ya vivía con su familia en Itagüí y se educaba en el Colegio de El Rosario, aprendería a valorar el humanismo de los curas que lo pusieron en contacto con los libros clásicos de la literatura universal, pero al mismo tiempo se rebelaría contra esa educación católica y se definiría por el agnosticismo.
En 1970, a la hora de dar el paso a la formación universitaria, pensó en estudiar arquitectura o sicología, pero ya sabía lo que quería ser en la vida: escritor. Por eso, al igual que muchos de los autores que había leído con excitación, eligió el camino correcto: el periodismo, el cual estudió en la Universidad de Antioquia.
<Conversatorio “El periodismo como memoria”. 9 de febrero de 2011, Universidad EAFIT, con Juan
José Hoyos y Alberto Donadio.
En 1973, Juan José conoció al escritor Manuel Mejía Vallejo y asegura que eso le volteó la vida porque “él me impresionó mucho como persona y fue el primer gran escritor vivo que yo conocí porque los demás que había conocido eran muy valiosos, pero no con una voz personal tan fuerte, con un mundo propio y tan ligado a la vida como él”.
Para 1978, Juan José era corresponsal en Medellín del periódico El Tiempo y “sacándole tiempo al Tiempo” y al desastre cotidiano que debía redactar como noticia, en ansiosas jornadas en sus martes de “descanso”, fue escribiendo Tuyo es mi corazón, su primera novela, publicada en 1984.
Contrariado por los patrones del periodismo informativo que se aferran al discurso de la objetividad y de paso normalizan y envilecen a los reporteros, Juan José buscó reencontrarse consigo mismo exiliándose en el territorio extenso y feraz de los libros.
Por este motivo la génesis de El cielo que perdimos (1990), su segunda novela, está en ese “doble taller” en el que el periodista polaco Ryszard Kapuscinski les recomendó trabajar simultáneamente a los corresponsales de agencias de prensa y a los redactores de los diarios.
Y se encuentra también en varias circunstancias, motivaciones e intereses personales y profesionales de su autor que le ayudaron a resolver problemas del oficio narrativo, a curarse de dolores del cuerpo y del alma, y a dar testimonio de Medellín al comienzo de una de sus épocas más funestas.
Novelas en “clave de autobiografía”, las llama Juan José, pero bien pueden ser crónicas autobiográficas…Sus personajes principales, Carlos y Juan Fernando, miran y sienten la vida como la mira y la siente él…
Desde 1981 y durante los siguientes 27 años, hasta cuando le dio la gana de jubilarse, Juan José fue reconocido por decenas de alumnos de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Antioquia por su amor, investigación y conocimientos del periodismo narrativo y de sus principales géneros, la crónica y el reportaje.
Su clases, enriquecidas de anécdotas y apuntes biográficos y bibliográficos, se trasladaban de los salones a los bares y cafés, a las calles y parques de la ciudad, y años más tarde a las tertulias del Club de Lectura John Reed, donde tanto se evocó la memoria y el talento de la prosa de uno de los pioneros del periodismo literario moderno, en medio de los olores mezclados del café tinto, la cerveza y el papel envejecido en la librería de libros leídos de “El hamaquero”.
Juan José Hoyos, a la derecha de la imagen, el 9 de febrero de 2011, Día del Periodista en Colombia, durante la lección inaugural de Comunicación Social de EAFIT. / Foto Sebastián PulgarínPersuadido por la idea de Hegel según la cual el arte no tiene nada que ver con la belleza sino con la verdad, Juan José —catalogado por Germán Castro Caycedo como el mejor cronista de Colombia en los años ochenta—, escribió con “la fuerza de lo vivido y de la verdad” los reportajes reunidos en los libros Sentir que es un soplo la vida, El Oro y la Sangre y Janyama: Un aprendiz de jaibaná; desarrolló sus investigaciones y ensayos didácticos Un pionero del reportaje en Colombia. Francisco de Paula Muñoz y El crimen de Aguacatal, Escribiendo historias. El arte y el oficio de narrar en el periodismo y La Pasión de contar. El periodismo narrativo en Colombia 1638-2000; y publica sus columnas dominicales en El Colombiano en las que, con la experiencia de haberle dado la vuelta a su oficio pasando por todos sus géneros, explora las posibilidades formales y temáticas del periodismo de comentario.
—Juan José, ¿cómo fuiste de profesor? Le preguntamos una vez.
Y nos respondió:
—Yo no sé; creo que como una madre católica. Yo para eso emplee el método que aprendí en un poema de José Manuel Arango— cuya amistad también lo marcó en el alma— que expresa: “no hay camino dice el maestro, si acaso existiera algún camino, nadie podría encontrarlo y si alguien por ventura lo hallara no podría enseñárselo a otro”. Entonces yo lo que hice con mis estudiantes fue bregar a acercarlos con amor a la literatura y el periodismo”.
Con el paso de los años los egresados de las universidades recuerdan, si acaso, a uno o a dos de sus profesores. Juan José evoca las clases de literatura y poesía del profesor Elkin Restrepo que lo “marcaron profundamente” en la U. de A. Y ahora, los ex alumnos de Comunicación Social del Alma Máter evocamos las clases de periodismo y literatura de Juan José que tan intensamente nos provocaron para investigar y escribir como reporteros, pues se trata del profesor que tenemos en nuestras mentes a pesar del paso devastador del tiempo que nos hace “sentir que es un soplo la vida”.
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