Revista Cultura y Ocio

Juan Luis Astigarraga, hijo ejemplar de santa Teresa

Por Maria Jose Pérez González @BlogTeresa

Luis Aróstegui.
Julio 2022

El día 20 de abril de 2022 fallecía en su comunidad de Donostia-San Sebastián el P. Juan Luis Astigarraga Alberdi. El 22 por la mañana tuvo lugar la inhumación, y a las 6 de la tarde la eucaristía de despedida cristiana, presidida por el P. Provincial, Lázaro Iparraguirre, y concelebrada por 22 religiosos, entre ellos su primo Patxi Alberdi, salesiano. No pudo participar su única hermana, debido a la pandemia. Sí el resto de la familia. La celebración estuvo envuelta en la paz pascual y el agradecimiento.

Juan Luis nació en Azkoitia, País Vasco, el 1 de octubre de 1936. Sus padres se llamaban Pedro y Josefa Antonia. Le precedió en la primogenitura su hermana Zorion. No pudo conocer a su padre, que falleció en el frente, en la localidad de Singra (Teruel), el 15 de octubre de 1937. Tenía consigo las copias mecanografiadas de algunas cartas que sus padres se escribieron durante la forzada separación de la guerra civil española. En ellas la madre le comunicaba algunos rasgos y primeros pasos del niño, y el padre mostraba vivos anhelos de ver a sus dos hijos y a la madre. Cartas sencillas, que hoy nos tocan por su conformidad y su confianza en la providencia divina.

En septiembre de 1947, a punto de cumplir once años, ingresó en el colegio teresiano de Villafranca de Navarra. Conservó una gran fotografía que le representa de esa edad, con la madre y la hermana. Seguramente se sintió confortado por la presencia de los Padres azcoitianos Antonino y Heliodoro entre los profesores. Dos organistas, Pedro M. (Duñabeitia) y José Miguel (Miranda), atendían a las celebraciones de la iglesia y a la formación musical de los colegiales.

En octubre de 1949, se trasladó, con otros compañeros, a Amorebieta (Bizkaia) a incorporarse al curso que, el año anterior, había reinaugurado el colegio, recuperado de la requisición de los poderes públicos durante doce años. Allí volvió a encontrar al maestro de música P. Pedro M. Del canto se ocupaba el subdirector P. Eliseo, que también cuidaba de los pianistas. Dejaban siempre un recuerdo de nobleza el superior Julio (Ibarra) y el director Fidel (Sarriegui), azcoitiano.

En 1950 el grupo prosigue los estudios, de acuerdo con el nuevo plan, en Villafranca, donde, desde 1948, el superior es el P. Angel María, director el serio, y alentador de valores, Antonio María, y Heliodoro, el sacrificado subdirector. Profesor de piano, el organista virtuoso Ignacio M., admiración de los colegiales.

En 1952 el curso ingresa en el noviciado de Larrea. A Juan Luis muy pronto se le manifiesta una afección seria. El P. Pedro Arbeloa, del curso precedente, se acuerda de que después de la profesión siguieron algún tiempo en el noviciado, y él, que era el "enfermero" del curso, sirvió a Astigarraga, que guardaba cama. Los superiores decidieron que volviera a su familia a fin de que restableciera más eficazmente la salud.

Sólo el 4 de marzo de 1954 pudo iniciar de nuevo el noviciado, con el nombre de Victoriano de la Sagrada Familia, y, a su término, hacer la profesión el 5 de marzo del año 1955. Agregado, por tanto, al curso que había profesado en el verano de 1954, completará con ellos el año de profesorado. Aquel año tuvo lugar en Larrea, porque, debido a la alteración del programa curricular, no había curso para el noviciado. Se trataba de un grupo numeroso, que con la riqueza de sus voces formaban solos un coro completo. El organista principal y maestro de música era el P. Livino (Duñabeitia).

El Hno. Victoriano estudió los tres años de filosofía y otras asignaturas complementarias en Vitoria (1955-1958). Allí le conocimos nosotros, en nuestro primer año, cuando él cursaba tercero. Habíamos oído de sus dotes musicales. En efecto, ejercía plenamente de primer organista de los estudiantes y de director de coro, bajo el alto y bondadoso magisterio del P. José Domingo, el músico del siglo XX en la provincia de Navarra, siglo de relevantes organistas, algunos dotados de inspiración creativa. En esta casa de formación hizo Juan Luis, con su curso, la profesión solemne al término del tercer año, el 27 de julio de 1958.

Los cuatro años de teología los cursó en Begoña, Bilbao. En aquellos años se había formado un cuerpo valioso y prometedor de profesores, entre jóvenes y algunos más veteranos. Algunos cooperaron con la editorial Dinor de San Sebastián, que traía aires renovadores con traducciones de ensayos teológicos. Las asociaciones y la pastoral general prosperaban en torno al convento, en particular la catequesis y la formación de jóvenes, de la Juventud de Carmelo y Praga en su apogeo. Se percibía una inquietud, la necesidad de un renacer, en la Iglesia y la sociedad, entre los jóvenes. Imprevistamente sobrevino la primavera de Juan XXIII. El 7 de abril de 1962 recibió la ordenación presbiteral en la iglesia del Carmelo de Bilbao.

En el aspecto musical, tuvo la oportunidad, con sus compañeros, de penetrar y perfeccionar el canto gregoriano con el excepcional maestro solesmense P. Alfredo (Gardeazábal). La Orden le ofreció también cursillos especiales de perfeccionamiento en gregoriano y en dirección de canto.

Mientras tanto, en el Teresianum de Roma, el P. Livino (Duñabeitia) era desde el 1957 el organista, profesor de música y director de canto. Anhelaba volver a la Provincia, añorando seguramente el complemento de una pastoral sencilla cercana al pueblo, como la que más tarde, desde 1964, pudo ejercer en el Perú con un gozo que no había conocido antes. El final de la carrera de Juan Luis ofreció a los superiores de Roma y de la Provincia (Anastasio del Smo. Rosario, Gregorio de Jesús Crucificado) la oportunidad de complacer al P. Livino, que sin duda sólo con sacrificio había aceptado el servicio en el Teresianum.

El nuevo músico llegó al Teresianum el 29 de septiembre 1962, en vísperas de la apertura del Concilio Vaticano II, en el decenio de la esperanza. Dentro de la institución formativa, desde el primer momento comenzó a actuar, en medio de una cierta normal expectación, con la naturalidad de un veterano. El 4 de octubre el P. General Anastasio le extendió la patente oficial.

Su cometido comprendía las clases de gregoriano a los alumnos de primer año, la atención a los eventuales estudiantes organistas, ensayos semanales de canto gregoriano con vistas a la liturgia dominical, ensayos con el coro polifónico para solemnidades religiosas y otras celebraciones. Deberes que le permitían continuar su propia preparación.

En 1964 la Congregación de Seminarios y Universidades de Estudio le facultó para enseñar en la Pontifica Facultad "Santa Teresa de Jesús y de San Juan de la Cruz", en calidad de suplente, como "Licentiatus" en teología pastoral por la Universidad Pontifica Lateranense. En los años 1964-66 cursó el bienio de especialización en liturgia en el Pontificio Ateneo Anselmiano, disciplina que con el Concilio cobró nuevo significado y rango, y de la que fue profesor posteriormente.

En los años posconciliares, el Teresianum experimentó, como otras casas de formación y la Iglesia en general, profundos cambios, por lo que se refiere, ahora, a los servicios para los que Juan Luis fue destinado a él. La configuración de la vida comunitaria, de la estructura del ciclo institucional, y de los estudiantes de especialización, su número y procedencia, la liturgia en la lengua vernácula, por tanto, la pronta desaparición práctica del latín y del gregoriano, e incluso de la polifonía clásica. Al mismo tiempo, la creación y entrada de los nuevos textos y composiciones en italiano, los modos de participación, las nuevas pastorales de animación espiritual del Teresianum para religiosas y laicos, a que se abrían las puertas, requerían una creatividad por parte de todos, y en la que Juan Luis tuvo que comprometerse por sus encargos.

Organista en la Basílica de San Pedro. El año 1971 el entonces estudiante del Teresianum, Javier Itúrbide, escribió una crónica de noticias para el Boletín oficial de San Joaquín de Navarra. En ella refería que desde principios de ese año Juan Luis tocaba el órgano en las funciones papales del San Pedro. Había sucedido que, para la celebración del doctorado de santa Teresa, 27 de septiembre de 1970, ante la ausencia del organista titular, habían recurrido al organista del Teresianum, encargándole también la celebración del doctorado de santa Catalina del domingo siguiente. Al de unos meses, en que habrían probado algunos otros maestros, volvieron a llamarlo, y continuaba ejerciendo el servicio ya unas ocho veces, sin nombramiento oficial (BOPN, 6, julio- diciembre 1971, 274-276). Si hubiera sido el caso, lo habría cumplido con excelencia.

Pero se le iba a abrir un campo de actividad no previsto anteriormente. El Definitorio General, acogiendo la propuesta del Instituto de Espiritualidad, aprobó, el 13 de noviembre de 1967, la nueva publicación "Bibliographia Internacionalis Spiritualitatis" (BIS) ( ActOrd 1967-1970, 245). Juan Luis formará parte del equipo de los cuatro miembros permanentes.

En otro orden, también fue nombrado miembro de la comisión litúrgica para la renovación posconciliar de los libros litúrgicos propios de los Orden (Def. Gen. 11 feb. 1971, ActOrd 1971-1973, 186).

Contemporáneamente, el Definitorio, ya desde el primer año de su oficio (1967), tenía pensado erigir el Instituto de Historia de la Orden. Con vistas a ello, acordó con profesores del Teresianum, deseosos de lo mismo por su impostergable necesidad, que comenzaran a trabajar por su cuenta planeando la institución y preparando las obras a publicar. Entre ellos estaba Juan Luis Astigarraga. De este modo, el año 1973 salían los dos primeros volúmenes de Documenta Historica Carmeli Teresiani con el "Imprimi potest" del P. General Miguel Ángel de S. José, del 4 de abril, y en esta misma fecha el Definitorio erigía el Instituto Histórico Teresiano ( ActOrd 1973-1974, p. 93-95). El Instituto había estado constituyéndose durante varios años, mientras las personas que conformarían el equipo del Instituto Histórico actuaban ya con la mayor eficacia sin nombramiento.

Juan Luis participó en los trabajos del Instituto, tanto en equipo de modo anónimo, como con trabajos personales. Llevaba en el Instituto "el peso principal en la tarea de fotografiar documentos y transcribirlos de sus originales" (I. Moriones en la Presentación a María de San José, Avisos para el gobierno de las religiosas, p. 6: ver referencia más abajo). Para este fin, por ejemplo, en los veranos 1976-1978 recorrió archivos carmelitanos de España. Estas son las publicaciones:

  • EULOGIO PACHO, ILDEFONSO MORIONES, BEDA EDWARDS, HIPÓLITO DE LA SAGRADA FAMILIA, OTILIO RODRÍGUEZ, FORTUNATO ANTOLÍN, JUAN LUIS ASTIGARRAGA, GRAZIANO MAIOLI (eds), Documenta Primigenia I (1560-1577), IHT, Roma 1973, 494
  • LOS MISMOS (eds), Documenta Primigenia II (1578-1581), IHT, Roma 1973, 334p.
  • EULOGIO PACHO, ILDEFONSO MORIONES, HIPÓLITO DE LA SAGRADA FAMILIA (+), OTILIO RODRÍGUEZ, FORTUNATO ANTOLÍN, JUAN LUIS ASTIGARRAGA (eds), Documenta Primigenia III (1582-1589), IHT, Roma 1977, 720
  • EULOGIO PACHO, JUAN LUIS ASTIGARRAGA, ILDEFONSO MORIONES, OTILIO RODRÍGUEZ (eds), Documenta Primigenia IV (1590-1600), IHT, Roma 1985, 658

Estos cuatro volúmenes, que comprenden la documentación de 1560 a 1600, son la mina, desconocida, de la historia fundamental del Carmelo Teresiano. Una gran parte de ella la entregó el P. Hipólito, de sus investigaciones personales anteriores, por lo que mucho del trabajo del equipo consistió, aparte su propia investigación de las fuentes, en la revisión de los originales, corrección de las copias, y en la redacción de las introducciones y anotaciones.

  • Jerónimo Gracián. Apología y avisos acerca del gobierno, Roma 1977, 39 (Extracto de "Documenta Primigenia" III, 51-90).
  • Jerónimo Gracián. Historia de las fundaciones, IHT, Roma 1977, 161 (Extracto de "Documenta Primigenia" III, 533-694).
  • JUAN LUIS ASTIGARRAGA, ed, María de San José. Avisos para el gobierno de las religiosas, IHT, Roma 1977 (serie minor "Perlas espirituales").
  • JUAN LUIS ASTIGARRAGA, ed, María de San José. Instrucción de novicias, IHT, Roma 1978 (serie minor "Perlas espirituales).
  • JUAN LUIS ASTIGARRAGA, Las cartas de Santa Teresa a Jerónimo Gracián. Valor textual de la Antología de María de San José (Dantisco), IHT, Roma 1978, 83 (Extracto de EphCarm, 29, 1978-I, 100-176).
  • JUAN LUIS ASTIGARRAGA, Páginas de María de San José (Salazar), Hallazgo del original de su "Instrucción de novicias". (Extracto de EphCarm, 29, 1978-II, 469-506).
  • JUAN LUIS ASTIGARRAGA, ed, Jerónimo Gracián, Escolias a la Vida de Santa Teresa compuesta por el Ribera, IHT, Roma 1982, 96p. (Extracto de EphCarm, 32, 1981-II, 343- 430).
  • JUAN LUIS ASTIGARRAGA, EULOGIO PACHO, OTILIO RODRÍGUEZ, eds, Fuentes históricas sobre la muerte y el cuerpo de Santa Teresa de Jesús (1582-1596), IHT, MHCT 6, Roma 1982, 603p.
  • Jerónimo Gracián. Diálogos del tránsito de la Teresa de Jesús, IHT, Roma 1982, 157p. (Extracto de Fuentes históricas sobre la muerte etc., MHCT 6, 36-186).
  • JUAN LUIS ASTIGARRAGA, Últimos días y muerte de Santa Teresa. (Extracto de Teresianum- EphCarm, 33, 1982-I/II, 2-70).
  • JUAN LUIS ASTIGARRAGA, ed, Jerónimo Gracián de la Madre de Dios, Cartas (1545-1614), IHT, Roma 1989, 756
  • JUAN LUIS ASTIGARRAGA, ed, Jerónimo Gracián de la Madre de Dios, Peregrinación de Anastasio, IHT, Roma 2001, 507
  • JUAN LUIS ASTIGARRAGA, ed, Expulsión del Gracián. Documentos de un Proceso (15871601), IHT, Roma 2004, 712p.
  • JUAN LUIS ASTIGARRAGA, AGUSTÍ BORRELL, JAVIER MARTÍN DE LUCAS: Concordancias de los escritos de San Juan de la Cruz, Roma 1990, XIII+2125p.
  • JUAN LUIS ASTIGARRAGA, Colaboración de Agustí Borrell, Concordancias de los escritos de Santa Teresa de Jesús, Roma 2000, XVIII+3054p.
Inéditas

JUAN LUIS ASTIGARRAGA, Concordantiae Concilii Vaticani II.

Elaboradas en los años 1968-69. Al fin del verano de 2009 las dejó, guardadas en 25 cajas de archivo, en la sala de consulta de la biblioteca del Teresianum, "para que no se perdiera la obra que tanto costó".

Sin embargo, el mayor trabajo que se le impondría y pesaría cada vez más sobre Juan Luis era el de la Bibliografía Internacional de Espiritualidad. Cuando el Definitorio dio la referida aprobación, se le hizo venir a Roma, en 1968, al P. Otilio Rodríguez, iniciado ya en trabajos de bibliografía, para que dirigiera su constitución, tanto en lo que se refería al proyecto mismo, como a los medios y las personas. Se creó un equipo de trabajo: Otilio Rodríguez, Juan Luis Astigarraga, Fortunato Antolín e Ildefonso Moriones, como grupo responsable de la redacción. Contaban con la ayuda externa de otro grupo sin integración permanente: Eulogio Pacho, B. Lachaert, Isidoro da Silva, Sean Colon, Alfonso Ollo. Se debía publicar un volumen al año, comenzando con el material de 1966, el primer año tras la conclusión del Concilio Vat. II. (Eulogio Pacho, "Los 10 primeros volúmenes de la 'Bibliographia Internationalis Spiritualitatis'", en EphCarm, 30, 1979, 148-149). Y, efectivamente, de 1969 a 2009 salieron 41 volúmenes, cubriendo la bibliografía de 1966 a 2006.

El 21 de mayo de 1984 P. General Felipe Sainz de Baranda nombró a Juan Luis director de BIS, a presentación del Consejo de la Facultad del Teresianum. Hasta 1979 el equipo permanente había resistido, trabajando con la guía del optimista y magnánimo P. Otilio, a quien Juan Luis recordaba con frecuencia. Después fueron retirándose los miembros, por regreso a sus provincias, por razones de salud, a causa de nuevas ocupaciones. De modo que Juan Luis durante muchos años tuvo que trabajar solo, en una tarea que no acababa nunca, que apenas dejaba espacio para alguna otra publicación propia. En esas condiciones publicó algunas obras importantes consignadas arriba, alguna vez respondiendo con benevolencia a peticiones, gracias a trabajos adelantados antes. Otras, quedaron por el camino, por ejemplo, la anunciada serie "Escritoras primitivas" (ver I. Moriones más arriba en María de San José, Avisos..., p. 7). Los últimos años pidió que se le liberara de la "cadena" porque estaba perdiendo la vista del ojo enfermo.

El General Luis Aróstegui, conociendo el agobio que padecía, aun sin haber podido encontrar un sustituto, o un equipo, le exoneró del cargo, con esta carta:

"Con este escrito quiero, ante todo, aclarar que tu reciente nombramiento de director de BIS, a petición del Consejo de la Facultad, ha sido provisional, mientras estás completando este volumen en que trabajas. Debido al estado de tu vista, no es posible retenerte por más tiempo en ese oficio, que exige esmerada atención, esfuerzo, y un estado de salud íntegro.

Una vez terminado el presente volumen, cosa que esperamos te lo permita la salud, quedas sin más desligado del oficio y del deber de tener que preocuparte de la revista. Contemporáneamente el Consejo de la Facultad ha de presentar otro candidato al General.

Con mucho gusto aprovecho la oportunidad para agradecerte en nombre de la Orden y en el mío propio tu impagable servicio al frente de BIS, de tan reconocido aprecio en el mundo científico, durante tantos años, en solitario, con tanto empeño y capacidad de sacrificio.

Recordamos igualmente, aunque sea genéricamente y por encima, los otros trabajos científicos, por referirme a actividades afines a la de BIS, las Concordancias, fundamentales obras de referencia, las publicaciones del Instituto Histórico y tus propias publicaciones críticas, hasta en este sexenio con Expulsión del P. Gracián, volumen tan esperado, que corona los anteriores dedicados al mismo extraordinario personaje de la Orden. Trabajos que se consideran modélicos por la objetividad y precisión.

Aun con la salud no cabal, si bien no tenemos derecho a pedirte nada, sí me atrevo a desear y tener la esperanza de que puedas tal vez acometer alguna obra, ya con más tranquilidad y sosiego. El Señor te lo conceda y nos lo conceda muchos años. No puedo olvidar el mundo de la música, vocación y dedicación desde la niñez, con maestría consumada y gusto refinado, sin poder evitar la nostalgia de que durante muchos años ya no se ha podido realizar ese arte con el esplendor de nuestro gregoriano y de la polifonía clásica y moderna.

Agur Jauna! Muy cordialmente."

En el sobre, que se le llevó en mano, consignó él la fecha de la recepción: "9.IV.2009 Jueves Santo. IMPORTANTE".

Las palabras de animación se entienden al hilo de lo expresado por él mismo en conversaciones anteriores, cuando pedía la mencionada liberación. No se retiraba del trabajo, sino que ahora podía regresar con más tiempo y calma a dar continuidad al estudio de documentos aparcado antes.

El 13 de junio del año siguiente, 2010, el Provincial de Navarra, Antonio Viguri, le escribe: "Me ha llegado la noticia de que te han liberado de todo en Roma", y le invita a volver a la Provincia, donde se le recibirá con los brazos abiertos. El 16 de junio anuncia Juan Luis al superior de Donostia, J. L. Guerricagoitia, que el 23 de julio llegará a aquella comunidad a tomar su tiempo de vacación. Antes, el día 20 de julio, tiene revisión del ojo y poco antes exámenes del hígado y demás "para comprobar que no ha habido metástasis; ya sabes que lo del ojo era un tumor maligno; por eso, cada cuatro meses por ahora (luego será una vez al año) me los prescriben en el policlínico A. Gemelli. Por lo demás estoy perfectamente bien".

"La novedad en mi vida es que, por fin, tras 48 años de conventualidad en el "Teresianum" vuelvo a la Provincia. En estos tres días nos hemos escrito el Provincial y yo al respecto y estamos de acuerdo que vendrá un día a Donosti a hablar conmigo". El 23 de julio llegó Juan Luis efectivamente a Donostia. El 1 de septiembre leyó el superior ante la comunidad la carta con la que el P. Provincial le destinaba a ella.

Aparte la pérdida de la visión del ojo derecho, se encontraba en buenas condiciones de salud. En la primera reunión comunitaria, del 13 de septiembre, ofreció sus capacidades y disponibilidad a la comunidad. Fue elegido secretario de actas, que ejerció hasta 2015. Tomó a su cuenta la capellanía de las Carmelitas Misioneras "Mater Carmeli", servicio concluido con la pandemia de 2020. Participaba en los varios encuentros provinciales. Representó a la comunidad como socio en los capítulos provinciales de 2011 y 2014. En todos los encuentros tomaba parte activa en los diálogos.

Para la animación litúrgica, fue preparando, en castellano y en euskara, series de diapositivas de ambientación de los tiempos litúrgicos, de todas las celebraciones, con imágenes, con pensamientos clave, y con los textos de los cantos. Pidió que la consola del órgano se colocara al lado de presbiterio, de cara a los fieles, para poder cantar juntamente con ellos y animarlos a la participación. El ensayo duró algunos años. Sus homilías preparadas para los domingos y para todas las demás celebraciones del Señor, de María y de los santos, en especial los del Carmelo, son de varios ciclos. Como fuentes aparecen autores como el biblista y pastoralista J.A. Pagola, el exegeta Sicre, el liturgista Aldazábal. Textos de los papas Juan Pablo II, Benedicto XVI, Francisco. Como en la comunidad había otro organista, el P. Horacio Henao, venido de Colombia en 2002 a ayudar en ese servicio, Juan Luis tocó varios años durante la novena del Carmen en el santuario de Larrea.

No reanudó su dedicación al estudio de la documentación histórica y su publicación. Su renuncia y explicación relativa, ante la eventual invitación amistosa, revelaban una decepción ante la general falta de interés por los temas y producciones a que se había entregado con sus buenos compañeros de camino. "Ahí tiene nuestra Familia -por ejemplo- 'La Expulsión del P. Gracián' para conocer hasta dónde llegaron los hechos.

¿Lo conoce alguien? ¿Ha pasado algo? No, se lo ha tragado la tierra" (Carta privada).

La audición de la gran música armonizaba con su habitual serenidad, y la renovaba, lo mismo que el conocimiento de las maravillas de la fauna y de la flora, en su realidad actual y en su evolución. También escuchaba vídeos de formación teológico-espiritual. En los últimos tiempos le encontré varias veces escuchando enfrascado uno de ellos. Como deslumbrado exclamó: este hombre habla como uno de los santos padres de la Iglesia, refiriéndose a su profundo saber y a su unción en la exposición de la espiritualidad de nuestros santos.

Dos dones innatos recibió, y la vida le ha deparado la oportunidad de emplearlos y desarrollarlos: la percepción de la belleza, sobre todo la musical, y el sentido de la observación captando con exactitud las formas y los detalles.

En cuanto a la sensibilidad estética, se manifestaba ya en su magnífica caligrafía, en la admiración de la armonía de la naturaleza, en el aprecio de los varios géneros artísticos, con preferencia de los grabados históricos. La sensibilidad musical iba acompañada de un oído musical fuera de serie. Por ello confesó con sencillez que casi desde niño la lectura musical y su ejecución no le habían ofrecido dificultades. Tal vez por lo mismo, no sintió el apremio de dotarse de un título oficial de órgano, habiendo crecido durante 15 años con maestros e instrumentos de música. Por otra parte, con la misma sencillez manifestó, ya en su juventud, que no sentía aptitud para la creación musical.

La capacidad de observación precisa de las formas y los detalles la ha desarrollado y ha sido de preciosa utilidad en sus trabajos de BIS y en las ediciones críticas del Instituto Histórico. La querencia por el detalle y las formas, explica la paradoja de que una sensibilidad musical de su intensidad pudiera sumirse con tal paciencia y constancia en una ocupación ajena a la música.

No cuidó mucho la salud general. En Roma le diagnosticaron algún grado de diabetes. No parecía que estuviera del todo convencido. El sistema respiratorio iba mostrando dificultades en algunos aspectos. Últimamente se le había prescrito que el tratamiento de la hipertensión, para evitar también la peligrosa bajada de tensión, había que dosificarlo bajo control médico.

Sufrió mareos momentáneos, cuya causa finalmente no supimos. El 2 de febrero 2022 le habían mandado a casa, de la unidad de "Urgencias" del hospital, sin diagnóstico preocupante, dada la normalidad de las constantes. En las largas horas de espera de la tarde y la noche, había recuperado la lucidez y el buen humor de los buenos tiempos. Poco tiempo después se repitieron los incidentes de inestabilidad. También en el órgano mismo.

Sin embargo, el fin fue dolorosamente inesperado. A primera hora de la mañana hubo que levantarle del suelo y acostarle. Al mediodía comió, en su celda, bien, mejor que en días anteriores. Lúcido y tranquilo. A media tarde el superior, Jon Korta, le encontró sin vida sentado en su silla de brazos. A medida que avisados íbamos llegando consternados, cada uno lo bendecía y oraba.

Era una persona educada, en el mejor sentido. Respetuoso y amante de la paz en la vida diaria. Sereno, alegre, acogedor. El respeto adquiría densidad especial en la discreción acerca de las personas. Y las cosas había que hacerlas bien con naturalidad. Algunos prontos sorprendentes se asocian a la sensibilidad de los artistas. Su naturaleza y la teología conciliar le descubrieron o le afianzaron en la espiritualidad de aquellos valores y virtudes, y sobre todo en la confianza en el Dios de la gracia. Era el mensaje cristiano de sus homilías escritas, y la espiritualidad que deseaba vivir él mismo.

Conservo de él un grato recuerdo como hermano humilde, incansable trabajador, de gran inteligencia y, sobre todo, hijo ejemplar de santa Teresa de Jesús, contento de pertenecer al Carmelo. Ahora continúa cantando en el cielo las alabanzas al Señor, cosa que siempre ha hecho con entusiasmo en la tierra", ha escrito un ex-romano, sin pretender canonizarlo. Otro, organista y artista, le ha dedicado una poesía al músico, recordando la visita al Teresianum de su grupo de los ordenados en el sesenta y ocho. Algunos versos:

"A cuarenta años justos de distancia,
¡Gianluigi!, nos volvimos a encontrar.
Los supérstites del sesentaiocho
quisimos celebrar cuatro decenios de
Sacerdocio juntamente en Roma,
peregrinando hasta el Teresianum.
Tú con exultación nos acogiste.
Acompañar quisiste nuestros cantos,
sabiendo coronarlos con sonata,
que la antigua destreza exhibía.

[...]

Nada me extrañaría si en el Cielo
hubieran de nombrarte cual experto
Organista del Coro celestial".

(Legnano 21-4-2022, Padre Nicola Galeno).


Volver a la Portada de Logo Paperblog