Mencionado por:
Inma Pelegrín
Menciona a:
Pilar Verdú
Sergio Belmonte
Montse Cano
María Sanz
José Iniesta
Bio-bibliografía
Vine al mundo la noche del 7 de agosto del 59 en Borbotó, una aldea de Valencia. Mi primer acto de rebeldía fue nacer al revés: con el culo por delante. Salvado el primer escollo -el nacimiento-, crecí feliz, rodeado de vacas, campos de hortalizas y gentes sencillas. A mi madre le debo la alegría que siempre me acompaña. A mi padre, el mal genio que a veces me asalta a traición. Mi amor a los libros comenzó a gestarse con la lectura de tebeos y el ambiente de la escuela unitaria. Empecé a profanar papeles en blanco y perpetrar versos en mi adolescencia, para ligar con las chavalas, pero con los años descubrí que las palabras me servían también para expresar todo lo que sentía, pensaba o deseaba. http://www.juanramonbarat.com/
Poética
Claridad y profundidad. Y música.
Poemas
COMO TODOS USTEDES
Seguramente soy
un hombre triste y gris
como todos ustedes.
Un hombre encadenado a los horarios,
con mujer y con hijos y halitosis,
y problemas de próstata y de insomnio,
y una cuenta bancaria
bordeando el precipicio de los números rojos,
y enemigos mortales y aficiones pacíficas
y algún sueño prohibido inconfesable.
Como todos ustedes,
uno más del rebaño.
Bufón en la Gran Corte de la Tecnología.
Desde el punto de vista de los jefes
una mierda a la izquierda.
Completamente solo.
Condenado a morir. Injustamente.
Un hombre triste y gris.
Como todos ustedes.
NOCHE DE VERANO
Una vez, siendo niño, le pregunté a mi padre
a dónde van los hombres cuando mueren.
Era una hermosa noche de verano.
Estábamos sentados a la puerta
de la casa en dos sillas
de anea y contemplábamos el cielo.
El aire nos traía dulcemente
el olor del jazmín.
Mi padre me miró con ojos bondadosos
y tras breve silencio me explicó
que la muerte no existe y que los hombres
acaban transformándose en estrellas
que brillan en el cielo.
Cuando me hice mayor y consulté los libros
descubrí con sorpresa
que la luz de los astros no es eterna,
que también su existencia se consume
con el paso del tiempo.
Ya hace muchos años que mi padre murió.
Hoy quisiera tenerlo junto a mí,
igual que aquella noche, y poder formularle
la pregunta obsesiva que me hago
al mirar hacia el cielo
en mi silla de anea solitaria:
¿a dónde van los astros cuando mueren?
LA MANZANA
La manzana quedó sobre la mesa.
Era roja y hermosa como un sueño.
Exhalaba un aroma fresquísimo de bosque
que embalsamaba el aire
de aquella habitación que daba al mar.
En su forma perfecta
podía resumirse el mundo todo.
Un silencio de seda acariciada
se posaba en su piel y temblaba la vida
en la pulpa jugosa de su carne.
Pasó el tiempo. Volvimos
el verano siguiente. Los gusanos
habían devorado la manzana.
Sobre la pobre mesa sólo había
una sombra de polvo,
un olor de humedad y de maderas viejas.
Tampoco había rastro de gusanos.