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Juan Rulfo. Su novela Pedro Páramo

Publicado el 25 febrero 2010 por Susanabb
Juan Rulfo. Su novela Pedro Páramo
Juan Rulfo nació en Apulco, municipio de San Gabriel, distrito de la ciudad de Sayula, estado de Jalisco, el 16 de mayo de 1917. Murió en la Ciudad de México, el 7 de enero de 1986, escritor, guionista y fotógrafo mexicano , perteneciente a la generación del 52. La reputación de Rulfo se asienta en dos pequeños libros: El llano en llamas, compuesto de diecisiete pequeños relatos y publicado en 1953, y la novela Pedro Páramo, publicada en 1955.

PEDRO PÁRAMO se publicó en 1955, dos años después de los relatos de El llano en llamas. En el arranque de la novela, Juan Preciado promete a su madre en el lecho de muerte ir en busca de su padre, Pedro Páramo, un pequeño cacique pueblerino a quien no conoce. «El olvido en que nos tuvo cóbraselo caro» le dice ella, y Juan parte hacia Comala, un pueblo mítico que es el verdadero protagonista de estas páginas. Allí, envuelto en una tierra vieja que esta sobre las brasas de la tierra, «en la mera boca del infierno», se encontrará con las voces de la memoria de personajes de ensueño, que irán tejiendo una historia de deseos y pasado, de muertos y visiones irreales, que abarca desde mediados del XIX a las revueltas cristeras de comienzos del XX. Anclada en terreno firme, la novela se dispara en múltiples direcciones rompiendo el tiempo, confundiendo realidad y alucinación, fundiendo violencia y lirismo con sus conversaciones entrecortadas. Entre espectros, la desolación de Comala hace realidad ese «valle de lágrimas» que compone la geografía universal del dolor, llena de ecos, violencia y aire envenenado.
En su laconismo, Pedro Páramo supone un impresionante ejemplo de condensación narrativa. Rulfo vio la necesidad de que el autor desapareciera y dejara hablar a sus personajes libremente, mediante una estructura «construida de silencios, de hilos colgantes, de escenas cortadas», cediendo el turno al lector para que llene esos vacíos. Afín al realismo mágico, el ambiente de esta historia se tiñe de soledad, fatalismo y mitología.

Juan Rulfo. Su novela Pedro Páramo
Escribe Jorge Volpi en el prólogo a la novela:
"Si el hombre es polvo
Esos que andan por el llano
Son hombres". OCTAVIO PAZ

"(…) Al leer Pedro Páramo por primera vez, es como si un vendaval -el viento de la muerte- hubiese arrancado páginas y episodios a un libro mucho mayor: para recuperar el sentido de la historia, el lector debe realizar un ingente esfuerzo para recolocar las partes, para rearmar las historias particulares, para completar las vidas truncas de todos esos muertos. Igual que Juan Preciado, al reconstruir Comala y sus abismos, el lector les infunde nueva vida por un momento; así se torna capaz de dialogar con calaveras y huesos, de volver a escuchar sus palabras, de tener la momentánea ilusión de que la muerte puede ser vencida o, al menos, detenida. Por desgracia, al final no obtendremos más que la confirmación del ciclo: una vez rota la ilusión, terminamos por enterarnos una vez más de la muerte de Pedro Páramo o, todavía peor, volveremos a matarlo con nuestra lectura, con nuestros inútiles balbuceos, con nuestros murmullos. La coincidencia con Muerte sin fin de José Gorostiza , acaso el mayor poema largo del siglo XX mexicano, no hace sino confirmar la profundidad de esta convicción y este desánimo. Al final, incluso el invencible cacique, dominado por el rencor y la tristeza, no puede evitar desmoronarse «como si fuera un montón de piedras». Aunque la obsesión mexicana por la muerte -su necesaria burla ante esta convicción inevitable- permea cada página de Pedro Páramo, lo cierto es que la historia que se cuenta podía haber ocurrido en cualquier otro lugar. A pesar de la fidelidad de Rulfo al lenguaje de los Altos de Jalisco, o a la recreación de la historia completa de un pueblo mexicano durante la época revolucionaria, Comala podría estar en cualquier parte justamente porque no está en ninguna. Su aridez y su soledad son universales. Desde luego, nadie más que un mexicano podría haberla escrito -nadie más que Juan Rulfo-, pero su mexicanidad no radica en el folklore ni en el lenguaje, sino en su doble pertenencia a una doble tradición, local y universal, al mismo tiempo. Pedro Páramo es una respuesta evidente y aún más: una liquidación y una puerta abierta- a la novela de la Revolución mexicana, de Azuela a Guzmán, y a la novela cristera, pero también representa un diálogo igualmente fructífero con Kafka, Hamsun o Faulkner. Y, por encima de ello, la propia novela no se plantea esta cuestión: todo aquel que se atreve a leerla, como todo aquel que decide adentrarse en Comala, no sale indemne de la experiencia. Tras haberla leído, tras haberla escuchado, ahora nosotros también estamos contaminados con la muerte y ello, acaso, nos otorga una nueva vida".
Juan Rulfo. Su novela Pedro PáramoPedro Páramo (fragmentos)" Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo. Mi madre me lo dijo. Y yo le prometí que vendría a verlo en cuanto ella muriera. Le apreté sus manos en señal de que lo haría; pues ella estaba por morirse y yo en un plan de prometerlo todo. No dejes de ir a visitarlo -me recomendó-. Se llama de este modo y de este otro. Estoy segura de que le dará gusto conocerte. Entonces no pude hacer otra cosa sino decirle que así lo haría, y de tanto decírselo se lo seguí diciendo después que a mis manos les costó trabajo zafarse de sus manos muertas. (...)Yo imaginaba ver aquello a través de los recuerdos de mi madre; de su nostalgia, entre retazos de suspiros. Siempre vivió ella suspirando por Comala, por el retorno; pero jamás volvió. Traigo los ojos con que ella miró estas cosas. (...)Me enterraron en tu misma sepultura y cupe muy bien en el hueco de tus brazos. Aquí en este rincón donde me tienes ahora. Sólo se me ocurre que debería ser yo la que te tuviera abrazado a ti. ¿Oyes?. Allá afuera está lloviendo. (...)Tengo la boca llena de ti, de tu boca. Tus labios apretados, duros como si mordieran oprimidos mis labios... Trago saliva espumosa; mastico terrones plagados de gusanos que se me anudan en la garganta y raspan la pared del paladar... Mi boca se hunde, retorciéndose en muecas, perforada por los dientes que la taladran y devoran. La nariz se reblandece. La gelatina de los ojos se derrite. Los cabellos arden en una sola llamarada. "

 "PEDRO PÁRAMO" (novela completa)
Juan Rulfo lee dos fragmentos de "Pedro Páramo" (1955). Fotografía tomada por el propio Rulfo.


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