Esta es la aventura de un verdadero mosquetero.
Uno para todas, todas para él. Mosquetero de corazón, capitán de Borbón.
Juanchingo el pelado, al que la aventura lo agarra por los cuernos y la Momía se lo cogía hasta en los cuentos de cuadernos; sonreía el capitán, sonreía sin dudar.
Una que otra historia te han de contar, pero si a algún cuentero la atención le has de prestar, ha de ser a la Meche que nada se le ha de escapar; al menos eso en el pueblo han de relatar. "Todo un bombón, zapatero remendón."
Juanchingo el Capitán, el de botas altas y gran lunar caminaba por el puerto sin duda al pisar. ¡Y es qué que hombre mas encantador te ha de cautivar!
Ninguno como aquel hombre cual has de mirar. Ninguno como Juancho el que desnudo echa las de andar, hombre transparente de alto soñar, caminaba por el barrio como el hijo de mamá. ¡Mujer atrevida que ha de llegar y pedir la mano de aquel con tan gran altar!
"Juanchingo el guapetón, aquel que me robo el corazón; me dejo esperando en el andén, sin calzón y sin motel."- contaba la Juana, que lo ha esperar cuatro cantos al Cristo y un Ave María para rematar.
Si este cuento no te ha de gustar, a Juanchingo tampoco y nos ha de demandar. "¡Levanta falsos hombres de hierro!"- nos ha de gritar, pero es que a perro que come huevo ni quemándose el hocico se le ha de olvidar; bien que el pueblo lo grita, bien que el pueblo murmulla que a la Cataelena la vamos a extrañar.
¡Ay Juanchingo que arriba hay un Dios, el que todo lo mira, es grande y veloz! A mucho que enciende la vela, a poco se va quemando el santo. Ya te hemos de llorar, como lo hacia tu madre con aquel humilde capitán.