Bueno, aquí tenemos la crónica de lo acontecido anoche en Madrid, concierto de tres bandas punteras del Heavy, UDO y Blind Guardian teloneando a los míticos reyes del heavy, Judas Priest. Un servidor no se paso por allí, no se puede acudir a todos los sitios, pero mi buen amigo Ángel, gran conocedor del mundo del rock y del heavy si que fue y nos brinda esta maravillosa crónica;
Sábado, 30 de julio de 2011. Tres grandísimas bandas británicas (Saxon, Motörhead y Judas Priest) llegan a la Comunidad de Madrid bajo el Epitaph World Tour. Todo el mundo está pendiente de los de Birmingham, que después de una montaña de rumores, en los que se anunciaba que ésta iba a ser su última gira mundial, se conocía la noticia de la baja de K.K. Downing, guitarrista, miembro fundador y uno de los máximos compositores del grupo. Su sustituto: un “chaval” de 31 años llamado Richie Faulkner, que anteriormente había formado parte, entre otras, de la banda de Lauren Harris, hija del bajista de Iron Maiden. Ese día, al finalizar el concierto, esperaba volver a ver como Rob Halford y los suyos llenaban de nuevo otro recinto para demostrarnos que, aunque ya tienen una edad, no dejan de ser uno de los más grandes.
No ha pasado ni un año y, por fin ha llegado la fecha de la segunda entrega epitáfica de los sacerdotes en la piel de toro, 15 de mayo de 2012, San Isidro, para más señas. Los artistas invitados, U.D.O. y Blind Guardian, dos muestras de buen heavy metal teutón. Sobre las seis de la tarde, nuestro medio de transporte, un Peugeot 206 de color negro nos dejaba en las inmediaciones del lugar del evento, el Palacio Vistalegre, tras innumerables vueltas para poder aparcar. Eso, unido a un par de cervezas tomadas en un bar, nos impidieron ver el comienzo del concierto de U.D.O. Un primer vistazo avisa que esa noche no va a haber demasiado gentío. La causa: dos enormes telones blancos colocados a ambos lados del escenario reducen considerablemente el aforo total del Palacio. Mientras, el ex-cantante de Accept, el pequeñito Udo Dirkschneider, bien flanqueado por su compañero de siempre, el antes batería Stefan Kaufmann, ahora reconvertido en guitarrista, repasan temas como"Princess of the dawn", "Man and machine", "Metal heart" "Balls to the wall", en un escenario totalmente minimalista, sin ningún tipo de efecto que distraiga al fan de lo que está viendo y oyendo. - ¿Quereís una más? – pregunta, en un más que correcto castellano, el rubio cantante -. Pues claro, y nos prepara una versión rapidísima de la no menos rápida "Fast as a shark". Gran final.
Blind Guardian son los siguientes. El grupo, que ha sufrido numerosos cambios de formación en el pasado, se dispone a comenzar, no sin antes alzar un telón con su logotipo detrás de la batería, amparado por un discreto juego de luces. Así empiezan con "Sacred worlds", y enseguida nos hacen entender lo que va a ser su show esta noche: un repaso de sus grandes discos del pasado, al enlazar con "Welcome to dying", "Nightfall" y "Turn the page". Hansi Kürsch, el vocalista, está posiblemente más activo que en otras ocasiones, al igual que los guitarristas André Olbrich y Marcus Siepen, que no paran de moverse de un lado a otro, nos llevan a "Born in a Mourning Hall", en el que se nota la típica cabalgada de bajo estilo power metal, que llega incluso a saturar nuestros oídos, algo que se repite con "A voice in the dark", pero que rápidamente se va diluyendo con "Lost in the twilight hall". Un ligero parón da lugar a que Hansi presente "Somewhere far beyond", una canción que no tocan en varios años. Y de una casi inédita a otra que no falta nunca," Valhalla", en la que el público canta el estribillo casi más alto que el propio grupo. Le toca el turno a "Imaginations from the other side", tema título del que es, posiblemente, su mejor álbum hasta la fecha. Unos taburetes y unas guitarras acústicas junto a los pipas avisan que se acerca uno de los momentos clave en todo concierto de Blind Guardian: "The bard’s song – in the forest", con el público cantando las estrofas y terminando con un aplauso. Pero esto llega a su fin y Hansi así lo anuncia. Es el turno de "Mirror mirror". En resumen, una selección de grandes éxitos del grupo en una hora y cuarto.
Son las nueve y media de la noche cuando se empieza a oír por megafonía el tema "War pigs", con un jovencísimo Ozzy Osbourne cantando “Generals gathered in their masses / just like witches at black masses”. Esas estrofas, unidas al riff creado por Tony Iommi en 1970 nos preparan para lo que se nos viene encima. Nada más y nada menos que uno de los baluartes del heavy metal mundial. Pero casi sin dejarnos asimilar el inminente comienzo del concierto de Judas Priest, suenan los primeros acordes de "Battle Hymn", para enlazar con "Rapid fire", mientras un gigantesco telón negro con el tridente cae desde las alturas para dejarnos ver a la banda, con una imagen post-apocalíptica de una ciudad industrializada como telón, rodeada por cadenas enormes. Cambia el telón y aparece en su lugar la portada del disco "British steel". Es el turno de "Metal gods" y del primer cambio de vestuario de los muchos a los que nos tiene acostumbrados Halford. Geisers de humo y llamaradas acompañan los acordes que salen de las guitarras de Tipton y Faulkner, a quien se le ve mucho más compenetrado. Le siguen "Heading out to the highway" y "Judas rising", del disco que supuso la vuelta de Halford al seno de los priest. Y llega la primera de los temas no habituales en sus conciertos: "Starbreaker" de Sin after sin. Pero la prueba de fuego para la voz de Halford es y será, sin duda alguna, "Victim of changes", y los dos guitarristas están a punto de probarlo, mientras que Ian Hill, como siempre, sin moverse del sitio – tampoco le hace falta -, martillea su bajo para que Rob se luzca. Aprobó el examen con nota. A continuación, el vocalista, tras agradecer el cariño de los fans, comenta que lo siguiente que van a tocar es una canción muy antigua, de su primer disco, y que nunca la habían tocado antes de esta gira, y esa canción se llama "Never satisfied". El cover de "Diamonds and rust", debidamente electrificada en su parte final deja paso al único guiño que hacen del disco Nostradamus: "Dawn of creation / Prophecy", con un Halford enfundado en una túnica plateada y apoyado en un báculo con forma de tridente. Una nueva visita al vestuario y el vocalista ya está listo para "Night crawler", "Turbo lover" y una preciosa "Beyond the realms of death", con lasers formando parte de la puesta en escena, algo que se repite con una particularmente “lenta” versión de "The sentinel". Se cambia de nuevo el telón y aparece un cielo teñido de rojo y desgraciadamente da lugar al casi único lunar de toda la actuación: el malísimo sonido arruina del todo "Blood red skies", algo que se subsana con la segunda versión de la noche: "The green manalishi". Por fín llega un momento de relax para Halford, que no ha parado quieto ni un segundo, con "Breaking the law", dejando que el público la cante en su totalidad. A su término, un foco de luz ilumina al baterista Scott Travis, que intenta en su solo, hacer unos malabares con las baquetas, antes de enlazar con "Painkiller" y su ataque vocal. Al finalizar la canción, es el momento de tomarse un descanso, pero casi no ha terminado de irse el grupo y un enorme ojo reflejado en el telón, del cual salen rayos, indican que "Hellion / Electric eye" va a ser el primer bis de la noche, de la misma forma que, unos minutos después, el sonido de una motocicleta Harley Davidson anuncia orgulloso que "Hell bent for leather" va a ser la siguiente. El segundo bis sería "You’ve got another thing" comin’ , con el público cantando a pleno pulmón, algo que se repetiría con "Living after midnight", tercer y último bis, dejando a la banda exhausta, igual que el respetable, que con cánticos y aplausos agradecía lo que el sacerdote de Judas le había dado en dos horas y cuarto, algo difícilmente olvidable para muchos. Era el momento de la despedida, con un enorme telón que citaba la palabra “united”, una palabra que define perfectamente la unión que existe entre grupo y fans, y como despedida se veían rostros agotados, sudorosos, tristes y contentos.
Al repasar mentalmente todo lo ocurrido anoche, un escalofrío recorre mi espalda, esperando que no pase demasiado tiempo antes de que vuelva a oír: OH YEAH!!! THE PRIEST IS BACK!!!
MASTER ANGEL