Judith Turrión, tras el partido. Foto: Toni Delgado / Cronómetro de Récords.
Toni Delgado / Horta
A Judith Turrión (1996) le dan miedo las entrevistas. "Soy muy nerviosa y en estas situaciones todavía me pongo más. Hoy lo llevaré bien... O eso creo", sonríe con la boca y los ojos, muy vivos. Algo salta a la vista desde el principio: la ala-pívot del Lima Horta Bàsquet tiene la mirada amplia, carisma y paciencia, se preocupa por los demás y es una líder natural. Apostaría porque Judith Turrión debe de ser el alma en un karaoke. Habla con Cronómetro de Récords tras anotar 13 puntos en la victoria por 81-53 ante la Agrupación Deportiva Baloncesto Avilés (ADBA).
—Cuando estuviste lesionada, te dejabas la garganta animando al equipo. ¿Cómo se transmite esa alegría cuando por dentro estás hecha polvo?Arropar al grupo y poner siempre buena cara es un trabajo invisible que no se aprecia en la pista y en el que no suele reparar la gente. Cuando juego, me gusta que mis compañeras me transmitan esa energía y positivismo. Siempre puedes sumar al equipo. Siempre. —Hay un sector del público que incluso comenta el partido. No estoy tan concentrada para percatarme de eso, pero siempre que jugaba contra el Lima Horta Bàsquet pensaba que tenía una gran grada. Ahora, tengo la suerte de disfrutarla. En la pista oyes un poco de ruido, aunque no las frases. En el banquillo sí te das cuenta de más cosas. Como soy muy nerviosa, sobre todo en partidos ajustados intento un poco aislarme y centrarme en cada acción. —A pesar de ir ganando por 26 puntos, Sergio Manzano, vuestro entrenador, os seguía exigiendo al límite. Es un inconformista infinito. Cuando estás bien o muy bien, Sergio siempre quiere más. Nunca tiene un límite. Veníamos de que el Barça CBS nos remontase 17 puntos y en el descanso su discurso era como si fuéramos perdiendo por 20 [el Lima Horta Bàsquet ganaba por 50-26]. Sergio no quería que nos relajáramos y sí que estuviéramos alerta, darnos esa vidilla que puedes perder ante una ventaja tan grande. Él siempre quiere más y me parece perfecto. —¿En la primera parte habéis jugado vuestro mejor baloncesto de la temporada? Es posible. Incluiría también los primeros 30 minutos contra el Barça CBS. En esos instantes hemos dado un nivel que pocos equipos de la categoría pueden ofrecer. Sumamos todas, sobre todo en defensa, algo que nos permite robar un montón de balones, correr y anotar fácil. Somos imparables cuando jugamos así. —¿Quién te ayudó más a adaptarte en su momento al Joventut Les Corts? Fui con un poco de miedo porque temía no integrarme en un grupo de mucho recorrido. Creo que Nerea Garmendia, Paula Tutusaus y Eli Soriano fueron las compañeras que más me acogieron. El equipo me cuidó tanto que un mes después parecía que llevaba tres años. Ahora, muchas compartimos vestuario en el Lima Horta Bàsquet. Este grupo tiene una gran relación. Hacemos un montón de planes fuera de la pista. —En vuestra etapa en el Joventut Les Corts acabasteis, por ejemplo, bailando en un avión disfrazadas de peces. Llegué y me dijeron: "En carnaval siempre nos disfrazamos". Y yo, como me apunto a todo lo que se hace... Ese año nos disfrazamos de peces de color naranja fosforito. —Cantabais: "De lado a lado, cada pez en su cuadrado". Como cada vez nos salía mejor y los pasajeros y pasajeras nos animaban, nos vinimos arriba. Que conste que le pedimos permiso a las azafatas antes. "Sin problemas, haced lo que queráis", nos dijeron. Imagínate a tres chicas de 1,80 bailando en un avión mientras la gente les aplaude y graba. [Risas]. —Mientras bailabais, la voz en off recordaba que vendían perfumes en el avión. ¡Insuperable! [Se ríe]. Esta temporada tiene pinta de que haremos algo también para carnaval. Aunque será complicado superar aquel momento, la liaremos seguro. —"Cuando los locos seamos más, los locos serán ellos". Me gusta esa frase tuya. Una oda a la autenticidad, digan lo que digan. ¡Tal cual! Desde fuera, si ves a una jugadora que grita y lo celebra todo, puedes pensar que está loca. Pero... ¿Y si todo su equipo tiene esa actitud? Prefiero un grupo en el que el banquillo se levanta tras cada canasta que otro que juega sin festejar nada. Vivo muy al límite el baloncesto y la vida. Estoy muy de acuerdo con esa frase.—Normal, es tuya. Creo que no... ¡Se la robé a alguien! [Risas]. —Has dicho alguna vez que te gustaría volver a tu etapa del Basket Almeda. ¿Eres muy nostálgica? Creo que es el mejor club de formación. Estuve en el mismo grupo, muy unido y un rodillo en la pista, de preinfantil hasta júnior. Echo de menos los campeonatos de España, jugar tantos partidos en pocos días. Firmaría volver a ser infantil, aunque la Liga Femenina 2 es súper divertida, muy competitiva y está repleta de jugadoras de mucha calidad y de las que intento aprender lo máximo. Con 22 años me queda mucho por crecer en la pista. Espero poder jugar hasta que sea muy mayor. —Te gusta todo lo que engloba al baloncesto: la convivencia, la competición, la charla de antes y después... El día del partido no pienso en otra cosa. No hago nada más. Lo vivo como si fuera una premini ante un partido muy importante. Me ves tan grande y luego soy una niña que se pone nerviosa. Siento nervios e ilusión. —Pero eso es bueno... No lo decía como algo negativo. Hoy hemos ganado y me lo pasaré genial en la cena del equipo. Estaré de un humor increíble. Cuando perdemos, lo llevo muy mal ese día. Cuando deje de vivirlo así, el baloncesto no tendrá mucho sentido para mí. —¿Cuándo te enganchó este deporte?Con tres años ya tenía un balón siempre en las manos y con cinco quería federarme... Como mi hermana Alba jugaba, me entró el gusanillo mucho antes. Para mí el día de partido era y sigue siendo el mejor de la semana con diferencia. El baloncesto no es lo más importante para mí, pero sí lo que me da más alegrías. Afortunadamente me he incorporado hace tres semanas a los entrenamientos, tras operarme del tobillo, y cada vez me siento mejor. Tuve una sobrecarga, se me hinchó el tobillo... Hasta ahora no he podido entrenarme demasiado. Esta semana he jugado un poco más y estas fiestas descansaré un poco. —¿En el Lima Horta Bàsquet también entrenas a algún equipo? En el SESE sí lo hacías. El SESE lo tenía cerca de casa y los horarios académicos me lo permitían. Me gusta estar con las niñas y transmitirles mi forma de vivir el baloncesto. Este año, por los horarios de la universidad, la distancia y la falta de tiempo, me ha sido imposible dirigir a ningún equipo. —Si lo vives tanto, entiendo que a las niñas les exigías mucho, aunque sin olvidarte de su edad. En el fondo, te tragabas muchas cosas. ¡Muchas! Soy muy nerviosa y como entrenadora pasaba los mismos nervios. Soy competitiva y, aunque lo más importante era su formación, en un partido igualado... ¡Siempre quería ganar! Intentaba controlar los nervios y hacer ver que estaba tranquila. Disimulaba bastante bien, creo. O eso me decía la gente. ¡Aunque por dentro sentía que se me salía el corazón por la boca! —¿Esa experiencia te ha ayudado a entender mejor a los entrenadores y entrenadoras?Siempre han sido muy exigentes conmigo y he tenido claro que lo que me decían iba a misa. Si no estoy de acuerdo con Sergio en algo, se lo comentaré después del entrenamiento. En la pista, silencio. Al final, eres como una soldado: te callas y haces lo que te dice el sargento. [Risas]. —¿Tus jugadoras te tenían ese respeto?Yo creo que sí. Yo era dura y exigente, también cercana. Sabían que en la pista tocaba hacerme caso y que fuera podíamos bromear más. Al principio las premini no me atendían demasiado, ya que eran muy peques, pero, al final, no perdían detalle de lo que les decía. Con el cadete, ninguna queja, y eso que tenían una edad problemática... De hecho, hoy han venido a verme dos jugadoras de aquel equipo. Que tus niñas te sigan siempre te hace ilusión. —Tu primer entrenador como sénior fue Joan Carles Díez, en el SESE. Juanqui es muy exigente. Me gusta que un entrenador esté encima tuyo, te exija y te corrija. Joan Carles no me dejaba pasar ningún error. A veces pensaba: "Jolín, déjame respirar un poco". De verdad, con 18 años un técnico así es lo mejor que te puede pasar, ya que te advierte de que la etapa de sénior es otro mundo. Pasé de un grupo en el que había tenido mucho protagonismo a ganarme cada minuto. —Helena Oma, excompañera tuya en el Basket Almeda, es quizás la jugadora de Liga Día con un rendimiento más inmediato. Puede que Helena Oma no tenga un talento innato. Si está en la élite y en un equipo con el Uni Girona es porque porque curra como ninguna, sabe dónde está y qué tiene que hacer. Está creciendo poco a poco crece y vaya partidazos se marca... Me alegro un montón por ella porque nadie le ha regalada nada y es una chica 10. A Helena Oma todavía le queda mucho por mejorar porque también es muy joven. Somos de la misma generación. Te aseguro que será una jugadora de referencia en España. —¿Cón qué sueña Judith Turrión? ¿O va mucho día a día?He tenido tantas lesiones que nunca sé qué me me puede pasar. El año pasado me operaron del dedo el primer día de pretemporada, hace cinco meses lo hicieron del tobillo... Quiero recuperarme y sentirme bien físicamente. Quizás no llegaré muy lejos porque no tengo nada especial, pero sí quiero conocer mis límites. Sólo me preocupa aprender cada día y sumar lo que pueda al grupo. —Esta temporada habéis llegado al Lima Horta Bàsquet varias jugadoras procedentes del Joventut Les Corts. ¿Las que estaban aquí también eran de bailar y de divertirse tanto o las habéis transformado? Hombre, creo que la alegría y la vidilla siempre se enganchan, aunque ellas ya eran bastante animadillas. De dos grupos así... ¡Puede salir algo interesante! —¿Con qué recuerdo te quedas del Joventut Les Corts? Con el de un club en el que estuve súper a gusto. En mi primer año jugamos una fase de ascenso a Liga Día. Algo increíble para un grupo que venía de Copa Catalunya. Aunque cuando algunas nos fuimos hubo detalles de la directiva que no me gustaron, siempre tendré claro que el club me marcó para siempre. Gracias al Joventut Les Corts conocí a la mayoría de mis compañeras actuales, también a Sergio y Gemma, que son muy buenos entrenadores. No le guardo rencor a nadie. El rencor es muy malo. —"¡Sí, sí, sí! ¡Les Corts ya está aquí!", le gritasteis a Sergio cuando os clasificasteis para jugar la fase de ascenso a Liga Día. A veces se nos va un poco la olla... —Con lo serio que parece vuestro entrenador... El contraste es divertido. Ya... Sergio parece serio, aunque, en el fondo, tiene un poco de vidilla también. Mantiene su cara seria y sus formas porque es lo que le toca como técnico. Si no lo lo hiciera así, le costaría que le hiciéramos caso después. Te aseguro que tiene sentido del humor y le gusta mucho el cachondeo.
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