Revista Coaching

Jueces

Por Joseluisp

Jueces

¿Por qué no logramos aprovechar todo nuestro potencial creativo? ¿Qué nos impide utilizar la energía creadora que poseemos para alcanzar nuestros objetivos? Michael Ray considera que la respuesta está en nuestro diálogo interior, esa voz que, desde nuestra mente, nos dice que somos incapaces de lograr lo que queremos. La forma de actuar de esta voz, que Ray denomina la Voz del Juicio (Voice of Judgement), coincide plenamente con el Padre Crítico de Eric Berne: un estado del yo que siembra nuestra mente de pensamientos negativos en forma de miedos, juicios y conversaciones interiores para abortar nuestra creatividad y frenar nuestra capacidad de iniciativa. Y lo hace en cuatro niveles diferentes.

El primer nivel en que opera es el que corresponde a nuestros juicios personales. Es una voz que construimos durante nuestra infancia y que contiene todo nuestro código moral. Tiene almacenadas todas nuestras distinciones sobre lo bueno y sobre lo malo, sobre lo que está bien, sobre lo que está mal y sobre lo que corresponde a un comportamiento responsable y correcto. No piense que es negativo mantener en nuestra edad adulta aquellos valores que aprendimos en nuestra infancia, pero considere también que a veces es necesario cuestionarlos. Es posible que estos juicios contengan impresiones sobre nuestras propias capacidades y sobre las de los demás que estén distorsionadas o que se hayan quedado desfasadas.

El segundo nivel corresponde a los juicios de los demás. Se manifiesta cuando alguien nos etiqueta de la misma forma en que solemos etiquetarnos a nosotros mismos. Como esa etiqueta corresponde a nuestros propios juicios la percibimos como la confirmación de una verdad que ya conocíamos. Cuestione los juicios que emiten los demás sobre usted. Si se obsesiona con ellos no sólo perderá su iniciativa, también perderá el control de su vida, pues dedicará toda su energía a conseguir de los demás juicios externos en los términos en que desea oír.

En un nivel superior, los juicios colectivos también están limitando nuestra creatividad. Piense en cómo las modas definen nuestro estilo de vida, o en cómo nuestra nacionalidad define nuestra forma de ser, de comportarnos o incluso de alimentarnos. Los juicios colectivos son voces que seguimos tan ciegamente que nos sentimos culpables cuando no lo hacemos. Tampoco son buenos ni malos, símplemente son estándares externos de comportamiento que somos libres de seguir o no.

El último nivel en que los juicios afectan a nuesta capacidad es el que corresponde a los juicios que tienen su origen en nuestros juicios. Nuestros sentimientos de inadecuación o de incapacidad pueden disparar sobre nosotros emociones negativas en forma de culpa, miedo, tristeza u otras sentimientos que influirán sobre nuestra capacidad de acción de manera resonante o disonante.

No piense que los juicios son buenos o malos, simplemente nos acercan a nuestros objetivos o nos alejan de ellos. Los juicios nos permiten conectar con nuestro yo real, pero también pueden alejarnos de él y forzarnos a actuar bajo un falso yo. Un yo diseñado para conseguir que los demás emitan juicios positivos en torno a nosotros. Aunque para ello tengamos que renunciar a ser quien somos y a aprovechar todos los talentos con los que fuimos bendecidos.

NOTAS

Esta descripción de la Voz de Juicio aparece en Creativity in Business. Es un texto escrito por Michael Ray y Rochelle Mayers y publicado en Broadway Books. Es interesante su paralelismo con el Padre Crítico de Eric Berne. Ambos describen el mismo modus operandi, que Ray aborda desde el punto de vista de las competencias asociadas a la iniciativa personal y a la creatividad.


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