Revista Sociedad

Jueces ciegos

Publicado el 13 mayo 2014 por Oscar @olavid25
La Justicia, representada de forma inusual, en una imagen tomada en Veracruz, México. (Foto: Cazuzito)

La Justicia, representada de forma inusual, en una imagen tomada en Veracruz, México. (Foto: Cazucito)

Nunca había caído en la cuenta, pero resulta que los ciegos no puedes ser jueces. La ley, como sucede a menudo, deja un hueco muy amplio a la interpretación y su redacción sugiere que el horno del legislador no estaba para bollos ese día: «Están incapacitados para el ingreso en la carrera judicial y fiscal los impedidos física y psíquicamente para la función judicial». A otra cosa, mariposa. Así resolvía el gobierno de los jueces esta cuestión hasta que el nuevo presidente, Carlos Lesmes, encargó un informe, que es una práctica muy extendida, aunque para otros fines como perder el tiempo, tapar alguna irregularidad, dar en el morro a la oposición o pagar favores a empresas amigas. No es el caso. El informe dice que la ceguera no es impedimento para valorar a un testigo y, admitida la obviedad, están en ello, para ver cómo y en qué casos, si hay excepciones y la mejor manera de evitar una discriminación que no tenía sentido. Un aplauso para Gabriel Pérez, el invidente que puso la cuestión sobre la mesa.

Lo curioso de esta historia, que leo en El Mundo, es que la judicatura no discrimina a abogados invidentes como Miguel Durán, que fue presidente de la ONCE y directivo de Telecinco, y dedica sus horas a imputados con muchas más dificultades para ver, oír y hablar, como el propio Luis Bárcenas, el ex tesorero del PP, que pidió consejo a Durán cuando decidió dejarse de monsergas y poner al Partido Popular contra las cuerdas. Entonces sí que habló (de lo que quiso), dijo haber oído (lo que le dio la gana) y aseguró haber visto (lo que le convenía), lo mismo que su compañera María Dolores de Cospedal, a la que conocí personalmente en Hernani hace ya algunos años, cuando era más simpática, dicho sea de paso.

Sin dejar el PP, me llama la atención la rapidez con la que la Wikipedia da cuenta del asesinato de la presidenta de la Diputación de León, Isabel Carrasco. Si es cierto que la Wiki se completa con información proporcionada por los propios usuarios, alguien ha estado muy atento para completar la biografía. De este hecho horrible, al margen de la lógica solidaridad con la familia y allegados, me quedo para el análisis psiquiátrico con el lamentable espectáculo de los que han intentado sacar provecho electoral y del otro con una notable colección de sandeces en las redes sociales. El PSOE ha pedido a una concejala de Villagarcía que dimita después de argumentar que quien siembra vientos recoge tempestades. El responsable de la redes sociales del PP de Valencia, Luis Salom, ha relacionado el asesinato con una publicación de El Jueves. Para Hermann Tertsch, los que celebran la muerte de Carrasco son productos del Gran Wyoming y, para Isabel San Sebastián, los que apoyan los escraches deberían tomar nota. Luego, hay una larga lista de indeseables que celebran el crimen y encuentran razones en la corrupción, la acumulación de cargos y el mismo hecho de dirigir el PP de León. La ceguera, como en la novela de José Saramago, es contagiosa y, según W. H. Auden, “el mal es vulgar y siempre humano, y duerme en nuestra cama y come en nuestra mesa”.


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