Astrea o Iustitia, mujer con los ojos vendados, eleva con la mano izquierda una balanza que mantiene el equilibrio entre los platillos, pero en España se levanta frecuentemente la venda para dirigir el fiel de los grandes casos, quizás no tanto de los pequeños, a favor del poderoso.
Lo hemos visto esta semana en el enfrentamiento del vocal progresista del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), José Manuel Gómez Benítez, con Carlos Divar, presidente de ese Consejo y del Tribunal Supremo.
Gómez Benitez, en una de las guerras judiciales al servicio de la izquierda, denunció ante la Fiscalía a Divar, al que vinculan al Opus Dei, por el gasto de 12.996 euros en cinco viajes a Marbella pagados por el Consejo, que según el acusador eran turísticos.
La Fiscalía del Estado, dirigida ahora por el conservador Eduardo Torres-Dulce, archivó la denuncia porque creyó que Divar acudía por motivos oficiales.
Quien quizás habría tramitado la denuncia era su antecesor progresista, Cándido Conde-Pumpido, que dijo que las togas debían embarrarse arreglando el camino de la política, como hizo Gómez Benítez dirigiendo las negociaciones secretas de Zapatero con ETA.
Para demostrarle a los terroristas la buena voluntad gubernamental, Gómez Benítez le recordó a los etarras que el Gobierno había alertado a su aparato recaudatorio para que huyera antes de una redada en el bar Faisán de San Sebastián, en 2006.
Baltasar Garzón, amigo de Gómez Benítez, se apoderó del caso Faisán y lo mantuvo estancado hasta su reciente expulsión de la judicatura.
Mal ejemplo de la dama vendada: una posible malversación de fondos, y una supuesta complicidad con terroristas.
El CGPJ, que tiene 21 miembros, rechazó la dimisión de Divar, pedida por cinco vocales, y Gómez Benítez rehusó dimitir, como exigieron siete vocales.
Iustitia: la balanza con fiel manipulado se llama infiel.
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SALAS. Bueno, la de Salas es la derecha.