El ajedrez, ese juego de mesa milenario en el que se debe capturar al rey del oponente, es, a la par que un pasatiempo apasionado, una buena manera de mantener e incluso desarrollar el nivel de intelecto, indistintamente de la edad.
No hablamos por hablar, puesto que todos los beneficios de este deporte mental han sido comprobados científicamente, así que si aún no sabes cómo se mueven las piezas, empieza a aprender este noble juego.
Jugar al ajedrez habitualmente, con independencia del nivel adquirido y de la edad del sujeto, proporciona todas las siguientes ventajas:
- Presenta un buen uso terapéutico para colectivos difíciles, como drogadictos, encarcelados o personas con la moral por los suelos.
- Previene el Alzheimer, dado que una sola partida puede llegar a suponer una gran actividad intelectual.
- Incrementa la capacidad y habilidad intelectual.
- Mejora la capacidad de razonamiento y aumenta las estructuras del pensamiento, puesto que el simple movimiento de una sola pieza en la mayoría de ocasiones requiere de un consumado estudio antes de desplazarla.
- Aumenta la concentración y capacidad de atención. Esto se debe a que el ajedrez es un juego totalmente silencioso, y a menudo una simple interrupción provoca malestar a los jugadores.
- Resulta especialmente útil en la resolución de problemas algorítmicos y heurísticos.
- Ayuda a analizar desde otros puntos de vista cualquier dificultad. Y es que, como ya hemos comentado, el simple movimiento de una pieza puede llegar a suponer varios minutos e incluso horas de análisis previo.
Además de todos estos beneficios, recuerda que el ajedrez es un juego justo, donde siempre gana el mejor. A diferencia de otras actividades, como el fútbol, en este juego siempre gana quien juega mejor, la suerte es un factor que no tiene cabida.
Y es que, el insignificante peón, puede llegar a ser la pieza más importante del tablero.