Revista Literatura
Me siento un poco bicho raro y a veces un mucho bicho raro, ya que no he visto ni un solo episodio de Juego de tronos. Lo mismo me sucede con la longeva Cuéntame, no sé si esto multiplica o acelera mi transformación a bicho raro. Aunque puede que ya lo sea, y por eso no siento que puedo llegar a serlo. Y no me llamo Gregorio. Cosas mías, que dejo para el diván de la pantalla en blanco, y así no les fatigo. En Sevilla, y también en Córdoba, oye, vamos avanzando, se ha hablado mucho en las últimas semanas de Juego de tronos, ya que están rodando aquí, sí, aquí, algunos episodios. Yo no comprendo todavía el dinero que se gastan para luego pasar las localizaciones reales por el filtro de los efectos especiales y la informática más avanzada y conseguir que no se parezcan en nada a las originales. Una pena, o no, que nadie regala duros a pesetas, escuchaba de nene con frecuencia en mi casa, y anda que no tiene sabiduría la sentencia. Pero volvamos a Juego de tronos, pero no a la serie, que -repito- desconozco hasta en sus títulos de crédito. Volvamos a ese juego de tronos que se han montado entre Mas y Rajoy y que es la gran noticia más permanente de los últimos tiempos, y lo que nos queda. Ahora, después de los fuegos artificiales, de las movilizaciones, de los bufidos y los plantones, de rebuscar las preguntas en el pozo de la semántica, parece que no va a haber consulta, o que se va a realizar otra consulta, sin valor, ya que su resultado no tendrá una traslación a la realidad de la calle. Proyecto de participación ciudadana, apretemos la gramática hasta que se acaben los agujeros del cinturón, pobrecilla ella. Tengo la impresión de que la consulta no hay sido más que el cebo que han utilizado uno y otro para desplegar una estrategia con un objetivo muy claro, pero que debido a la torpeza de los jugadores ya no sé cuál era la estrategia, como tampoco tengo claro si hubo alguna vez objetivo. Puede que nunca lo hubiera o se resumiera en una sola palabra: dinero. Indiscutiblemente, tanto uno como otro han tratado de sacar partido del asunto. Mas, ha conseguido que sus demoledores recortes sociales y, últimamente, el escándalo Pujol queden en un segundo plano, mientras que Rajoy cree haber ofrecido una imagen de patriota de estado, inflexible ante la unidad de España. Y no. De nuestros gobernantes esperamos sensatez, diálogo, visión, consenso, mano izquierda en definitiva... sigue leyendo en El Día de Córdoba