Juego de Tronos 8x06 - “El trono de Hierro”

Por Gonzalo Ruiz.
Artículo lleno de Spoilers
Se acabó. El último capítulo de Juego de Tronos ya ha llegado, y el final ha dividido por completo a los espectadores. Tras una octava temporada irregular, llena de altibajos, con muchas opiniones en contra, llegando incluso a pedir que se vuelva a grabar entera, el epílogo tampoco ha logrado aunar a la totalidad de la opinión pública. 
Nos ponemos en antecedentes. La capital está destruida. Desembarco del rey ardió en llamas y ahora se encuentra debajo de una lluvia de cenizas. Todo ha caído, y Daenerys se erige, por fin, como la heredera de los 7 reinos, aunque lo hace de una forma menos pacífica y legítima de la que se creía en un principio. Tyrion, Jon, y Sir Davos, la única resistencia amiga que queda en pie, se pasea entre las ruinas en una escena inicial copada de un silencio demoledor. Tyrion llega hasta las ruinas del castillo buscando a sus hermanos, y encuentra la mano de bronce de su hermano entre rocas. Debajo de ellas, lapidados, confirma la muerte de sus dos hermanos. Están abrazados, juntos, unidos como empezaron y, aunque en algunos momentos en la distancia, siempre han estado. 

En la siguiente escena vemos la tiranía de la reina consolidada. Gusano Gris, al que la muerte de Misandei parece haberle afectado demasiado, aniquila a los pocos enemigos que aún quedan con vida. Después de esto, vemos a Daenerys rodeada de banderas y de todo su ejercito, (muchos inmaculados y dothrakis después de la batalla de invernalia, algo sorprendente), saliendo delante de Drogon en una de las escenas más aplaudidas de toda la serie ya que brinda un plano precioso. Aquí, Tyrion desiste de ser mano del rey y Jon Nieve lo ve todo en un segundo plano. Daenerys ha perdido totalmente la cabeza, no es la misma Dany en la que ambos confiaron, y parece que no hay posibilidad alguna más allá de su muerte. Tyrion entra en prisión, y una conversación con Jon nos ayuda a entender la trascendencia del momento que vivimos. En su encuentro, que parece el último entre ambos, justifican de forma atropellada el cambio que ha tenido Daenerys en estos tres últimos capítulos, ya que el personaje y la serie por sí sola no ha sido capaz de hacerlo. Tyrion convence a Jon de que el enemigo es Daenerys y que él es el único que puede modificar la historia. 

Ambos Targaryen se encuentran en el trono del hierro. Todo está derruido, y las cenizas caen del cielo de la misma manera que la madre Dragones las vio en su sueño. Toca el trono, y antes de sentarse, ve a aparecer a un Jon desencajado y aterrado por lo que ya intuye que va a ser capaz de hacer. Éste le pide a su reina que perdone a Tyrion, pero ella no accede, alegando un discurso que confirma su rol de tirana del nuevo mundo. Jon la besa, reitera que siempre será su reina, y le clava una daga en el corazón sin encontrar oposición. Es el fin de Daenerys, el fin de la madre de dragones, y el fin de un personaje que ha marcado una época en la televisión. Su final no le hace justicia. Su muerte se basa en un recurso tan manido como insensible. Un momento sencillo, simple y que deja la tristeza de ver como, al final, la serie no ha sido coherente con sus orígenes. Han tratado de forma un tanto injusta a sus personajes principales, brindándoles un final que, a nuestro juicio, no merecían, y que no ha logrado estar a la altura de la grandeza de cada uno de ellos. Al final y al cabo, Juego de Tronos más que una serie de acción, política, fantástica, es una historia de personajes. Con ellos hemos estado ocho años, hemos visto su evolución, y el final, lejos de ser sorprendente y respetuoso con cada uno de ellos, ha terminado siendo prudente y le ha convertido en un cierre frío y triste para todos. 

Drogon protagoniza el momento más impactante del todo capítulo (es curioso que no hayan sido capaz de brindar un momento emotivo a algún personaje), y quema el trono de hierro dejando claro que el verdadero culpable de la muerte de su madre, y de todos los Targaryen anteriores, es la codicia que desprende el poder. Se apiada de Jon, se intuye que porque lleva sangre de dragón en su interior, y se aleja volando con el cuerpo de su reina, la reina de todos, que al final yace muerta en un final que no le hace justicia. 

A partir de aquí, veinte minutos de despedidas. Pasan dos semanas, y las personas más importantes de poniente que han sobrevivido a la guerra (casi todos secundarios, otro síntoma que nos indica que el final escrito para los Cersei, Jaimie, Daenerys y Jon no ha sido el esperado) discuten sobre el futuro de los presos de guerra. Uno es Tyrion y el otro Jon. El último Lannister con vida se vuelve a erigir como la sabiduría de Poniente, y decide, después de un conato de instaurar la democracia, momento éste también de los mejores del capítulo,  que Bran Stark, el joven varón de los Stark, sea el Rey Tullido, y rija el destino de la novedosa era pacífica de poniente. Todos aceptan, y Sansa consigue la independencia de Invernalia, haciendo que Poniente se componga de seis reinos en vez de siete. Esta escena, que debía ser la más emotiva de la serie, ya que es la resolución del misterio que a serie plantea desde el primer momento queda muy floja de sentimientos. Un conjunto de personajes secundarios, acompañados de otros de los que no sabemos ni su nombre, toman la decisión más importante de toda la serie mientras los que han luchado por tomarla durante los siete años anteriores yacen muertos con un final que, en comparación con sus historias personales, quedarán el olvido. 

Los Stark dominan Juego de Tronos, algo que, sin perjuicio de su resolución, era lo más previsible desde su primera temporada. Bran Stark es el rey tullido, y Tyrion Lannister, el gnomo, como el mismo se autodenomina, será su mano consejera. Sansa Stark es coronada como la señora de Invernalia, algo que le va como anillo al dedo y que de todos, es el cierre más lógico de los personajes principales. Arya, sin embargo, haciendo justicia a su alma libre, decide explorar más allá del mapa. ¿Qué hay al oeste de Poniente? Se pregunta intrigada mientras se despide de sus hermanos con rumbo a lo desconocido. Por último, Jon Nieve, el nuevo Matarreyes, y también mata-amantes, ya que, supuestamente, acaba con la persona que más quiere, es de nuevo desterrado a la guardia de la noche. Un final poético para muchos y que, en general, ha gustado, ya que en cierto modo se cierra el círculo de su historia. Sin embargo, a nuestro juicio, su cierre es un tanto injusto respecto al gran personaje que ha sido. Siempre en la sombra, fiel y leal a sus ideas, ha sido un pilar fundamental de la serie junto a Daenerys y a la casa Lannister. El verdadero heredero al trono de Hierro, mitad Targaryen y mitad Stark, termina donde comenzó, en una guardia de la noche que ya no tiene ninguna labor concreta, en un muro de hielo que ya no tiene nada que defender.

 En definitiva, más allá de gustos, parece que el final de Juego de Tronos se queda un poco corto, y no es coherente con todo lo que había mostrado en sus siete temporada anteriores. El cierre de los personajes principales no es que no sea el esperado, es que nos obliga a pensar que mucho, por no decir todo, de lo que han sufrido y por lo que han luchado durante estos últimos siete años ha caído en saco roto, y que, lo que ha ocurrido en estos últimos seis capítulos, ha sido determinante para tomar la decisión de cerrar de esta forma toda la trama. Como dice Tyrion Lannister, lo mejor que tenemos es una buena historia. Y, por ello, Bran Stark es el mejor rey posible. El Rey Tullido tiene una buena historia y es el dueño de nuestros recuerdos. 
HBO ha sido el dueño de los nuestros, y, con este final, en cierto modo, los creadores de éstos parecen haberlos olvidado, cerrando la mejor serie de los últimos diez años siendo infiel a sus personajes, que, en el fondo, son los que durante sus ocho temporadas la han hecho ser única. En cualquier caso sólo podemos agradecer la representación visual de una historia tan compleja y la existencia de este puñado de personajes tan complejos como ricos que sin embargo decepcionan en cierta medida debido a una resolución que se ha antojado simple o algo incoherente con las expectativas o la complejidad que nos habían mostrado. Por tanto, aquí acaba una época, una era dentro de la ficción televisiva, veremos cómo se sobrepone HBO, los fans y en general una sociedad que ha sido impactada de manera definitiva por una serie, que cómo en otras épocas puede marcar un hito de esta época.