La estabilidad de los Siete Reinos se desmorona como un castillo de naipes desde el momento en que el rey Robert Baratheon pide a su viejo amigo Eddard Stark, señor de Winterfell, que acuda a la capital para servirle de consejero y ocupe el puesto de Mano del rey. Pero no sólo las conspiraciones de palacio suponen un riesgo para la corona, ya que las tensiones entre las casas de los Stark y los Lannister están destinadas a desembocar en una cruel guerra, mientras que en el continente al otro lado del mar y en las gélidas tierras al norte del Muro surgen amenazas que llevaban mucho tiempo esperando pacientemente el momento de atacar.
A mediados del pasado mes de abril se estrenó la esperada Juego de Tronos, adaptación del canal HBO de la primera novela de la saga de fantasía Canción de Hielo y Fuego, obra de George R. R. Martin que cuenta con numerosos seguidores. Nada más emitirse el piloto, la serie cosechó los más grandes elogios por parte de público y crítica, asegurando su regreso en próximas temporadas.
Jon Snow entrena para descubrir los secretos del otro lado del Muro
Como prácticamente cualquier ficción de la prestigiosa cadena HBO, Juego de Tronos presenta un elaborado (y muy caro) proceso de producción que se ha traducido en una cuidada ambientación y caracterización de los personajes que pueblan los diez episodios que componen esta primera temporada; además de un tratamiento de la acción pausado pero constante. Así, en los primeros capítulos se introducen los principales escenarios, los protagonistas, sus conflictos iniciales y algunas historias para rellenar el trasfondo épico-fantástico de la serie, dando paso a una sucesión de enredos, luchas por el poder y conspiraciones palaciegas propias de la serie Los Tudor en un contexto que recordará bastante a períodos de la historia medieval inglesa como la Anarquía o la Guerra de las Dos Rosas. Según se acerca el desenlace, la situación de los personajes se complica cada vez más y se dejan intuir qué líneas puede seguir la próxima temporada.Una vez nos hemos sumergido en su complicado mundo de casas y disputas por el poder, Juego de Tronos atrapa a los espectadores capítulo a capítulo y no los deja escapar fácilmente. Sin duda estamos ante una producción de calidad, muy cuidada en diversos aspectos, aunque tampoco sea para ponerla en un pedestal frente a otras ficciones televisivas actuales. Buena parte de la culpa del éxito de la serie la tiene el trabajo de D.B. Weiss y David Benioff (guionista de la indispensable La última noche, con Edward Norton), quienes se han encargado de adaptar la obra de Martin (que se implicó activamente en el proyecto) y escriben buena parte de los guiones, los cuales sirvieron de base para la labor de conocidos directores televisivos como Tim Van Patten (The Pacific).
La interesante Daenerys Targaryen y el gran Ser Jorah
Para dar vida a los numerosos personajes envueltos en las enrevesadas tramas nos encontramos con un amplio reparto formado por los correctos Lena Headey (Las crónicas de Sarah Connor), Mark Addy (Destino de caballero) o Jason Momoa (próximo Conan que aquí ensaya su papel como el bárbaro Khal Drogo), prometedores actores noveles como Emilia Clarke, Kit Harington o Maisie Williams; y actores con una larga trayectoria a sus espaldas que sobresalen en sus respectivos roles, como es el caso de Peter Dinklage (Un funeral de muerte) interpretando a Tyrion Lannister y del siempre interesante Sean Bean (Boromir en El Señor de los Anillos) dando vida a Ned Stark, quien aquí ofrece toda una lección de interpretación por cómo modula la voz y gestos de su personaje y le da un acento propio del norte de Inglaterra, correspondiéndose así con la localización de Winterfell.A pesar de sus virtudes, hay ciertos aspectos que no me terminaron de convencer de esta primera temporada. Para empezar (y al igual que sucede en la inconclusa saga de novelas), da la sensación de que las tramas se han liado demasiado y que difícilmente pueda resolverse algún cabo suelto en la próxima temporada, parece más probable que todo se complique todavía más. También choca bastante que introduzcan tantos personajes para luego deshacerse de unos cuantos fácilmente al final de la temporada, que todos los protagonistas pertenezcan a la nobleza, que para una gran batalla que hay en toda la temporada usen una elipsis narrativa para no mostrarla en pantalla (tanto presupuesto y luego recurren a estos trucos), que haya que esperar casi un año para la nueva temporada, o que no se aproveche la banda sonora de Ramin Djawadi (Prison Break) más que para la curiosa cabecera.
Con sus más y sus menos, en su primera temporada Juego de Tronos ha demostrado ser una serie capaz de atrapar al público y sumergirlo en un mundo de toques fantásticos donde el peligro acecha a la vuelta de cada esquina, lo que nos hará permanecer atentos al final de los episodios y esperar con ganas los siguientes.
Winter is coming...