HOME (1 DE MAYO DE 2016) -AVISO SPOILERS-
Aquí escribe uno que le pide algo más a Juego de Tronos. Creo que todos esperábamos lo que finalmente ocurre -aparentemente- en la imagen final de este episodio. Lo que no esperaba es que ocurriera exactamente como me lo había imaginado. En la historia de la ficción ¿Cuántas veces hemos visto a un personaje abrir los ojos repentinamente cuando le creíamos muerto? Incontables. Por eso el director -y el encargado del montaje- no juegan a sorprendernos con el qué, sino con el cuándo. El plano de Jon Snow (Kit Harrington) con los ojos cerrados se mantiene eternamente con el objetivo de hacernos creer que no va a ocurrir lo que esperamos que ocurra desde hace meses. Jon Snow vuelve a estar entre los vivos. Obviamente, queda por ver si será el de antes, un zombie sin mente, o algo parecido al guardaespaldas de Cersei Lannister (Lena Headey), ese que fue Gregor "La Montaña" Clegane. Pero volviendo a mi -leve- decepción, creo que debe haber unas 15 mil soluciones visuales y otras tantas de guión antes que repetir ese plano cenital de Snow abriendo los ojos. ¿O no?
Primero se retoma lo ocurrido en la Guardia de la Noche: Davos Seaworth (Liam Cunningham) salva la vida gracias a la intervención -forzademente oportuna- de Tormund Giantsbane (Kristofer Hivju) y los salvajes. El gigante que participa en la escaramuza es lo segundo que mola en el episodio. Por otro lado, Sansa Stark (Sophie Turner) se despide de Theon Greyjoy (Alfie Allen) que planea volver a su hogar: solo que allí vemos cómo el rey, Balon Greyjoy (Patrick Malahide) muere a manos de su hermano, un nuevo personaje, Euron (Pilou Asbaek). Esta trama no había tenido presencia en el primer episodio, o sea que, seguimos sumando. Mientras tanto, el bastardo Ramsay Bolton (Iwan Rheon) -mira que es mala persona- mata a su padre, Roose Bolton (Michael McElhatton), al sentirse amenazado por el nacimiento de un hijo legítimo. Luego Ramsay mata a su madrastra y a su hermano echándoles encima a sus furiosos perros. Llamadme blando, pero me ha parecido esto de una crueldad innecesaria. Y sobre todo, torpemente resuelta visualmente. En Desembarco del Rey, asistimos a una nueva demostración del poder de los gorriones, en una escena tensa entre el Gorrión Supremo (Jonathan Pryce) y Jaime Lannister (Nikolaj Coster-Waldau). El momento está bien logrado, pero no aporta ninguna novedad. Cersei (Lena Headey) sigue llorando la muerte de su hija. En cuanto a Arya Stark (Maisie Williams), esta vuelve a recibir palos de Waif (Faye Marsay). En serio. Otra vez. Solo que ahora aparece -¡por fin!- Jaqen H´ghar (Tom Wlaschiha) para llevarse a la niña. Esperemos que el aprendizaje haya terminado de una vez por todas.
Daenerys Targaryen (Emilia Clarke) no aparece en este episodio, pero sí vemos las consecuencias de su ausencia: Tyrion Lannister (Peter Dinklage) y Lord Varys (Conleth Hill) tienen que evitar que los dragones mueran, porque están que no comen de la falta que les hace su reina. Esto nos permite ver a Tyrion en una secuencia un poco más amplia, enfrentándose a los dragones en plan El Hobbit. Y esta la tercera cosa que mola -mucho- de esta entrega de la serie. Por último, una vez más, la única trama que se repite tiene lugar en el Castillo Negro. La bruja Melisandre (Carice Van Houten) intenta resucitar a Jon Snow. Y como ya sabéis, lo consigue.
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