Revista Diario
Entramos en una nueva fase evolutiva en casa. De los juegos de encaje y los puzzles, diversiones de carácter motriz y más individual, hemos empezado a sumergirnos en el fantástico mundo de los juegos de mesa. Y qué mejor que hacerlo con un clásico: el juego de la oca. ¿Quién no tiene o no ha jugado nunca a este entrañable juego de mesa?Yo la verdad es que lo había olvidado y he tenido que rascar en algún rincón de mi memoria (con ayuda de Google, todo sea dicho de paso) para recuperar las normas básicas porque excepto lo del "De oca a oca" el resto se había convertido en una auténtica laguna.En mi afán por descubrir el origen histórico de todas las cosas relacionadas con la maternidad y los niños no podía dejar pasar la ocasión de investigar si este fue un juego invención de nuestros tiempos modernos (de cuando una servidora y toda su generación éramos "modernos") o si sus orígenes son más antiguos.De toda la información que he encontrado he visto que en verdad no está muy claro de dónde salió esta simpática oca.La teoría que nos transporta más lejos en el tiempo es también la menos factible. Durante el sitio de la ciudad de Troya, los griegos habrían ideado este juego para pasar el tiempo de espera. Tal invención se le atribuye a Palámedes, hijo del rey de Eubea. De aquellos tiempos antiguos nos llega también la idea de que el Disco de Phaistos podría haber sido un antecesor del juego moderno. El Disco de Phaistos, encontrado en Creta a principios del siglo XX, tiene grabada una espiral dividida en casillas en las que se ven gravadas las siluetas de grandes aves.Para encontrar otra teoría hemos de saltar en el tiempo y el espacio, al siglo XII en nuestras tierras hispanas. En aquellos tiempos los templarios habrían usado el tablero de la oca como un mapa para recorrer el camino de Santiago siguiendo un código esotérico y encriptado. Unos dicen que esto no es posible pues los templarios tenían prohibido el juego mientras otros creen que fue una auténtica guía de viaje medieval.De lo que sí ya se tiene una constancia más certera es de la entrega como regalo de un juego de la oca por parte de Francisco I de Médicis al rey Felipe II de España ya a finales del siglo XVI. El curioso juego de mesa se convertiría en la diversión de la corte del rey prudente llegando incluso a desbancar al más intelectual juego del ajedrez. Finalmente, en las últimas décadas del siglo XIX, el juego de la oca traspasó los muros palaciegos para comercializarse como un juego más popular. Desde entonces, las 63 casillas del juego de la oca se han ilustrado con dibujos que han seguido las modas de los tiempos. Las ocas, también.Así que nosotros nos unimos a la historia jugando en el siglo XXI a un juego tan antiguo como divertido. Y surrealista, si una de las jugadoras es mi pequeña princesa que dependiendo de cómo sople el viento, salta una o dos ocas a la vez.